La Sala Recoletos de la Fundación Mapfre (Paseo Recoletos 23) acoge hasta el próximo 7 de enero la exposición Medardo Rosso. Pionero de la escultura moderna, que recupera su memoria y su aportación a través de una amplia selección de esculturas, dibujos y fotografías de su obra más experimental e innovadora.
Contemplada desde el presente, la obra de Medardo Rosso (Turín, 1858-Milán, 1928), que en vida del artista apenas suscitó el reconocimiento de quienes estaban entonces a la vanguardia de las grandes transformaciones del arte contemporáneo, resulta profundamente renovadora y precursora de los caminos que ha recorrido la escultura contemporánea: en sus temas y, sobre todo, en sus recursos expresivos se adelantan muchas de las preocupaciones estéticas que han marcado luego la obra de escultores como Brancusi, Alberto Giacometti, Lucio Fontana o el más contemporáneo Thomas Schütte.
Frente a la escultura de inspiración clásica, concebida como expresión de lo inmutable a través de la masa y el volumen, Rosso diluye los perfiles de sus figuras tratando de captar la expresión de las emociones, en un proceso creativo que explora una y otra vez las diferencias (de luz, de punto de vista, de materialidad…) de esculpir una determinada figura.
Instalado en París desde 1889, mantuvo un estrecho contacto con intelectuales y artistas (Rodin, Modigliani, Degas…) y se aproximó estrechamente a la fotografía, hasta el punto de incorporarla como una práctica más de su forma de trabajar, pero su trayectoria en la capital francesa quedó siempre ensombrecida por la poderosa influencia de Rodin, hasta el punto de que a la muerte de éste Apollinaire escribiría: “Rosso es ahora, sin lugar a duda, el más grande escultor vivo. La injusticia de la que este prodigioso escultor siempre ha sido víctima no está siendo reparada.”