<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El Consejo de Asuntos Económicos y Financieros concluyó ayer sin un acuerdo sobre la relajación de las reglas de disciplina fiscal de la Unión Europea ni sobre la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), las dos grandes aspiraciones de la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos en funciones, Nadia Calviño, en esta reunión de Luxemburgo.</strong></h4> <strong>Los ministros de Economía y Finanzas de los 27 Estados de la UE se limitaron a hacer un balance “de los progresos realizados en la revisión del marco de gobernanza económica” y a subrayar “la necesidad de proseguir los debates tanto a nivel técnico como político”.</strong> El marco de gobernanza económica de la UE es un conjunto de normas comunes para las políticas fiscales y económicas nacionales que se aplican a todos los Estados miembros. Sirven para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y promover la convergencia, al tiempo que abordan los desequilibrios macroeconómicos. Por lo tanto, <strong>la reunión de Ecofin concluyó sin un acuerdo sobre la propuesta española para relajar las reglas de disciplina fiscal de la Unión Europea antes de fin de año</strong>. En 2024 concluye la suspensión de cuatro años de las reglas fiscales, lo que implicará la recuperación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que fija la reducción del déficit y de la deuda pública de los Estados en un 3% y un 60% del Producto Interior Bruto (PIB), respectivamente. <strong>El objetivo de España, Francia e Italia</strong> es que las normas sean más flexibles y se adapten más a la situación de cada país a fin de evitar los incumplimientos sistemáticos que se producían con el anterior marco. <strong>Para ello deberán convencer a Alemania</strong>, actual líder de los países “frugales”, que defiende unas reglas estrictas en materia de déficit y deuda pública. Por lo tanto, todo depende de que se pongan de acuerdo los dos gigantes de la UE, Francia y Alemania, lo cual ayer no fue posible. <strong>“Estamos trabajando incansablemente y con un espíritu de consenso para alcanzar un acuerdo equilibrado antes de fin de año”</strong>, declaró Calviño en la rueda de prensa posterior al Ecofin. “Nuestras ambiciones son altas, pero también lo es lo que está en juego: el refuerzo de nuestra Unión Económica y Monetaria, y una senda de crecimiento sostenible y responsabilidad presupuestaria que nos permita afrontar unidos nuestros retos presentes y futuros”, añadió. Por ello, explicó, la Presidencia española intentará multiplicar los contactos técnicos y políticos, a lo largo de las próximas semanas, a fin de buscar un consenso que permita adoptar unas nuevas reglas que garanticen, al mismo tiempo, una reducción sostenible de la deuda y la inversión, el crecimiento y la creación de empleo en Europa. <strong>La Presidencia española tiene previsto presentar un primer borrador legislativo de cara a la próxima reunión del Ecofin, que tendrá lugar el 9 de noviembre</strong>, pero de momento no se ha fijado ninguna fecha para el acuerdo sobre las nuevas normas, que deberán ser aprobadas posteriormente por el Parlamento Europeo. <h5><strong>Presidencia del BEI</strong></h5> <strong>Por otra parte, tampoco se abordó ayer en Luxemburgo (de hecho, no estaba ni siquiera en el orden del día) el nombramiento de la persona que, el próximo 1 de enero, sustituirá al alemán Werner Hoyer como presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI).</strong> Nadia Calviño sigue figurando entre las favoritas para conseguir el cargo, e incluso ella misma declaró el lunes que contaba con “fuertes apoyos”, sin más detalles, pero para ello deberá superar a una rival tan dura como la vicepresidenta y comisaria europea de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, quien pidió recientemente una excedencia temporal en la Comisión Europea para centrarse en su candidatura. Para conseguir la presidencia del BEI se precisa el apoyo del 68% del capital del banco y de al menos 18 Estados miembros. Dado que la participación de cada Estado miembro depende de su peso económico en la UE en términos de PIB, para conseguir el cargo es imprescindible contar con el apoyo de las tres grandes potencias económicas de Europa y principales accionistas del banco, con sede en Luxemburgo: Alemania, Francia e Italia. Francia no acaba de decantarse y en Alemania incluso hay divisiones internas, ya que el canciller, Olaf Sholz, parece partidario de Calviño pero su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, prefiere a la también liberal Vestager.