<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Pedro Sánchez tiene ya encarrilada su próxima investidura como presidente del Gobierno después de hacerse con el control del órgano de gobierno del Congreso gracias al apoyo de sus socios habituales de la pasada legislatura, el frente de izquierdas de ámbito nacional y regional, al que añade ahora a los golpistas catalanes pendientes de juicio o huidos de la Justicia, con el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont al frente.</strong></h4> <strong>El jefe del Ejecutivo en funciones da por hecho su continuidad en el cargo</strong> pese a quedar en las elecciones en segunda posición y verse abocado a presidir un gabinete más en minoría, más radical de izquierdas y más hipotecado con los partidos separatistas, ahora con pagos por adelantado, que el equipo saliente. Cuatro semanas después de las elecciones generales, <strong>los dirigentes de la coalición socialcomunista de Sánchez siguen eufóricos</strong> porque su retroceso en las urnas fue mínimo (6 diputados) mientras que el Partido Popular sigue instalada en la depresión porque su notable avance (de 89 a 137 diputados) no da para gobernar ni con el resto de la derecha, incluidos los partidos regionalistas. Puede sumar 172 escaños con Vox, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro frente a los 178 dispuestos a sostener el sanchismo. <strong>Por apenas cuatro escaños en una Cámara de 350 miembros el ganador de las elecciones, Alberto Núñez Feijóo, tiene casi todas las papeletas para convertirse en jefe de la oposición</strong> frente a quien quedó segundo, Pedro Sánchez, y se prepara para recomponer la misma mayoría parlamentaria que ya le sirvió para llegar al poder en 2018 mediante la moción de censura contra Mariano Rajoy. E igual que entonces, sin ganar en las urnas, <strong>una clave para ello la vuelve a tener un prófugo de la Justicia española instalado en Bélgica para no dar cuenta de sus responsabilidades penales</strong> por la intentona secesionista de octubre de 2017 en Cataluña. Los diputados entonces a las órdenes de Puigdemont en el Congreso dieron su "sí" a Sánchez junto con todos los partidos de izquierda, independentistas y nacionalistas del Parlamento. El secretario general del PSOE vuelve a los orígenes y apoyos de su llegada al poder para dar continuidad y normalidad a una inédita fórmula de seguir en el poder en los 47 años de la democracia española: gobernar sin ganar las elecciones. <strong>Sánchez se reedita estos días con una operación de imagen, machaconamente repetida por los medios gubernamentales, según la cual en el Congreso hay una mayoría "progresista" que ganó las elecciones frente a "las derechas"</strong>. Para que le salgan las cuentas, igual que ya le han salido para hacerse con el control de la Mesa de la Cámara baja, incluye en ese bloque de partidos a formaciones tan de derechas como el PNV, de declarado origen tradicionalista y confesional y antiguo aliado de Ejecutivos del PP, en tiempos de José María Aznar y después de Mariano Rajoy. Además, como <strong>el jefe del Ejecutivo en funciones también necesita sumar a esa presunta hegemonía parlamentaria de las "fuerzas de progreso" a los siete diputados de Junts por Cataluña (el partido de Puigdemont), la formación del prófugo de la Justicia pasa a ser blanqueado y considerado afín, igual que ERC o Bildu, los herederos del brazo político de ETA.</strong> <strong>Puigdemont,</strong> de la derecha supremacista catalana y relacionado con Putin para desestabilizar España y la UE según los propios informes de la institución, <strong>es cortejado para la investidura "progresista" de Sánchez a cambio de negociar su impunidad judicial</strong> y la de sus partidarios, más un referéndum para la secesión de Cataluña. <strong>El presidente del Gobierno en funciones tiene prisa para asegurarse la continuidad</strong> y abreviar unos trámites oficiales que dan pie a sus socios a elevar y proclamar sus facturas presentadas a cuenta de la Constitución y la unidad de España. El PSOE y la presidenta del Congreso, Francina Armengol, trabajan con ese fin hasta el extremo de declarar a su jefe como "candidato único" posible en la semana que el Rey, previa consulta con los representantes de los partidos entre hoy y mañana, tiene que proponer a la Cámara un candidato para la investidura. <strong>El proceder de Sánchez es tan peculiar que quiere ser propuesto primero por don Felipe aunque quedara segundo en las elecciones y que sus aliados, con los que dice tener la mayoría "progresista", hayan decidido no acudir a la llamada constitucional del Rey para dejar claro que están en contra de la Monarquía y la Constitución.</strong> <strong>Puigdemont, de quien todo depende en la gobernabilidad de España por decisión del propio Sánchez, está dispuesto a estirar todo lo posible cualquier trámite que deje en evidencia la nueva etapa de crisis institucional que se instala en España</strong>. Y el prófugo no piensa confirmar apoyo alguno esta semana pese a que el presidente del Gobierno en funciones acuda a la entrevista con el Rey del martes con la fórmula de la mayoría progresista en torno a su persona para cerrar el camino a Feijóo.