<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>La carrera por proponer medidas populistas se ha impuesto en el arranque de la campaña electoral de los comicios del 23 de julio, tanto en los partidos de la coalición de izquierdas de Pedro Sánchez como en el aspirante de la extrema derecha, Vox, a entrar en el Gobierno de la mano del PP.</strong></h4> Las formaciones socialistas, comunistas y la que encabeza Santiago Abascal lanzan programas rompedores y opuestos salvo en política económica, terreno en el que<strong> Vox se apunta ahora al intervencionismo estatal y a un anticapitalismo nacionalista inspirado en el modelo de Alternativa por Alemania</strong>, el partido ultra que avanza en su país hasta el segundo puesto, y con un 20 por ciento en intención de voto según todas las encuestas. Vox ha incluido en su oferta electoral<strong> las recetas clásicas y conocidas para desmontar las leyes de carácter más ideológico aprobadas por el Ejecutivo socialcomunista de Sánchez</strong>, objetivo en el que coincide parcialmente con el Partido Popular, pero al mismo tiempo confirma su<strong> giro antiliberal en lo económico que aleja radicalmente a Abascal de las posiciones de Alberto Núñez Feijóo.</strong> Al añadir incertidumbre a la posibilidad de pactos en la derecha después de las elecciones, <strong>el gran beneficiario de la radicalidad populista exhibida por Vox en campaña resulta ser Pedro Sánchez</strong> porque le sirve de entrada como alimento para su discurso base de campaña, el de meter miedo por la posible llegada de la extrema derecha al poder. Y si no le funciona para frenar su retroceso en las urnas le puede ser útil después para bloquear la investidura de Feijóo como su sucesor en la presidencia del Gobierno, en el caso de que los resultados de los comicios no sean claros o dependan de la entrada de la formación de Abascal en el Ejecutivo. <strong>Vox compite con el PP en promesas en rebajas fiscales, pero, al estilo más populista,</strong> sin explicar cómo equilibraría las cuentas del Estado, ofrece dos tramos únicos de tributación por el Impuesto por Renta de las Personas Físicas según ingresos, un 15 o un 25 por ciento, según un límite establecido en los 70.000 euros anuales. Supone reducir a casi la mitad la presión fiscal vigente. <strong>Abascal también pretende en su programa, como si España no estuviera en la Unión Europea, suprimir el IVA en sectores económicos concreto</strong>s, imponer aranceles especiales a los productos marroquíes o recurrir a normativas específicas contra empresas multinacionales, grandes superficies comerciales o compañías tecnológicas. Si <strong>en la izquierda Sánchez y Yolanda Díaz al frente de Sumar compiten en propuestas de subvenciones y ayudas</strong> que disparan el déficit público por la vía del gasto, <strong>Vox supera o arrasa la promesa de Feijóo de aliviar la presión fiscal a las rentas medias y más bajas.</strong> Antes de plasmar por escrito su giro económico, el partido de Abascal dio un primer aviso al <strong>dejar fuera de las candidaturas al Congreso a dos de sus diputados más cualificados y con posiciones más liberales: el empresario Víctor Sánchez del Real y Rubén Manso, inspector del Banco de España.</strong> Ambos eran militantes de primera hora de Vox, de cuando la nueva formación se perfilaba como una opción conservadora situada a la derecha del PP. Manso hizo el primer programa económico de los de Abascal, de corte liberal, dentro los parámetros de la UE y alejado del “anticapitalismo de derechas” que triunfa en Alternativa por Alemania. También al estilo populista, como en la extrema izquierda,<strong> la mayor contradicción de Vox se da entre su discurso contra el sistema y el afán por tener cargos y sueldos en el mismo sistema</strong>. Los de Abascal proponen en su programa suprimir o podar al máximo el Estado de las autonomías al mismo tiempo que exigen al PP entrar en todos los gobiernos autonómicos y en una proporción de consejerías que triplica el porcentaje de votos y escaños obtenidos en las urnas. <strong>Vox exige estar en ejecutivos autonómicos</strong> incluso donde, como en Murcia, basta con su abstención para que el PP pueda formar gobierno. <strong>Y si les niegan el acceso a los cargos votan con socialistas y comunistas para impedir que el Partido Popular, claro ganador en las urnas al borde de la mayoría absoluta en la región, se ponga al frente de la autonomía</strong>. Aunque haya que repetir las elecciones. Todo un aviso de Abascal, como el programa económico antiliberal, de lo que le puede esperar a Feijóo después del 23 de julio si no haga las elecciones con claridad.