<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>España y Filipinas conmemoraron ayer de manera conjunta el 125 aniversario del asedio de Baler y la independencia filipina, homenajeando a los soldados españoles que desde entonces fueron conocidos como “los últimos de Filipinas”.</strong></h4> En el acto, que se desarrolló en Baler, una pequeña localidad al noroeste del archipiélago, España estuvo representada por <strong>el embajador en Manila, Miguel Utray, y por el director general para para América del Norte, Europa y Asia Pacífico de España, Javier Salido. Por Filipinas, asistieron la ministra de Presupuestos, Amenah Pangandaman, junto con el senador Sonny Angara, cuyo padre, el también senador Edgardo Angara,</strong> fue el promotor del día de la amistad hispanofilipina, que ayer celebró su vigésimoprimera edición, informa Efe. La conmemoración incluyó el homenaje a las banderas española y filipina y una salva militar frente a la Iglesia de San Luis Obispo de Tolosa, donde los soldados españoles sitiados resistieron a las tropas rebeldes durante casi un año y hasta casi medio año después del fin de la guerra porque no creían a los que les contaban que la contienda había acabado. El embajador español declaró que la conmemoración "<strong>es el mejor exponente de los lazos históricos, culturales y emocionales"</strong> que unen a España y Filipinas. Por su parte, el senador Angara manifestó a Efe que se trata de “una celebración muy única en el mundo, si tenemos en cuenta que el país colonizador y el colonizado conmemoran los últimos días de la ocupación”. "Esto no pasa en muchos sitios, y qué mejor homenaje que la vuelta de estos soldados a España a salvo tras la revolución", precisó Angara, quien agregó que "este día es para celebrar la vida y la amistad, los soldados fueron incluso recibidos con honores en Manila". La ministra de Presupuestos filipina expresó su agradecimiento a las autoridades españolas y se refirió al "número creciente de empresas españolas presentes en el país", que ayudan "al desarrollo económico de nuestra nación". El 1 de julio de 1898, alrededor de medio centenar de soldados españoles se atrincheraron en la iglesia de Baler, junto con unos monjes franciscanos, para resistir el sitio de los rebeldes filipinos que luchaban por su independencia con ayuda de Estados Unidos. Durante 337 días, la guarnición desconfió de los reiterados mensajes que les llegaban del exterior, en el que los emisarios -incluido un teniente coronel español- les rogaban deponer las armas ante la derrota ya consumada de las fuerzas españolas el 10 de diciembre de 1898. Dos de los soldados murieron por disparos, mientras que otros 14 fallecieron por enfermedades y otros dos fueron ejecutados por ayudar a un desertor. Finalmente, el 2 de junio de 1899, los 33 supervivientes del sitio creyeron que España había claudicado y depusieron las armas. Fueron recibidos el 30 de junio por el primer presidente filipino, Emilio Aguinaldo, quien alabó la resistencia heroica de los "últimos de Filipinas".´ Ese mismo día, Aguinaldo promulgó el conocido como decreto de Tarlac, en el que ordenó tratar a los rendidos "como amigos" por haber protagonizado una "epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo", según reza el texto del edicto. Los soldados supervivientes regresaron a España, donde también fueron tratados con honores.