Alba Córcoles
“A la paz se llega por la prosperidad, y a la prosperidad por el intercambio”. Esta fue una de las claves que destaca Ana Palacio aludiendo a las fuertes relaciones diplomáticas que la Marca España mantiene alrededor del globo, dictando el rumbo de la política exterior española.
La Fundación Gregorio-Marañón acogió la pasada semana el debate ‘El futuro de la política exterior española en un mundo convulso’, organizado por la Asociación de Política Exterior Española (APEE), para analizar las cuestiones relacionadas con la acción exterior de España.
El mismo título también bautizaba la reciente publicación del ponente José María Beneyto, presidente de la APEE, que marcó el índice de la ponencia. Intervinieron el propio Beneyto, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales; Ana Palacio, ex-Ministra de Asuntos Exteriores; y Juan Moscoso del Prado, ex-Portavoz en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados.
“La diplomacia clásica española se ha abierto a nuevos ámbitos y actores, motivada por los impulsos de la globalización y la europeización”, señaló el catedrático abriendo la mesa redonda. “Estos nuevos canales son las alianzas publico-privadas, la diplomacia cultural y de la lengua, la Red de Casas y Marca España… ya no es soft power, ahora es smart power”. Destacó anecdóticamente que “hay hasta cocineros en el cuerpo diplomático en representación de la ‘diplomacia gatronómica’”. Con estas técnicas, Beneyto concluyó que “España está empezando a jugar un rol clave en Europa, Latinoamérica y la cuenca del Mediterráneo”.
Juan Moscoso del Prado subrayó que, en este mundo cambiante y convulso, “tenemos que entender de dónde venimos, para saber a dónde vamos”. Comentó el caso de Latinoamérica, “donde nuestro modo tradicional de relaciones ya no sirve, y deberíamos optar por un enfoque bilateral”. Otra cuestión que también hay que transportar al Mediterráneo, sugirió. Para convertir estos objetivos políticos en realidades, el ex-portavoz recetó una posición clara, instrumentos financieros, conocimiento y estudio. “Debemos mostrarnos como una unidad para transportar nuestros intereses y valores a la Unión Europea, y encontrar alianzas público-privadas que los respalden”, comentó aludiendo a resoluciones ‘business-friendly’.
A estos ingredientes clave, Palacio añadió la continuidad. “En la diplomacia, se trata de relaciones en el tiempo, de continuidad con consecuencia. El respeto de las formas es imprescindible, y los pequeños gestos mal orientados pueden ser dañinos para los intereses”. Para la ex-ministra, la proyección exterior de la política española se sustenta en tres vectores: “La dimensión europea, la unión mediterránea y la vocación ultramarina”. Por último, aseguró que “el alcance español en el mundo, en gran parte gracias a las nuevas formas de diplomacia y la potente Marca España, es mucho mejor de lo que piensan los españoles”, a quienes tildó de “inseguros de cara al exterior”.
“La evolución de la diplomacia española es un logro para nuestra nación. Tenemos suerte de tener buena representación española que refleja con claridad las ideas de lo que somos y lo que queremos”, concluyó Palacio. “Hace 150 años, se nos consideraba en el panorama internacional como un ‘pequeño estado euroafricano’”. Viéndolo en perspectiva, “deberíamos estar orgullosos de su evolución”, sentenció.