<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Primer fiasco de Pedro Sánchez en el lanzamiento de su vicepresidenta segunda Yolanda Díaz como candidata de toda la extrema izquierda integrada en su coalición de gobierno: Podemos, el principal partido de ese espacio político, sigue sin sumarse a la operación. </strong></h4> La formación fundada por Pablo Iglesias que ahora dirigen las ministras<strong> Ione Belarra e Irene Montero se dio de baja de la presentación preelectoral de Díaz</strong> pese a las presiones gubernamentales, de todos sus medios de comunicación públicos más los privados afines, para que sus dirigentes se plieguen al plan de Sánchez para tutelar la unidad de la izquierda en bloque. Hace ahora un año que <strong>el jefe del Ejecutivo esbozó en público su proyecto para seguir en el poder la próxima legislatura al definir como “el espacio que representa Yolanda Díaz” al conjunto de la extrema izquierda populista</strong> con el que ya gobierna. Empezaron así las <strong>suspicacias en Podemos</strong> convertidas ahora en choque abierto con la vicepresidenta aupada al cargo por indicación de Pablo Iglesias pero que no suele someterse a la disciplina de Podemos en las guerras internas del gabinete. Militante del Partido Comunista integrado a su vez en Izquierda Unida y procedente del mundo sindical (Comisiones Obreras), <strong>Díaz es una pieza clave en el alambicado proyecto de Sánchez para mantener su actual mayoría parlamentaria</strong>. Además de desgastarse él poco o nada al frente del PSOE, ahora con 120 diputados en un Parlamento con 350 escaños, necesita que sus socios de Podemos y asimilados (ahora 35) tampoco pierdan pie. Los aliados independentistas han permitido al presidente del Gobierno una legislatura cómoda en lo personal con mayorías absolutas en las principales votaciones a costa de favores o cesiones en cuestiones de Estado. Peso su margen de maniobra aritmética apenas llega a una docena de votos en el Congreso.<strong> Si la extrema izquierda que agrupó a un 13 por ciento del electorado en 2019 se hunde en las próximas elecciones como indican todas las encuestas privadas, a Sánchez no le saldrían las cuentas para repetir.</strong> <strong>En el sector sanchista del Ejecutivo buscan en Díaz la solución a la mala de imagen de Podemos</strong> y contrastan el autoproclamado éxito de la reforma laboral con el fracaso de la “ley del sólo sí es sí” de Irene Montero. También se centran en promover las virtudes de las maneras amables de la vicepresidenta frente a la agresividad de sus ministras oponentes en su propio sector: la titular de Igualdad y la de Derechos Sociales, Belarra. Comunista amable frente a populistas desabridas de la cantera de Pablo Iglesias. <strong>La promoción de Díaz y su proyecto Sumar</strong> presentado ayer con la vista puesta en las elecciones generales previstas para diciembre próximo, y con una lideresa que asegura que quiere ser la primera presidenta de España,<strong> ya ha partido en dos al actual grupo parlamentario de Podemos y afines</strong>. La mitad de sus diputados apoyaron a la vicepresidenta en el acto y la otra mitad espera órdenes de la dirección del partido en el que aún manda Pablo Iglesias. <strong>Los fieles al núcleo fundador</strong> exigen a Díaz un compromiso previo con sus principios y con sus bases (de ahí que<strong> exijan primarias</strong>) para apoyarla como candidata. La vicepresidenta traza un proyecto muy personal, sin ataduras programáticas u orgánicas con Podemos. La <strong>operación de subcontrata de Sánchez para concentrar a la extrema izquierda</strong>, o lo que en el PP llaman marca blanca, pasará su primera reválida en las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Podemos irá por su cuenta en casi toda España mientras que las formaciones de ámbito regional o local como Más Madrid o Más País (en la Comunidad Valenciana) harán lo propio con la aspiración de completar mayorías “de progreso” con socialistas e independentistas. <p style="margin: 0cm 0cm 10.0pt 0cm;">Desde el Gobierno se preparan para redoblar después su exigencia de unidad a toda la extrema izquierda obligatoria en torno a Díaz y, de momento, lanzan el mensaje de que los culpables de la división son los sectores que cuestionan el proyecto Sumar de la vicepresidenta.</p> Con el fin de reforzar la operación, medios de comunicación controlados desde el Ejecutivo y afines aparte, el Gobierno también emplea al oficial<strong> Centro de Investigaciones Sociológicos.</strong> El último sondeo ya distinguía la intención de voto de Podemos de la de Sumar, aunque todavía ni siquiera existiera. El barómetro pronosticaba así a los de Belarra, Montero e Iglesias una bajada de tres puntos sobre el 13 obtenido en los últimos comicios. En escaños supondría para los podemitas perder alrededor de 15 escaños; para Sánchez enterrar su plan de reedición del frente de izquierdas en el Gobierno.