<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>Tal como se preveía, el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, se ha erigido en el principal impedimento para que el Consejo Europeo llegue a un acuerdo sobre el plan de recuperación tras la crisis del COVID-19, a pesar de las presiones de Alemania y Francia, de las concesiones de Charles Michel y de la postura firme de Italia y España, los dos países europeos más castigados por la pandemia.</strong></h4> La maratoniana primera jornada de la cumbre comenzó ayer con un debate sobre las propuestas puestas sobre la mesa por <strong>el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel</strong>, para desbloquear el proceso: rebaja del presupuesto comunitario hasta los 1,074 billones de euros, mecanismos de corrección (los <em>cheques</em> que reducen la aportación de los países ricos al presupuesto comunitario) en favor de Dinamarca, Alemania, los Países Bajos, Austria y Suecia, un Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros con equilibrio entre préstamos, garantías y subvenciones, un sistema de mecanismos de gobernanza y condicionalidad a partir de los planes nacionales de recuperación y resiliencia y una revisión delos planes nacionales en 2022 y su aprobación por mayoría cualificada y a propuesta de la Comisión. Finalmente, la primera jornada concluyó sin consenso y los jefes de Estado y de Gobierno retomarán hoy las negociaciones a la espera de una nueva propuesta revisada de Charles Michel, quien mantuvo distintas reuniones con la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Emmanuel Macron y el propio Rutte para buscar una salida. Según la agencia Europa Press, Sánchez no participó en ninguno de los encuentros. El principal punto de discordia en la primera jornada –aparte de la condicionalidad, el tamaño del plan o las transferencias- fue el mecanismo para aprobar los planes de reformas de cada país y los consiguientes desembolsos de las ayudas. Sólo llegar a Bruselas, <strong>Mark Rutte</strong> dejó clara su oposición al “sistema de transferencias” y reclamó “un compromiso claro en materia de reformas” en los ámbitos laboral y de pensiones parte de los países del “Sur” (por sus propias palabras) como condición para la concesión de las ayudas. Buena parte de las discusiones se ayer se centraron en las condiciones para acceder al fondo de reconstrucción. Aunque, según diversas fuentes, Rutte cedió en parte a su firme reclamación de unanimidad para la aprobación de los planes nacionales (una propuesta en la que se quedó solo y no le apoyaron ni siquiera los otros tres países frugales, Dinamarca, Suecia y Austria), sí insistió, como condición para apoyar el fondo, en que se le den garantías a su Gobierno (y a los “contribuyentes holandeses”) de que se van a llevar a cabo las reformas. Mark Rutte, que lidera un gobierno de coalición y se perfila como el candidato de los liberales en las elecciones generales de 2021, acudió Bruselas con el respaldo mayoritario del Parlamento de su país. Durante el debate, <strong>el primer ministro italiano, Giuseppe Conte</strong>, advirtió a Rutte de que este mecanismo de control es “incompatible con los tratados europeos e impracticable a nivel político” y tanto él como <strong>el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez</strong>, insistieron en que la propuesta de la Comisión Europea representa el “mínimo aceptable” para los dos Gobiernos. A su llegada a Bruselas, Sánchez declaró a los medios que “todos” los líderes europeos están “obligados a llegar a un acuerdo” para paliar las consecuencias de “la pandemia más grave que ha sufrido la humanidad en los últimos cien años”, y aseguró que acudía a la cumbre con “ánimo constructivo” para lograr un acuerdo y con la intención de defender los intereses nacionales en ámbitos como el de la agricultura, la gobernanza del Fondo de Recuperación y las políticas en que debe centrarse.