<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, emprende hoy una gira por Países Bajos, Alemania y Suecia con vistas al trascendental Consejo Europeo de esta semana y después de comprobar, con la derrota de Nadia Calviño en el Eurogrupo, que la acción diplomática y el apoyo expreso de los grandes Estados miembros no bastan para garantizar el éxito.</strong></h4> Los próximos 17 y 18 de julio se celebrará en Bruselas un <strong>Consejo Europeo </strong>en el que se debatirán asuntos trascendentales para la salida de la crisis económica generada por la pandemia del COVID-19, como el Fondo de Recuperación, el Marco Financiero Plurianual 2021-2027 (MFP, el presupuesto comunitario) y los mecanismos de gobernanza y supervisión de los planes de recuperación de los Estados. El objetivo de España es que en este mismo Consejo se llegue a un acuerdo sobre estos puntos, pero para ello habrá que <strong>convencer a los llamados países <em>frugales</em> (Países Bajos, Suecia, Dinamarca y Austria) para que acepten la propuesta de la Comisión Europea (respaldada por Francia, Alemania, España, Italia y Bélgica, entre otros)</strong> de crear un fondo de recuperación europeo, con escasas condiciones, de 750.000 millones de euros, 500.000 millones mediante transferencias directas no reembolsables y 250.000 millones mediante préstamos. Con este fin, Pedro Sánchez viajará hoy a La Haya para por entrevistarse con el <strong>primer ministro holandés, el liberal Mark Rutte </strong>(el <em>frugal </em>más radical entre los cuatro <em>frugales</em>), con quien mantendrá un encuentro bilateral y un almuerzo de trabajo y con el que no se ha previsto ninguna declaración pública. Mañana, el jefe del Ejecutivo llegará a Berlín, donde será recibido por <strong>la canciller democristiana alemana Angela Merkel</strong> (presidenta de turno de la UE desde el 1 de julio), con la que hará una declaración conjunta (sin preguntas) ante los medios en la sala de prensa de la Cancillería. Por la noche viajará a Estocolmo, donde el miércoles mantendrá un desayuno de trabajo, una reunión bilateral y finalmente una rueda de prensa con <strong>el primer ministro sueco, Stefan Löfven</strong>. Según informaron fuentes de Moncloa, el objetivo del presidente del Gobierno es transmitir a sus interlocutores (especialmente a los dos <em>frugales</em>) un mensaje positivo: <strong>convencerles de que tanto el Plan de Recuperación en su actual propuesta de la Comisión como la aprobación de un MFP ambicioso es algo “bueno para Europa” y no sólo para los países más afectados por la pandemia</strong> (como España o Italia), porque ayudará a toda a UE a salir rápidamente de la crisis sin asimetrías, en condiciones de igualdad y preservando el funcionamiento del mercado interno, todo ello en un marco actual de estabilidad financiera que no conviene poner en riesgo. Aparte, Sánchez asegurará que estas propuestas suponen una “enorme oportunidad” para emprender y acelerar las reformas hacia la economía verde y en el ámbito digital. En lo que respecta a los <strong>mecanismos de gobernanza del Fondo de Recuperación</strong>, las mismas fuentes indicaron que España ve con buenos ojos que el Consejo Europeo supervise los planes nacionales de salida de la crisis, pero considera inaceptable que ello derive en la creación de una nueva troika (como en la crisis de 2008) y en el establecimiento de algún mecanismo de veto como el que propone Países Bajos, que ha reclamado la unanimidad de los 27 para aprobar las reformas de cada Estado miembro. A juicio de España, el mecanismo de seguimiento más equilibrado y cómodo es el semestre europeo, en el que tiene más peso la Comisión y al que se someten todos los Estados de la UE. Aparte, el Gobierno de Sánchez pretende que el sistema de supervisión no afecte a la eficacia ni a la agilidad en la asignación de los fondos. <h5><strong>Nadia Calviño</strong></h5> La gira de Sánchez se produce pocos días después de la derrota de la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital de España, Nadia Calviño, en la votación del pasado jueves para la Presidencia del Eurogrupo, en la que figuraba como favorita. Calviño fue derrotada por un solo voto en la segunda vuelta. Según declaró ella misma a Onda Cero, durante las negociaciones previas había “apalabrado” al menos diez votos en el Eurogrupo, lo que hubiera bastado para obtener la mayoría absoluta (la Eurozona cuenta con 19 miembros), “pero al final alguno de los ministros no hizo lo que dijo que iba a hacer”. La votación fue telemática y secreta, lo que impide saber públicamente quiénes han votado a quienes. La candidatura de Calviño había logrado el apoyo expreso de Alemania, Italia y Francia, además de Grecia y de Portugal, y desde el Gobierno español se las prometían muy felices. Según informaron fuentes de Moncloa, en la primera votación obtuvo nueve votos (más que ningún otro candidato), pero en la segunda ronda la candidatura del conservador irlandés Paschal Donohoe consiguió reunir los votos del luxemburgués Pierre Gramegna y se hizo con la victoria. Las citadas fuentes de Moncloa se han negado a hacer ninguna autocrítica y han asegurado que <strong>el Gobierno español hizo lo que tenía que hacer para conseguir la victoria de la vicepresidenta.</strong> La Presidencia del Eurogrupo no otorga poder ejecutivo, capacidad decisoria ni voto de calidad, pero sí permite controlar la agenda e influir en los debates y en la búsqueda de consensos, lo cual hubiera podido tener su importancia en los actuales debates europeos sobre el Fondo de Recuperación o el MFP. Aparte, la votación ha demostrado que el mero hecho de contar con los socios más importantes de la Eurozona no es suficiente para conseguir la victoria. Aunque dos de los países <em>frugales</em> no pertenecen a la Eurozona (Suecia y Dinamarca), y pese a tratarse de una votación muy diferente, la derrota de Calviño podría debilitar la posición de Pedro Sánchez ante el Consejo Europeo de esta semana. A ello se une la posición de algunos países como Irlanda, Malta o los miembros del Benelux, que se aprovechan de su propio régimen fiscal para atraer inversiones y recelan de la actitud de España a favor de una mayor armonización fiscal en la UE.