Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
El coronavirus es una pandemia mundial. No voy a entrar en las discusiones de cómo enfrentarlo médicamente, ni cuál fue su origen y por qué apareció. Creo que todos estaremos de acuerdo en que el coronavirus es una “enfermedad que se extiende a muchos países y que ataca a casi todos los individuos”. El problema principal del coronavirus no es su mortalidad, que parece que no es muy alta salvo para grupos de riesgo, fundamentalmente las personas mayores, sino la facilidad de su contagio y la rapidez de su expansión, que da lugar a que las camas para cuidados intensivos (UCI) y respiradores sean insuficientes.
Estados Unidos ya es el tercer país con mayor número de contagiados, detrás de China e Italia. Ha superado a España, que pasa al cuarto puesto. Estados Unidos es un gran país, como demostró en el siglo XX al enfrentarse y ser decisivo para derrotar a la Alemania nazi y al Japón militarista y al imperio soviético durante la Guerra Fría. En estos momentos Estados Unidos tiene un líder, Donald Trump, que llegó al poder democráticamente, que está haciendo funcionar la economía y que ha sabido superar el acoso de los medios de comunicación de izquierdas en su país (CNN, New York Time, Washington Post). Cuenta con un apoyo creciente de la población, lo que presumiblemente le llevará a ganar las próximas elecciones del martes 3 de noviembre.
Trump se ha enfrentado con serenidad, pero con rotundidad y claridad innegable al socialismo marxista. En esta línea ha sido firme con Venezuela y Bolivia y, por supuesto, con Cuba, cuya falsa “democracia y prosperidad antiimperialista” sigue denunciando con firmeza.
En suma, Trump cuenta con una serie de logros en su mandato que le llevan a la reelección. Lo único que puede bloquear su camino es el coronavirus. Es otro enemigo mundial al cual Trump debe vencer actuando acertadamente. Los medios de comunicación, inclusive los de centro y derecha españoles, han dado titulares anti-Trump. Parecen querer presentar a un Trump insensible, ante la mortalidad que pueda causar el coronavirus en la población. En otras palabras, como el tópico capitalista, al que no le importan las condiciones de trabajo y salubridad de los obreros, con tal de que la fábrica siga dando beneficios.
El Washington Post, un periódico progre, señala que la Casa Blanca ha recibido peticiones de flexibilizar, al menos parcialmente, el “lockdown”, el cierre que se está intensificando en el país. El periódico subraya que esas peticiones proceden de la comunidad empresarial y de economistas liberales, es decir de los malévolos imperialistas. (Por cierto, ¿alguien sabe cuántos autónomos y mini empresas hay en EEUU? ¿O es que allí sólo existe el “gran capital”?)
Sin embargo, la realidad desmiente los descalificativos. El procedimiento para el diseño de las políticas que prepara Trump ante el coronavirus, y su coste económico, también han sido publicados. Lo primero a destacar fueron las reuniones iniciales, para dar imagen de unidad, que realizó con empresarios y representantes del pueblo americano, de todos los colores. Ahora la reunión del Senado, en la que los republicanos son mayoría y en la que parece que, conjuntamente, con los demócratas han llegado a un acuerdo.
Todo esto, moleste a quien moleste, pone en evidencia que los estadounidenses tienen, como individuos, sus propios intereses, pero ante todo se sienten estadounidenses y patriotas (¡Qué diferencia con nuestra España!, tan bien descrita por Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”). Si Trump sabe hacerlo, y parece que va por ese camino, EEUU saldrá adelante más rápidamente y más unido. Ojalá sea así para que otros aprendamos. Y para los recelosos, aventuro: No me extrañaría nada ver a Trump, en el inmediato futuro, inaugurando hospitales de campaña, con ayuda del Ejército, para atender la demanda creciente, es decir, muchos otros IFEMAs. La solidaridad real no es monopolio de nadie. No insistan. No tiene color político.
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