Infinidad de ríos y arroyos construyen bellos enclaves para disfrutar de las zonas naturales de baño que, además, posibilitan la práctica de un sinfín de actividades vinculadas al agua, como turismo activo, termal, náutico o fluvial. La Vera, famosa por su pimentón y por la floración de sus almendros, es todo un oasis durante el periodo estival en Extremadura.
Situada en la vertiente sur de la Sierra de Gredos se encuentra La Vera, una comarca con una esencia especial y una riqueza paisajística envidiable. Más de 46 gargantas de aguas cristalinas, fruto del deshielo de las cumbres de la Sierra de Tormantos, serpentean por estas montañas para desembocar en el río Tiétar, charcas de inigualable belleza que cautivan cada vez a más turistas.
El antojo del devenir del agua durante siglos nos deslumbra formando gargantas caudalosas, pozas naturales creadas de la nada entre piedras, oquedades de granito y piscinas naturales, bellísimas imágenes que nos sorprenden una tras otra y que dotan de vida y fertilidad a la comarca, desde el corazón de las montañas de la Sierra de Gredos.
Pese a no ser un lugar muy conocido, su atractivo ya era patente tiempo atrás. No en vano, hay escritos del siglo XVII del cronista Rodrigo Méndez Silva refiriéndose a la Vera: “es sitio no sólo de los más fértiles, amenos y abundantes que hay en España, sino también en toda Europa y Asia”.
Cascada del Diablo
Considerada como una de las mejores cascadas del territorio nacional, sus aguas bravas transcurren por la Garganta de Gualtaminos (cuyo significado en árabe es «garganta que no se seca») y proceden de la Sierra de Gredos, yendo a parar al río Tiétar. De fácil acceso, la cascada es una sucesión de saltos de más de 20 metros en total, de diferente altura cada tramo.
Garganta de Minchones
Su gran caudal genera numerosos charcos a lo largo del descenso. También está situada en Villanueva de la Vera y esconde otras muchas sorpresas, como Los Muros, donde se hallan los restos de un antiguo puente romano, el charco de las Islillas y el embalse de Minchones.
Las Pilatillas en Garganta La Olla
Pozas en las que abundan oquedades naturales formadas por la erosión fluvial y se componen de tres piscinas naturales llamadas Pilatillas de Arriba, Charco del Calderón y las Pilatillas de Abajo.
Garganta de Jaranda
Su gran caudal la hace idónea para darse un buen baño. Además, el atractivo de su ubicación y el hecho de que la atraviesa el puente Parral hacen que sea posible divisar algunas cabras montesas y realizar una de las rutas trazadas para conocer todos los rincones de este paraje.
Garganta de Alardos
Ubicada en Madrigal de la Vera, en un paraje protegido. Es tal la fama que han adquirido los charcos que componen esta garganta que todos tienen nombre propio. Su puente romano es una de las postales más bonitas de la localidad.
Garganta de Cuartos
Tras la Garganta de Alardos, la de Cuartos es la más caudalosa de esta bella comarca. La piscina natural está ubicada justo debajo del puente medieval. Allí, la garganta gana en profundidad siendo el lugar ideal para el baño. Existen muchos molinos en su ribera que merece la pena visitar.
Garganta y piscina natural de Vadillo
Un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y el deporte de montaña. Atravesando un espeso bosque de robles y tras un estrecho sendero, se accede a la Garganta de Vadillo. Un corto descenso con cuatro rápeles, tres saltos y dos toboganes harán las delicias de los más aventureros.
Descanso imperial en el Parador de Jarandilla
Entre arroyos y con la sierra de Gredos de telón de fondo, el Parador de Jarandilla se encuentra en la bella comarca elegida para el retiro del hombre más poderoso de su tiempo. El castillo, hoy parador, fue el penúltimo refugio del emperador Carlos V en 1557.
El que fuera castillo de los condes de Oropesa fue construido probablemente a finales del siglo XIV. El castillo se levantó en torno a tres recintos cuadrangulares, fabricados con mampostería y sillería y a él se accedía a través de un puente levadizo porque tuvo muralla y foso, todavía visibles.
Su carácter defensivo lo acreditan sus macizas torres. Fue prácticamente destruido durante la Guerra de la Independencia, y tras varias reformas, se adaptó como Parador de Turismo en 1966. El castillo está declarado Monumento Histórico de Interés Cultural. Su patio de armas da paso a un interior donde se respira tranquilidad e intimidad. En su restaurante se encuentran las especialidades gastronómicas de la zona como paletilla de cabrito, bacalao con muselina de ajo, patatas revolconas y repápalos con anisete y canela. Todo un placer para los sentidos.
Jarandilla es otro de esos pueblos con encanto que embellece con el paso del tiempo. De su arquitectura civil destaca la casa de Don Luis de Quijada, así como diversos puentes medievales. Encontramos también muchos edificios religiosos como el convento de San Francisco, o la iglesia de Nuestra Señora de la Torre.
En los alrededores de Jarandilla, podemos visitar cinco poblaciones declaradas Conjunto Histórico Artísticos; Pasaron de la Vera, Garganta de la Olla, Cuacos de Yuste, Valverde de la vera y Villanueva de la Vera.