Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
La respuesta es taxativa: No, un no rotundo. La derecha no tiene visión histórica. La izquierda sí, salvo la izquierda socialdemócrata que ha renegado del marxismo. El resto de la izquierda española y, en particular, la nueva izquierda, sigue apegada a él, admirándolo, no sólo como filosofía sino como realidad viva, en Cuba y en Venezuela. Por razones de brevedad nos centraremos hoy en una de las dos áreas clave del desarrollo de la sociedad humana, la economía. En el próximo artículo abordaremos la parte política.
En la economía, la derecha parece que aún no se ha dado cuenta de que la izquierda sigue atribuyendo todos los problemas sociales y económicos al capitalismo explotador y considera que las fuerzas productivas (en particular los trabajadores) están bloqueadas porque la propiedad está concentrada en manos de unos pocos, cosa falsa en los países desarrollados. Por ello, la izquierda propone atacar directamente a la propiedad por aplicación del marxismo revolucionario.
Si la expropiación no se logra por vía revolucionaria, hay otros medios también explícitamente enumerados en el Manifiesto Comunista: freír a impuestos a los propietarios privados, expropiar la propiedad inmueble, abolir el derecho de herencia, confiscar la fortuna de los desafectos, centralizar el crédito en el Estado por medio de un Banco público, en régimen de monopolio, etc. Por esta vía se termina igualmente imponiendo la dictadura del proletariado. Ejemplo, el camino que ha recorrido Venezuela en estos últimos veinte años.
Ahora bien, tenemos en Europa otro ejemplo del desastre social y económico que provoca la filosofía de la izquierda: Grecia. En este caso no fueron solamente los gobiernos marxistas los culpables de la situación, sino también los de derechas y los socialdemócratas que los precedieron. (Simitis, socialista, 1996-2004; Karamanlis, centroderecha, 2004-2009 y Papandreu, socialdemócrata, 2009-2011). La Comisión Europea optó por rescatar a Grecia mediante préstamos, pero a la vez le impuso duras medidas de reformas y ajustes, lo cual creó aumenté el descontento social y facilitó que, en 2015, llegara al poder el partido radical marxista de Tsipras y Varufakis. Pretendieron no aceptar el camino de reajustes que exigía la Comisión Europea, pero el primer ministro Tsipras aceptó un fuerte ajuste económico y un seguimiento permanente de los hombres de negro de Bruselas.
La conclusión, mirando a los países hoy excomunistas, pasando por Venezuela y llegando al caso de Grecia, es contundente. La economía de todo país debe tener, como núcleo central, al sector privado, desde la gran empresa hasta el autónomo. Igual ocurre con el empleo, que debe provenir fundamentalmente del sector privado. El sector público tiene un papel imprescindible para producir servicios, que no parece razonable que queden al margen del Estado, tales como la justicia, la policía, las instituciones de regulación y control. Sin embargo, tiende a la ineficiencia y, hoy por hoy, es mucho mejor que el sector privado se encargue de todo lo que sea posible.
Los partidos de derecha y centro derecha deberían ser claramente conscientes de ello y hacer un papel didáctico para comunicarlo a la ciudadanía. La derecha debe rechazar el mito marxista de que lo público es bueno por el mero hecho de ser público. La eficiencia es un requisito irrenunciable. ¿Qué cuesta cada servicio? El gratis total no existe. La derecha debe ser consciente del impacto destructivo del pensamiento marxista en la economía. Frente a él, la derecha debe ser radical, exaltando la propiedad y la iniciativa privada y exigiendo que el Estado sea fundamentalmente un regulador y que los servicios públicos que gestione sean eficientes y tengan costes razonables.
Continuará en ‘¿Tiene la derecha visión histórica? II’
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