José A. de Yturriaga Ph-D.
Embajador de España
Pese a ser parte en el Tratado de No Proliferación y aceptar las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica-, Irán ha sido tratado por la Comunidad Internacional peor que otros Estados nucleares que, ni son parte en el TNP, ni aceptan inspección internacional alguna. Irán tiene derecho a desarrollar su industria nuclear con fines pacíficos y a enriquecer el uranio necesario para dicho desarrollo.
La Comunidad Internacional no aceptaba que Irán pudiera fabricar bombas atómicas y ejerció una gran presión sobre él, a diferencia de la actitud tolerante hacia Francia, China, Israel, India o Pakistán, que les que permitió dotarse de armamento nuclear. Cuando Irán inició el proceso de enriquecimiento de uranio -al que estaba legítimamente autorizado-, fue condena por el Consejo de Seguridad y Estados Unidos y la Unión Europea le impusieron sanciones económicas.
Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania firmaron con Irán en 2015 un Acuerdo por el que éste se comprometía a restringir su programa nuclear –bajo estricto control del OIEA-, y a desconectar dos tercios de sus centrifugadores y exportar el 98% de su uranio, y Estados Unidos y la UE prometieron levantar gradualmente las sanciones que le impusieron.
Sin embargo, Donald Trump –que situó a Irán en el eje del mal- alentó a Israel y a Arabia Saudita a formar una alianza contra Irán, cuyo Gobierno era responsable de la inestabilidad en Oriernte Próximo y proporcionaba a los terroristas un puerto seguro, respaldo financiero y la coyuntura social necesaria para el reclutamiento. Irán financiaba armas y entrenaba terroristas, milicias y grupos extremistas que provocaban la destrucción y el caos en la región y alimentaba las llamas del conflicto sectario y el terror. Su Gobierno prometía la destrucción de Israel y la muerte de América. Criticó el Acuerdo nuclear y amenazó con retirarse del mismo. Israel denunció que el Gobierno iraní tenía un plan nuclear secreto, sin aportar prueba alguna y en contra de los informes de los inspectores del OIEA, que atestiguaban que Irán respetaba sus compromisos.
En 2018, Trump dio un ultimátum a los co-signatarios del Acuerdo para que corrigieran sus defectos e incluyeran en él nuevas cláusulas relativas a la capacidad nuclear de Irán y a su programa de misiles balísticos, y -cuando éstos se negaron- denunció el Acuerdo, aplicó duras sanciones a Irán y amenazó con represalias a las empresas que comerciaran con él. El Gobierno iraní pidió a los Estados Parte que le compensaran de los enormes perjuicios económicos que le causaba el boicot norteamericano, pero éstos fueron incapaces de hacerlo. En consecuencia, se ha desentendido de sus compromisos y aumentdo el enriquecimiento de uranio por encima del límite acordado. La actitud norteamericana está proporcionando argumentos a los radicales, porque demostraría que sólo son atacados los Estados que carecen de armamento nuclear -como se ha puesto de manifiesto con Corea del Norte- y obstaculizando la labor de los aperturistas, que recibieron con júbilo la firma del Acuerdo y ahora se sienten abandonados.
La última fechoría cometida por Irán ha sido el apresamiento el 19 de Julio en el estrecho de Ormuz, del petrolero británico “Stena Impero”, que ha llevado a la Comunidad Internacional a condenar este proceder. La acción de “apresar” dicho buque fue ilegal, aunque supusiera una represalia contra el acto asimismo ilegal de Gran Bretaña de “retener” otro petrolero en el estrecho de Gibraltar. De conformidad con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, los buques gozan del derecho de paso en tránsito por los estrechos utilizados para la navegación internacional, paso que no podrá ser obstaculizado ni interrumpido por el Estado ribereño, lo que ha ocurrido en los estrechos de Ormuz y de Gibraltar. Aún cuando el hecho que provocó el apresamiento del “Stena Impero” ofreciera una supuesta base legal –según el Gobierno iraní el petrolero violó las reglas de navegación, colisionó con un pesquero y no hizo caso a los avisos de las autoridades marítimas-, la detención del buque y su retención en Bandar Abbas son ilegales, al igual que el apresamiento y retención del “Grace-1” en Gibraltar.
La Comunidad Internacional ha condonado el apresamiento del primero por considerarlo “legal” y condenó el del segundo por calificarlo de “ilegal”, aplicando un doble estándar en relación con Irán. Los Estados de la UE se han solidarizado con Gran Bretaña y solicitado al Gobierno iraní que ponga fin a la “captura ilegal” del “Stena Impero”. Estados Unidos ha enviado un contingente de 500 soldados a Arabia Saudita como elemento disuasorio y propuesto a sus aliados el envío de una flota que se una a sus buques de guerra para velar por la libertad de navegación por el estrecho de Ormuz. Es cierto que últimamente se han producido algunos incidentes con la colocación de minas en algunos petroleros en tránsito por el estrecho de Ormuz, acciones de las que Estados Unidos ha acusado a Irán sin aportar las debidas pruebas, pero resulta exagerado hablar de bloqueo iraní del estrecho por el que pasan a diario cientos de buques –incluidos quince con pabellón británico- cuando sólo ha sido detenido a uno.
La actitud de Estados Unidos legitima las pretensioness del sector duro del Gobierno iraní de dotarse de armas nucleares, Los países de la UE deberían, apoyar al Presidente Hasan Rohani y al sector moderado de la sociedad de Irán, para que su Gobierno adopte una actitud más colaboradora en Siria, Líbano,Yemen o Palestina, y normalice sus relaciones con el mundo democrático. Deberán asimismo abstenerse de aplicar un doble estándar a Irán en la evaluación de su política.
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