<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell, admitió ayer en Bruselas que sus aspiraciones a la jefatura de la diplomacia europea dependen de varias “circunstancias”, como el resultado de la candidatura de Ursula von de Leyen para la presidencia de la Comisión o, incluso, la posibilidad de que los independentistas catalanes intenten aprovechar las acusaciones de “espionaje” para torpedear sus posibilidades.</strong></h4> Borrell participó ayer en la que debería ser su última reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE en calidad de ministro. La reunión fue presidida, también por última vez, por la todavía <strong>Alta Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, Federica Mogherini</strong>. Si se cumplen las previsiones, el español será quien presida la reunión prevista para el 14 de octubre, ya al frente de la diplomacia de la Unión. Para que ello sea así, aún deberá superar algunos escollos. “La candidatura es una candidatura, es una propuesta del Consejo al Parlamento y tiene que ser aprobada y, naturalmente, todas las circunstancias pueden influir en ello”, declaró Borrell a la prensa a su llegada a la reunión. Una de esas circunstancias podría ser lo que suceda con la candidatura de <strong>Ursula von der Leyen</strong> para la Presidencia de la Comisión Europea, cuyo nombramiento será votado hoy por el Parlamento Europeo. Tanto el cargo de Borrell como el de la alemana fueron negociados dentro del mismo paquete por los líderes europeos, aparte de que la jefatura de la diplomacia europea equivale a una vicepresidencia de la Comisión. “Voy a hacer todo lo que pueda para conseguir el mayor número de votos para la candidata a la presidencia”, aseguró Borrell ante los periodistas. No obstante, ella lo tiene “relativamente fácil, porque le basta con la mitad más uno de los votos”, mientras que “a otros nos hacen falta dos tercios”, admitió. Otra circunstancia tiene que ver con <strong>la posición de los socialistas europeos</strong>, que se mostraron muy contrariados con el reparto de cargos aprobado en el Consejo Europeo. Al respecto, Borrell recordó ayer que “el grupo socialista europeo tiene una presidenta española (Irache García) y el Partido Socialista, el presidente del Gobierno en funciones y el secretario general del Partido Socialista (Pedro Sánchez, en ambos casos) han apoyado el acuerdo”. “Sé que tienen diferentes opiniones, pero el presidente del Gobierno hará todo lo posible para que salga la propuesta”, añadió. Pero la circunstancia aparentemente menos determinante, pero posiblemente más molesta, es la posibilidad de que los independentistas catalanes aprovechen las acusaciones de espionaje a sus delegaciones en el exterior para intentar perjudicar la candidatura de Borrell. "Si pueden hacerlo, lo harán, claro", admitió. “Pero yo no tengo mucho que decir. <strong>Ni la Generalitat tiene embajadas, aunque se empeñen en llamarlas así, ni el Ministerio tiene espías</strong>”, añadió. <h5><strong>Venezuela: proceso de Oslo y sanciones concretas</strong></h5> En lo que respecta a los temas tratados en el Consejo, y tal como estaba previsto, Borrell propuso ante sus colegas en el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE que se dé más tiempo al proceso negociador puesto en marcha en <strong>Venezuela</strong> bajo los auspicios de Noruega y planteó “la necesidad de combinar" la apuesta por el diálogo con “las sanciones contra los represores”. “Las sanciones no pueden ser un instrumento que perturbe la esperanza que ha levantado el proceso de Oslo y la primera prioridad es que este proceso”, afirmó en la rueda de prensa posterior al Consejo. No obstante, admitió, “han ocurrido acontecimientos dramáticos, individuales, provocados por individuos concretos, que tienen que ser objeto de una respuesta sancionadora por parte de la comunidad internacional". Por ello, España propuso ayer en Bruselas la posibilidad de aprobar <strong>sanciones "precisas y concretas</strong>" <strong>como respuesta a hechos "precisos y concretos"</strong>, una idea a la que, según Borrell, "nadie se ha opuesto". "Tiempo habrá si esas negociaciones no prosperan, pero <strong>esas negociaciones tampoco pueden ser un escudo protector para personas que se han identificado, parece ser, como los responsables de un acto tremendo, preciso, que tienen que ser objeto de sanciones precisas y concretas</strong>", insistió.