Víctor Arribas
Periodista
La victoria en Grecia de Nueva Democracia y de Kyriakos Mitsotakis abre una nueva etapa en el país heleno tras cuatro años de Gobierno de izquierda. Es la primera mayoría absoluta en Grecia desde que comenzó la crisis económica, y ha permitido al ganador obtener casi el 40% de los votos y situarse a nueve puntos del segundo partido, que además era el que sostenía al Ejecutivo griego. Este resultado podría augurar que también a países como España volverán las mayorías absolutas en el futuro.
Ateniense de 51 años, el futuro primer ministro es hijo de Constantinos Mitsotakis, el jefe del Gobierno griego en los años 90, y descendiente de un amplio linaje de políticos conservadores (es hermano y tío de alcaldes de Atenas). Tanto, que lleva toda la vida luchando contra la etiqueta de ser tan sólo un eslabón de la línea dinástica que pone o quita dirigentes en el poder griego. No quiere que le identifiquen con el ‘establishment’, pero es una verdadera tentación. Hasta la televisión española le ridiculizaba este fin de semana por sus lazos familiares, haciendo en contra una descripción generosa e imponente de su adversario Alexis Tsipras como el verdadero único gobernante por y para el pueblo. Pero Kyriakos ha empeñado su carrera política para conseguir desligarse del lastre que puede suponer su herencia familiar, y quiere demostrar que la derecha que él lidera es tan confiable como capaz de guiar a Grecia hacia un futuro más próspero que su reciente pasado, con tres rescates en la década negra de sus antecesores. Como él ha dicho en alguna entrevista, quiere ser más Kyriakos que Mitsotakis, romper amarras con el apellido que lleva.
Es diputado desde hace quince años y ha sido ministro en el Gobierno de Samaras. Se ha graduado en Harvard (Estudios Sociales) y en Stanford (Relaciones Internacionales), y tiene experiencia en la gestión de capitales en el Chase Manhattan Bank, McKinsey y Alpha Bank. Lo contrario al populismo de izquierdas que tanto ha anidado en el sur de Europa en el último lustro y con tan magros resultados para los ciudadanos. Por este flanco recibirá las habituales críticas que descalifican a cualquiera que haya hecho carrera en el sector financiero mundial. Financial Times titulaba el pasado diciembre un perfil sobre Mitsotakis con esta sentencia: “Un ex-McKinsey, favorito para ser el próximo primer ministro griego”. La web Politico, acusada de tener un ‘tinte republicano’, le tildaba directamente el pasado abril como el pasajero oculto bajo el manto de Trump: “Greece’s Trojan Trump”.
Hoy se difunden profusamente análisis que contraprograman la verdadera motivación de los griegos con este voto. Hoy se coloca el conflicto de Macedonia del Norte como causa fundamental del fracaso de Syriza, y no su inoperancia en materia económica y sus nulos resultados en el avance de su competitividad. El partido que sorprendió a los europeos en 2015 ha perdido tres elecciones coincidentes en fecha: locales, regionales y europeas. Y a ese fracaso ha sumado el resultado de este domingo que otorga a los conservadores el Gobierno y la responsabilidad de encauzar el futuro económico tras los rescates. Tsipras prometió revertir la tan vituperada austeridad, y se marcha como paladín y máximo aplicador de estas recetas en el país de las mil islas. Y pactó además con la ultraderecha, como el populismo de izquierdas también ha hecho en Italia, consiguiendo el beneplácito que se niega en Europa a otras opciones ideológicas que intentan hacer eso mismo. Syriza es ya historia para los griegos, que sólo estarán pendientes de su rumbo en el futuro para confirmar si el camino que le espera es el mismo que transitó antes el PASOK, y en el que aún se encuentra (su heredero se ha quedado en un escueto 8% de los votos).
Mitsotakis ofrece un programa de reformas y estímulos económicos. Y dar marcha atrás en los recortes que Tsipras ha aplicado desde que llegó al poder, con el beneplácito de la izquierda europea que ha pasado de suspirar por una foto junto a Alexis a esconderse para que no les vean juntos. Es un manual de reducción del gasto público, de racionalización de los impuestos, de eliminación de plazas de funcionarios accesorias, y de empuje a la iniciativa privada como verdadero motor de la economía. Mitsotakis ha recibido en las urnas un refrendo clarísimo hacia su defensa de los convenios directos entre la empresa y sus trabajadores, eliminando los marcos reguladores de los convenios colectivos sectoriales que no reparan en la situación de cada pyme que los firma. Y apuesta además por la iniciativa privada en el ámbito universitario, y por endurecer las condenas por delincuencia común. La música suena perfecta para él, pero será la letra de los resultados la que marque su mandato, centrado en los objetivos de dar confianza y atraer las inversiones del continente.
Este artículo ha sido publicado originalmente en Atalayar