Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
El siglo XXI es, a pesar del nivel actual de conflictos, una era de esperanza que puede hacerse realidad, tanto más rápidamente cuanto mayor sea el compromiso con la fraternidad y la democracia. Si grandes instituciones religiosas y culturales mostraran, específicamente, su apoyo a los valores que se enumeran en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y se centraran en construir el futuro, facilitarían la confianza y la colaboración. Sin embargo, hace apenas dos semanas, una mezquita de Sevilla envió al rey Felipe VI una carta desafortunada y poco constructiva. Por ello, creo que sería muy positivo que, los representantes de los musulmanes, que viven en España, enviaran al rey una carta con un texto similar al siguiente:
Majestad, como representantes de las Comunidades Islámicas en España, le manifestamos que estamos muy agradecidos por vivir en esta Nación, algunos, ya como ciudadanos españoles y otros, como inmigrantes legalizados. Asimismo, le expresamos nuestro pleno acatamiento a la Constitución y a su marco de libertades y derechos.
Somos conscientes de que antepasados musulmanes invadieron la España cristiana en el año 711 y sometieron a sus habitantes. La reacción cristiana nos fue expulsando paulatinamente del territorio, culminando en 1492 con la toma de Granada. En todo caso, es muy probable que, en esos siete siglos de coexistencia, la sangre de los invadidos y de los invasores se mezclara y que esa mezcla existiera en muchos de los que fueron expulsados y en muchos de los que les expulsaron. Entendemos que la historia es historia, que eran otros tiempos. Tanto en la invasión como en la expulsión posterior, en ambas partes, se aplicaron comportamientos, propios de aquella época, aunque sean inaceptables hoy. Creemos firmemente que, tanto la Yihad como las Cruzadas, son meramente parte de una historia de conflictos sangrientos que no debe repetirse.
El mundo anhela la paz y las religiones deben colaborar intensamente a ello. El islam que profesamos no tiene sentido más que como religión de paz. Entendemos que la religión debe ser, ante todo, una vivencia interior de las personas y de su relación con Dios. No debe imponerse nunca a otros. La voluntad de Dios es que todos vivamos como hermanos en libertad.
Somos conscientes de que España, en su marco de derechos y libertades, incluye el derecho de libertad religiosa, el cual nos permite vivir y manifestar nuestra fe. Entendemos que la cultura de valores, que la Constitución define, establece la plena igualdad entre el hombre y la mujer y la respetamos. Asimismo, somos conscientes de que la cultura actual española contiene costumbres alimenticias que no son usuales o aceptadas en los países islámicos, tales como el uso del cerdo, como fuente de alimento. Para nosotros eso es algo inadecuado. No obstante, puesto que estamos en España respetaremos la cultura de comer jamón y beber vino. El velo para la mujer es una costumbre islámica al igual que, en el pasado, lo fue también en el cristianismo. Deseamos que nuestras mujeres voluntariamente lo puedan seguir usando, si bien respetaremos aquellos contextos laborales en los cuales la normativa española no lo contemple.
Somos también conscientes de que la manifestación externa de hechos diferenciales, puede crear conflictos, por lo cual pretendemos ser plenamente respetuosos con el marco legal vigente. Por ello, entendemos y aceptamos que en España las personas no puedan ir con la cara cubierta por las calles, entre otras cosas por razones de seguridad. Asimismo, lamentamos profundamente los atentados que en nombre del islam se han realizado y que, sin excusas, repudiamos, pues son la antítesis de la convivencia que Alá desea para todos.
En suma, Majestad, nos sentimos inmersos y agradecidos por vivir en la Nación española. Queremos contribuir a la paz y prosperidad de todos. Queremos que se nos perciba como ciudadanos respetuosos de las tradiciones y derechos y libertades constitucionales. Queremos promover y promoveremos, el diálogo, el entendimiento y la cooperación entre todas las religiones y culturas y, en especial, deseamos crear relaciones fraternales con todos los ciudadanos españoles, cualquiera que sea su religión o filosofía. Esperamos que otras instituciones religiosas y culturales hagan, en aras del entendimiento, manifestaciones similares a la que hacemos en esta carta. Que Dios le bendiga, Majestad, así como a esta hermosa Nación y a todos sus ciudadanos.
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