Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
Las elecciones autonómicas andaluzas son las primeras que se celebran desde que Pedro Sánchez llegó al poder en junio. Había manifestado previamente que, si ganaba la moción de censura a Rajoy, convocaría inmediatamente elecciones generales. Pero de inmediato cambió de parecer y, como se ve, no parece que vaya a haber crisis de gobierno, embajadas catalanas, carencia de Presupuestos, chasco en la renovación del CGPJ, etc. que se interpongan en su propósito. Pero contra el tiempo, ni él puede. Susana Díaz convocó elecciones autonómicas andaluzas anticipadas para el 2 de diciembre, a fin de alejarlas lo más posible de las generales que convoque Sánchez.
Nunca se había visto mayor distancia, dentro del PSOE, entre el candidato a presidir la Junta y el presidente del Gobierno. La candidata Susana Díaz rehúye al máximo las fotos con Sánchez y limita, a dos actos, la participación de éste en la campaña electoral andaluza. El resto de barones socialistas, en particular García-Page (Castilla La Mancha), Lambán (Aragón) y Fernandez (Asturias), no quieren ni oír hablar de que se convoquen elecciones autonómicas y municipales conjuntas con las generales en 2019.
¿Por qué? Por las mismas razones de Susana Díaz. Creen que las políticas que Sánchez está desarrollando en temas tales como el independentismo catalán van a pesar en contra del partido socialista y pueden contagiar esa reacción crítica en las elecciones territoriales autonómicas y municipales.
En las elecciones andaluzas van a pesar mucho los temas nacionales. No se va a votar sólo la actitud de los partidos en la autonomía, sino también lo que hacen y proponen a nivel nacional. Esto interesa mucho a los partidos de oposición. A Ciudadanos, para que se olvide su apoyo al gobierno de Díaz y su silencio ante temas claves de corrupción de la Junta, como el caso de los ERE. Al PP, para convencer al electorado de que las débiles políticas de Rajoy y el 155 son cosa del pasado. A Vox, para asegurar que su voto es útil para la política andaluza y española.
En este contexto el punto más débil de los partidos de oposición es el mismo: su credibilidad. El PP ya ha estado en el Gobierno. Ciudadanos, antes del 1 de octubre de 2017, “desaconsejaba a Rajoy el uso del 155”. Vox podría ser un voto poco útil.
De igual manera, los puntos fuertes de estos partidos son los mismos: la claridad y potencia de sus mensajes, su disposición a mojarse en temas delicados (como, por ejemplo, Memoria Histórica, inmigración, corrupción) y su actitud, abierta a la colaboración futura, que será imprescindible después de las elecciones.
¿Qué cabria sugerir como líneas principales de campaña a cada partido de la oposición? A los tres les sugeriría lo mismo: que sean fuertes, que den la cara. Que ataquen al PSOE y a Díaz con el tema de la corrupción, que propongan la derogación de la Ley de Memoria Histórica; que exijan solidaridad interterritorial y el control de la inmigración excesiva. Que manifiesten que exigirán que las concesiones de ayudas a los inmigrantes no sean superiores a las que los andaluces puedan percibir. Y por supuesto, que serán cuidadosos, para no despilfarrar el dinero público, y transparentes en su rendición de cuentas.
La claridad con la que cada partido de la oposición presente sus propuestas y la convicción que transmitan al electorado de que las va a cumplir, serán determinantes. Decir a nivel general y a nivel local las mismas ideas fuerza, aunque no sean políticamente correctas, es lo que la ciudadanía reclama a los políticos. Actuar así es el camino para reforzar la confianza en los partidos.
27/11/2018. © Todos los derechos reservados