Melitón Cardona
Ex embajador en Dinamarca
En el año 2004, España había llegado a ocupar un puesto tan relevante en la escena internacional como no lo había hecho en los dos siglos anteriores y venía haciéndolo mediante un significativo viraje en la orientación de su política exterior, alineándose con el mundo anglosajón.
El 14 de marzo de aquel año iban a celebrarse elecciones generales y el Partido Popular, que gobernaba entonces, alcanzó una ventaja de más de 25 puntos sobre el PSOE en el voto por correo (!) pero acabó perdiendo las elecciones porque tres días antes se llevó a cabo un atentado sangriento en Madrid que el Partido socialista manipuló a su favor violando la jornada de reflexión y atribuyendo el atentado al apoyo del PP a la guerra de Irak en la que España no participaba.
Esa grosera manipulación continuó mediante la destrucción sistemática de la mayoría de las pruebas que hubieran llevado a la conclusión de que el atentado no fue obra de islamistas marroquíes más o menos chapuceros sino de los servicios secretos de una potencia supuestamente amiga y cercana que estaba determinada a poner fin a un giro estratégico internacional que consideraba, con razón, hostil a sus intereses.
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España se encamina lenta pero inexorablemente a una confrontación civil de consecuencias incalculables
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La formación de gobierno de un partido hasta aquel momento en franca descomposición supuso un freno a la consolidación de España como potencia relevante en la escena internacional, pero también -y eso es lo peor- el inicio de un revisionismo del proceso de transición española desde un régimen autoritario a una democracia homologable e internacionalmente respetada; ese revisionismo devolvió a España a un papel secundario en la escena internacional mediante el expediente de sembrar la semilla de la discordia interior como mecanismo de consolidación de una pequeñez exterior.
Hoy España sobrelleva mal que bien la rebelión de quienes desgobiernan una comunidad autónoma sin que las autoridades del Estado, con la excepción honrosa de la Corona,se atrevan a cortarlo de raíz como es su obligación, por motivos que no resulta nada fácil comprender. También hoy España está a la deriva de la desgobernación de personas, más impresentables que incompetentes, y se encamina lenta pero inexorablemente a una confrontación civil de consecuencias incalculables.
Hay que reconocer que la conjura exterior plasmada en aquel atentado sangriento fue todo un éxito de un país menos trágico pero sin duda más serio que el nuestro. Como para tomar nota.
23/10/2018. © Todos los derechos reservados