Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
Hugo Chaves llegó al poder, por vía democrática, hace casi 20 años. No obstante, la vía democrática no santifica su gobierno ni ningún otro. Hitler también llegó al poder por vía democrática. Chaves llevó a Venezuela a su actual situación totalitaria, policial y miserable mediante la aplicación de las ideas de Marx y Engels.
Chaves aplicó su famoso “Exprópiese, exprópiese” a las propiedades, empresas e industrias privadas que quiso. Pensó que bastaba con asumir la propiedad de las empresas privadas para que no sólo siguieran produciendo, sino que aumentaran su productividad. Sucedió lo contrario. La miseria se extendió. La solución para muchos venezolanos fue hacerse chavistas para sobrevivir.
Maduro ha puesto la guinda al pastel transformando a la policía y al ejército en instituciones que ejecutan y protegen las decisiones criminales de su gobierno. Los videos que con gran riesgo han hecho circular los opositores por las redes muestran escenas de una enorme brutalidad policial, con uso de armas de fuego y muchos muertos.
Las cifras de emigración de los venezolanos, huyendo de la miseria y de la opresión político-policial, son escalofriantes a pesar de que tienen en muchos casos que abandonar sus bienes y sus casas, que son rápidamente saqueados por los esbirros del régimen. La Justicia es una caricatura de sí misma. ¿Quién puede pretender justicia en un régimen totalitario y policial? Pablo Iglesias, Monedero y su partido Podemos, con sus asesorías bien pagadas, contribuyeron a crear la trágica realidad comunista venezolana de hoy.
¿Qué más decir sobre el régimen “bolivariano”? Es un ejemplo más de la trágica realidad a que llevan los regímenes marxistas que acumulan tanto el poder político como el económico y que, por eso, son totalitarios.
Ante ello, el miedo a una posible llegada de Bolsonaro a la presidencia de Brasil, vecino de Venezuela, es poco creíble. Bolsonaro ha ganado la primera vuelta con un 46% de los votos, frente al segundo, Fernando Haddad, que logró el 29,2%. A Bolsonaro en los medios se le suele tildar de ultraderechista. A Haddad, de progresista.
A Bolsonaro se le critica mucho. Pero no se cita ninguna de sus propuestas importantes que justifique un rechazo tan radical. No es previsible que liberalice la venta y tenencia de armas, eso no forma parte de la cultura brasileña. Ni tampoco que vaya a establecer normas coactivas de control de natalidad a los más desfavorecidos. Sus partidarios lo consideran el único que puede acabar con la violencia y la corrupción endémica del país.
Sus propuestas económicas han sido valoradas positivamente por Piñera, actual presidente de Chile, lo que lleva a pensar que son racionales y orientadas a estimular la economía y el empleo, que es el instrumento que más integración social genera. Su eslogan “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos” no anuncia un régimen teocrático. Cabe interpretarlo, simplemente, como la voluntad de servir a la nación por encima de los intereses privados y de partido, y como una afirmación de que los valores del Dios de Amor del Universo deben ponerse por encima de los intereses egoístas. ¿Dónde está el problema?
El futuro nos dirá, pero a priori no veo que su plan sea rechazable. Por otra parte, el resultado de la votación, en la primera vuelta, pone de manifiesto que casi la mitad, el 46%, de los votantes rechazan la política del Partido de los Trabajadores en sus 14 años de gobierno. ¿Imaginan cuál sería hoy el resultado de unas elecciones libres en Venezuela con dos candidatos: Maduro y Bolsonaro?
12/10/2018. © Todos los derechos reservados