Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
Soraya se enfrenta a Casado. El aparato del Partido Popular debería tener claro que, de los 66.706 militantes que se inscribieron para votar en las primarias, votaron 58.103 y de ellos sólo 21.513 se decantaron por Soraya. Por otra parte, hay muy claras evidencias de lo que ha hecho durante los siete meses que ha ejercido, de facto, como presidenta de la Generalitat. Los resultados nefastos de su gestión, de la cual no ha renegado, están a la vista. El pobre Albiol lo constató en las últimas elecciones autonómicas catalanas.
Llega ahora el turno al núcleo central del aparato, constituido por los 2.512 compromisarios elegidos en las primarias, más los 522 compromisarios natos. Ante sí, tienen una seria decisión a tomar.
A Pablo Casado se le conoce poco. Recientemente ha reconocido que durante el tiempo que fue portavoz no dijo todo lo que pensaba. Normal: todos sabemos que el qué se mueve no sale en la foto. Mientras la Ley de Partidos no incluya, como es su obligación constitucional, instrumentos para garantizar la libre opinión, nunca habrá democracia en los partidos.
Casado tiene la ventaja de haber empezado bien, diciendo que durante mucho tiempo ha callado sus opiniones. Lo que hace falta ahora es saber cuáles son esas opiniones. Casado ha señalado que está próximo Aznar y que tiene el apoyo de María Dolores de Cospedal. Por ello, es razonable pensar que Casado fuera más firme ante el tema más grave al que se enfrenta España: el separatismo catalán.
Soraya se está descalificando a sí misma. Primero, al cuestionar la segunda vuelta en las primarias. Segundo, al no aceptar el debate que le ha propuesto Casado. Eso demuestra que Soraya es más de lo mismo y que no quiere entrar en aspectos ideológicos y programáticos claves. Con ella el PP tendría un futuro muy negro en las próximas elecciones.
Casado podría ser un revulsivo para el PP y para España a condición de que formulara propuestas firmes sobre los temas claves.
En España el separatismo catalán ha sido la gota que ha desbordado el vaso. Los ciudadanos están hartos. El tema autonómico amenaza con romper España y ha creado graves desigualdades que experimentan, en especial, quienes viven en la frontera entre dos comunidades autónomas.
Las autonomías han multiplicado la “casta” política, y han creado una cantidad ingente de cargos políticos que cuestan mucho dinero. Y no hablemos de las “embajadas” catalanas. Una gran y creciente mayoría de ciudadanos está harta de esta situación y aquel partido que, de forma serena y sosegada, pero clara y firme, haga propuestas adecuadas es muy probable que arrastre el voto en las futuras elecciones.
Casado puede despertar al PP pero también Ciudadanos y VOX deben apretar. Hay que confiar en que el propio PSOE despierte también, pues el camino de cesiones que ha iniciado el presidente Sánchez puede llevar a su partido a un futuro “zapaterazo”.
En un camino real hacia una verdadera libertad, igualdad y fraternidad, el francés catalán español Manuel Valls pueda ser elemento de cohesión. Pero antes corresponde a cada Partido hacer propuestas concretas sobre temas de Estado como la libertad de elección lingüística, el respeto al himno y símbolos de España, la superación definitiva de la guerra civil, el mínimo de voto nacional para poder tener diputados en el Congreso, etc.
Los partidos deben abordar todos los aspectos imprescindibles para garantizar la convivencia democrática que nos propone el preámbulo de nuestra Constitución. Para esperar a que la borrasca amaine ya tuvimos a Rajoy. Lo que España necesita es muy diferente.
13/07/2018. © Todos los derechos reservados
