El palacio del sultán tras el bombardeo./ Fotos: www.zanzibarhistory.org
Eduardo González. 20/08/2017
El 27 de agosto de 1896, hace justamente 121 años, la isla de Zanzíbar vivió la guerra más corta de la Historia: 38 minutos exactos le bastaron al Imperio británico para apartar del poder a un sultán que había osado rebelarse.
Los hechos se remontan a 1890, cuando Reino Unido y Alemania delimitaron sus respectivas esferas de influencia en África del Este. Los británicos se quedaron con el Sultanato de Zanzíbar en calidad de protectorado y el territorio continental de Tangañika quedó en poder de Alemania. Ambas entidades conforman desde hace medio siglo la República Unida de Tanzania.
El 25 de agosto de 1896, falleció el sultán anglófilo de Zanzíbar y su sobrino (y supuesto envenenador), Jalid bin Bargash, aprovechó la circunstancia para dar un golpe de Estado y reunir a toda prisa un ejército de 2.800 hombres, con su correspondiente artillería. La maniobra disgustó al Imperio británico, que pretendía situar en el trono a otro sultán más afín.
El 26 de agosto, Bin Bargash y sus hombres se hicieron fuertes en el palacio real, mientras el yate del sultán esperaba anclado y lleno de armas en el puerto. En respuesta, Reino Unido envió una flota de cinco cruceros al Sultanato, mientras el representante diplomático en la isla, Basil Cave, recibía instrucciones muy claras: “Está usted autorizado a adoptar cualquier medida que considere necesaria”.
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El Imperio Británico necesitó sólo 38 minutos para derrocar al sultán rebelde y recuperar el control de la isla
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A las ocho de la mañana del 27 de agosto, Londres envió un ultimátum a Bin Bargash, al que amenazó con la apertura de hostilidades si no abandonaba el palacio en el plazo de una hora. “No tenemos ninguna intención de arriar nuestra bandera y no creemos que vayan a abrir fuego contra nosotros”, respondió el sultán.
A las nueve de la mañana, pese a los intentos de mediación de un diplomático estadounidense, el Gobierno de la Reina Victoria declaró oficialmente la guerra. Dos minutos más tarde, los buques imperiales abrieron fuego contra el palacio y destruyeron sin problemas la artillería de los defensores.
Después de poco más media hora de bombardeos, las tropas leales a Bin Bargash (quien había escapado por una puerta trasera del edificio) se rindieron a las fuerzas británicas. La guerra de Zanzíbar había terminado oficialmente tan sólo 38 minutos después de declararse.
El balance fue desproporcionado: alrededor de 500 víctimas (heridos o muertos) en el bando de Bin Bargash y un marino levemente herido en el bando británico. El nuevo hombre de paja de Londres, el sultán Hamud bin Muhamed, fue obligado a pagar una compensación por los gastos ocasionados en los escasos 38 minutos de bombardeos.
Bin Bargash y Basil Cave