Javier Martín Palomino
Secretario de NN. GG. PP Ocaña
¿Por qué Cuba no puede ser el ejemplo de un cambio pacífico en el mundo? ¿Por qué no se da una solución por y desde el pueblo cubano a través del marco legal existente? El cambio pacífico, democrático y de respeto a la dignidad, que reclama el Movimiento Cristiano Liberación, busca esto mismo, un cambio a la española.
Cuba no puede anclarse en su pasado, un pasado marcado por unas profundas heridas fruto de la restricción de derechos y libertades. Si bien se quiere dejarlo atrás, solo habrá una solución que haya demostrado su eficacia con el paso del tiempo –un modelo de transición democrática- como el que tuvo lugar a final de la década de los 70 en España. Este fue un ejemplo de cambio pacífico y de superación de las discrepancias, de borrón y cuenta nueva que tuvo su culmen con el texto constitucional del 78. Es obvio que, la sinrazón del totalitarismo fanático no es ajena a los nuevos vientos de cambio que se respiran en Cuba tras la muerte del eterno Fidel. De eso han tomado nota y son conocedores los heroicos disidentes y opositores al régimen, quienes confían en que la sucesión por linaje no se perpetúe por mucho tiempo y siga dando vida a un sistema caduco y anquilosado en el pasado.
Nuestro proceso constituyente se caracterizó no por ser precisamente corto pero sí que estuvo inspirado en políticas de consenso. La paz, tolerancia y la inclusión de todas las ideologías fue posible sin derramar una gota de sangre. Probablemente en Cuba falte algo de esperanza, ¿pero quién la tenía en España?
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«Disidentes y opositores al régimen confían en que la sucesión por linaje no se perpetúe»
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Nuestros hermanos cubanos, desde la humilde opinión de un servidor, sólo pueden garantizar un cambio real siguiendo este ejemplo. La regeneración y la fraternidad deben de ser los ingredientes necesarios para que se garantice un futuro en paz, un futuro donde la democracia se instale de manera definitiva.
Es momento de construir una nueva Cuba, donde todos y cada uno de los pensamientos e ideas tengan cabida y donde esta página negra represora de los derechos fundamentales en la historia, llegue por fin a su fin. La gran herida de los valientes opositores y disidentes, los años de sufrimiento y lucha, no se deben tornar en ansias de venganza. Como decía Miguel de Cervantes en esa magnífica obra que versaba en la Mancha, “el hacer bien a villanos es echar agua en la mar» por lo que la única opción pasará por una transición pacífica. No le hagamos un favor a la Revolución con otras tácticas.
Tengamos la firme convicción y creencia de que la historia no absuelve a nadie, y eso es algo que nos demuestra la experiencia histórica. La historia no absolverá ni a Hitler, ni a Fidel. Sin embargo, el miedo y la represión es el que tapará las vergüenzas de los tiranos. Como si de una cascara de huevo se tratase, la fragilidad de puertas para adentro está al alza, ya no existe esa impronta revolucionaria, ya no hay deseos de importar el marxismo, solo existe el deseo de conservar el estatus y los privilegios por parte de los oligarcas revolucionarios.
Por ello, es momento de insistir en nuestras demandas, es preciso cortar de raíz toda posibilidad de eternizar la farsa comunista, es necesario evitar el falso cambio que desearían los opresores encantados de un cambio a su medida. Un cambio de “cuento Chino” (de la China de Mao), que no nos den gato por liebre como dice el refranero castellano, donde la apertura de lo económico no vendría de la mano de las libertades de los hombres sino de una tiranía enmascarada en el progreso del capitalismo extremo. Demos un rayo de esperanza a la gente que lucha en este país hermano, demostremos que la lucha por la democracia nos concierne a todos.