The Diplomat
No se llamaba Schindler sino Romero. No hay ninguna película sobre él, como sobre otros muchos diplomáticos españoles. Pero como otros de sus colegas hizo todo lo que pudo para salvar las vidas de hombres, mujeres y niños que, por el hecho de ser judíos, iban a ser internados en campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Hace unos años fue reconocido como Justo entre las Naciones.
Era abril del año 1943. Sebastián de Romero Radigales acababa de llegar a Atenas como cónsul general de España. Desde el primer instante se propuso hacer todo lo posible para librar a los judíos sefardíes, unas 800 personas repartidas entre Atenas y Salónica, de las garras de los nazis, de la tortura y la muerte.
Romero recurrió a todas las estrategias posibles. Organizó el depósito de los bienes de estas personas en la Embajada española, con el objetivo de evitar que cayeran en poder de los nazis y que pudieran recuperarlos posteriormente, e hizo público un decreto en el que se ofrecía la nacionalidad española a todos los judíos sefardíes sin ningún requerimiento específico.
Su resistencia le enfrentó con el embajador alemán en Atenas, Günter Altenburg, que se vio forzado a retrasar la deportación de varios centenares de judíos. En un documento del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, fechado el 30 de abril de 1943, Altenburg lamentaba esa insistente resistencia del diplomático español y pedía a Berlín que presionase a las autoridades españolas para que “instruyeran” a Romero y frenar sus “interferencias” en las deportaciones previstas.
Entre marzo y junio de 1943, 48.000 judíos de Salónica fueron deportados a los campos de exterminio. Romero sólo podía luchar por los sefardíes, dados sus vínculos con España, y consiguió evacuar a 150 personas en un tren militar italiano. También luchó hasta el último momento para evitar la deportación de otros 367 judíos, provocando las iras del régimen hitleriano, que se salió con la suya en un primer momento. Sólo en febrero de 1944 los alemanes autorizaron el traslado de esos deportados a España.
En 2014, Sebastián de Romero, fue reconocido como Justo entre las Naciones por la institución dedicada a la memoria del Holocausto, el Museo Yad Vashem. El Ministerio de Asuntos Exteriores de España destacó, entonces, en un comunicado que “este reconocimiento supone para la memoria y familia de Sebastián de Romero Radigales un gesto de enorme valor simbólico.
Tras muchos años se reconocía la valentía y dedicación del diplomático” y subraya “el sentido de justicia y humanidad que inspiró a este funcionario español, así como a muchos otros, durante la Segunda Guerra Mundial”.
Esos otros muchos son Ángel Sanz-Briz, Eduardo Propper de Callejón, Bernardo Rolland de Miota, José Rojas Moreno, Miguel Ángel de Muguiro, Julio Palencia Tubau, Juan Schwartz Díaz-Flores o José Ruiz Santaella. Todos ellos diplomáticos españoles que no dudaron en enfrentarse con el entonces aliado del régimen de Franco.