Foto: A.R.
Chris Kaye
Director División de Alianzas con los Gobiernos del PMA
Chris Kaye lleva 25 años trabajando en programas humanitarios de Naciones Unidas. Como director de la División de Alianzas con los Gobiernos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), defiende que se conseguirá el ‘Hambre Cero’ en 2030. “Si no, no haría este trabajo”.
¿Por qué es necesario un departamento como el suyo?
Por diferentes razones. El PMA es una organización de Naciones Unidas financiada al 100% por fondos voluntarios. Nuestro presupuesto depende casi enteramente (95%) de contribuciones de los gobiernos, de las que el 90% las aporta una decena de gobiernos. El 5% restante proviene del sector privado. Por eso tenemos la obligación y la responsabilidad de mantener un entendimiento con estos gobiernos donantes para que comprendan cuáles son las necesidades y las prioridades.
¿Cuáles son los principales contribuyentes?
Estados Unidos es el mayor. Aportó 1.200 millones de dólares el año pasado, prácticamente el 40% de los fondos. Los incrementos más significativos en los dos últimos años provienen de Alemania y la Unión Europea. Es comprensible que ese apoyo se deriva de la crisis en Siria y otros países, y del impacto migratorio que eso tiene. La ayuda alimentaría es crucial para estabilizar esas áreas.
¿Se puede contribuir al PMA individualmente?
En nuestra página web hay formas de contribuir directamente al PMA de forma privada. La última es una app para móviles -Share the Meal-, que permite compartir virtualmente tu comida haciendo una contribución.
No debe ser fácil a veces la relación con los grandes donantes.
Somos responsables de informar sobre en qué se está gastando ese dinero y, por tanto, mantenemos una relación muy crítica con los estados miembros. Pero hay otro aspecto cada vez más relevante: el presupuesto para mantener los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
¿Por qué?
Es una transformación en muchos aspectos, en cómo el mundo se aproxima a los desafíos del desarrollo. Los ODS representan un pacto global que no teníamos antes. Teníamos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero ése es un proyecto del sistema de Naciones Unidas. Esto es diferente, es “propio” de los estados miembros. Y nuestro papel como agencia de Naciones Unidas es contribuir a que se alcancen esos objetivos.
¿Son suficientes las aportaciones actuales para lograrlos?
Tenemos un desafío muy especial porque durante los últimos años las necesidades humanitarias han seguido creciendo, como las peticiones financieras a los gobiernos. El año pasado se solicitaron 8.600 millones de dólares y tuvimos una respuesta record: recibimos 5.900 millones. Hubo una gran generosidad.
Pero no se cubrió todo…
Lo malo es que esa diferencia todavía puede crecer ya que las condiciones para la hambruna aumentan en cuatro países: Yemen, Somalia, Sudán del Sur y el norte de Nigeria.
¿Cual es la situación más preocupante de los cuatro?
Particularmente me preocupa Yemen. Necesitamos unos 400 millones para apoyar nuestras operaciones allí. Pero el verdadero problema es nuestra operatividad, algo que está asociado a las condiciones de seguridad. También tenemos problemas de seguridad en Somalia, Sudán del Sur y el norte de Nigeria, pero la dinámica del conflicto en Yemen los hace impredecibles.
¿Qué resultado está dando la tarjeta alimentaria?
Es un componente muy efectivo de nuestro trabajo para garantizar las necesidades alimentarias de personas desplazadas y, lo más importante, para hacer que se integren lo mejor posible, con dignidad. En vez de tener a gente haciendo cola para recibir comida, la dignidad llega con esta tarjeta de crédito que se recarga cada mes y se utiliza para comprar alimentos.
¿Extenderán el sistema a otros países?
Sí, siempre que podamos. Depende de la efectividad de los mercados y de su cadena de distribución, pero es posible.
¿Se logrará el ‘Hambre Cero’ en 2030?
Yo creo en ello y le diré por qué: el PMA fue el mayor proveedor de alimentos en Corea del Sur desde los 60 hasta los 80. Las transformaciones que se produjeron allí, empezando porque Seúl es ahora uno de los mayores contribuyentes al PMA, demuestran que es posible. Lo mismo pasa en otros países donde hubo significativas mejoras de su productividad agrícola. Hay suficiente comida en el mundo, es cuestión de garantizar su accesibilidad. Por todo eso, sí: yo creo.