Tras cuatro meses de incertidumbre, los partidos políticas españolas preparan ya su maquinaria electoral.
Cristina de la Hoz. 25/04/2016
Estamos en los minutos basura de una legislatura que, salvo pactos de ultimísima hora, desembocará el próximo lunes en una convocatoria automática de elecciones, a celebrar el 26 de junio. Después de cuatro meses de incertidumbre, las grandes formaciones políticas españolas preparan ya su maquinaria para afrontar unos nuevos comicios, con la esperanza de mejorar los resultados del 20-D.
El Rey arranca hoy una tercera ronda de conversaciones para acreditar si algún líder está en condiciones de acudir a una sesión de investidura con visos de éxito. A día de hoy la respuesta será negativa. Como hiciera el pasado 2 de febrero, Mariano Rajoy le volverá a comunicar que no tiene los apoyos suficientes. Tampoco Pedro Sánchez ha conseguido sumar más votos a su pacto con Ciudadanos.
Aún sin descartar un giro a la catalana –donde se consiguió un acuerdo el último día para el gobierno de la Generalitat tras el apartamiento de Artur Mas—los partidos trabajan en la preparación de la campaña electoral, cuyos resultados pueden resultar no muy distintos a los de ahora.
PP: a por el “efecto Aguirre”
“La estrategia de no hacer nada, ha sido la acertada”, afirma un dirigente popular. La negativa de Rajoy a presentarse a una sesión de investidura fallida mantiene al PP el primero en las encuestas incluso con un incremento de voto que les permite “aspirar a un porcentaje del 30 por ciento”. En el comité de dirección del PP han analizado el “efecto Aguirre”, en alusión a la repetición de elecciones en la Comunidad madrileña en 2003, cuando Esperanza Aguirre consiguió, a la segunda, la mayoría absoluta. Génova no aspira a tanto, pero sí a que se desinfle “la pulsión de cambio, con un electorado defraudado tras unas expectativas incumplidas”, traducido en una desmovilización del votante antibipartidista. Además, creen que Ciudadanos “está sobrerrepresentada en los sondeos”, pero que es una formación a la que necesitarán en un escenario postelectoral.
PSOE: esfuerzo baldío
Los ingentes esfuerzos de Pedro Sánchez por alcanzar un acuerdo han resultado, hasta el momento, baldíos. Y ni siquiera ese empeño se traduce en un reconocimiento electoral. Sánchez no rentabiliza la iniciativa política que ha protagonizado estos meses a tenor de unos sondeos que se mueven apenas uno o dos escaños arriba o, incluso, abajo y que en su entorno, minimizan. El PSOE corre el riesgo de perder la hegemonía de la izquierda por mor de un acuerdo Podemos-IU. El posible ‘sorpasso’, al menos porcentual, es visto con una enorme preocupación en la calle Ferraz, y en el palacio de San Telmo, sede del gobierno andaluz de Susana Díaz. Eso sí, reforzado internamente, la principal baza de Sánchez es atribuir a Pablo Iglesias la responsabilidad del fracaso de un acuerdo para desalojar al PP del poder.
Podemos e IU: matrimonio de conveniencia
Cabe hablar de ambas fuerzas políticas de manera conjunta puesto que parece que pueden ir de la mano, contra el criterio de Íñigo Errejón, que cree que dicho pacto desplaza a Podemos de una anhelada centralidad a la izquierda. Al margen de la fractura en dos facciones completamente diferenciadas (pablistas versus errejonistas), IU está más cerca del cisma interno si el acuerdo pasa por el desdibujamiento de sus siglas. Frente a la disponibilidad de su candidato, Alberto Garzón –que puede arrebatarle a Errejón el puesto tres de la lista por Madrid- está la oposición de Cayo Lara y de Gaspar Llamazares, que temen que Podemos acabe por absorberlos. Distintos sondeos apuntan a que la alianza podría superar en porcentaje de voto al PSOE, pero no así en número de escaños.
Ciudadanos: el más beneficiado
No cabe duda que Albert Rivera capitaliza el enorme protagonismo de estos meses. Con 40 escaños que no daban para tejer ninguna mayoría, ha conseguido ser indispensable gracias a su acuerdo con el PSOE y a sus reiterados llamamientos a la ‘jubilación’ política de Rajoy. Su voluntad pactista, apostando, incluso en el último momento por un candidato independiente para evitar elecciones, parece tener su correlato demoscópico, salvo que los antiguos votantes del PP que le apoyaron le abandonen por su aproximación a los socialistas. Esta vez no pude permitirse el lujo de cometer ningún fallo en campaña.