Foto: Commonwealth Club
Tamara Fariñas. 16/04/2016
Madeleine Albright, quien fue embajadora de Estados Unidos ante la ONU y la primera mujer en acceder a la Secretaría de Estado del país norteamericano, considera que el papel de la mujer en la política exterior es de suma importancia, ya que «cuando hay más mujeres (en la mesa de negociación) cambia el tono de la conversación y también los objetivos».
«Eso no significa que el mundo entero estaría mucho mejor si estuviera gobernado por mujeres«, advierte, aunque sostiene que cuando «hay más mujeres en la mesa», existe «un intento por llegar a algún entendimiento». En una entrevista publicada en el portal TED, Albright, explica cómo fue su paso por la representación estadounidense ante Naciones Unidas y por la Secretaría de Estado. «Cuando empecé mi carrera (…) otras mujeres me criticaban», explica.
Sin embargo, sostiene que las mujeres en política exterior deben apoyarse unas a otras. «Mi lema es que existe un lugar reservado en el infierno para las mujeres que no se ayudan mutuamente», bromea en la entrevista, conducida por la periodista estadounidense Pat Michell. Una de las conclusiones a las que llegó mientras fue embajadora ante la ONU fue que «los problemas de género son los más difíciles porque tienen que ver, en muchos aspectos, con la vida y la muerte».
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A día de hoy, sólo 36 de los 193 estados miembros tienen a mujeres en su representación ante la ONU
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Albright fue embajadora ante la ONU con Bill Clinton entre 1993 y 1997. Por aquel entonces, el número de mujeres en las embajadas ante Naciones Unidas era seis veces menor. «Llegué y me encontré a seis mujeres, de 183 miembros. Canadá, Kazajistán, Filipinas, Trinidad y Tobago, Jamaica y Liechtenstein. Hoy son 36, de 192: no llega al 19%, una tendencia que suele verse en la carrera diplomática.
Como secretaria de Estado (1997-2001), decidió que los temas de la mujer serían centrales para su política exterior. «No sólo porque soy feminista, sino porque creo que las sociedades están mejor si las mujeres tienen poder político y económico: se transmiten los valores, la situación de salud es mejor, la educación es mejor, y hay una mayor prosperidad económica», afirma.