Mevlüt Çavuşoğlu
Ministro de Asuntos Exteriores de Turquía
A pesar de que el mundo entero se conmocionó e indignó, parece que la trágica muerte del pequeño Aylan Kurdi el verano pasado ha conducido a pocos cambios. Este es un triste – pero brutal -comentario sobre nuestra humanidad colectiva, si tal cosa aún existe.
El poder de las imágenes y de las redes sociales, tan eficaz cuando se trata de adquirir celebridad, parece haberse dado de bruces contra el suelo a la hora de movilizar ayuda en favor de los menos afortunados. De hecho, desde la muerte de Aylan hace seis meses, incontables inocentes -hombres, mujeres y niños- han muerto a pesar de que podríamos haberlo evitado.
Es cierto que nos enfrentamos crisis humanitarias de una magnitud sin precedentes desde la última Guerra Mundial. Pero no hay excusa para la indiferencia global de la que somos testigos.
Si bien los grandes desastres naturales siguen siendo una causa importante de muertes y desplazamientos, lo que es más alarmante hoy en día es que la gran mayoría de las crisis humanitarias están relacionadas con conflictos y son de carácter recurrente o prolongado. En ninguna parte es esto más evidente que en Siria, donde un asesino de masas ha atacado con apoyo exterior a su propio pueblo, indiscriminadamente y con impunidad.
Más allá de Siria, ya sea en Oriente Próximo, en Asia, en África o en otros lugares, las crisis humanitarias trascienden las fronteras. A día de hoy 125 millones de personas en todo el mundo necesitan ayuda humanitaria. El número de desplazados, 60 millones, casi se ha duplicado en apenas una década. Estos números constituyen un testimonio del sufrimiento humano causado por la creciente complejidad de las crisis humanitarias, de nuestra incapacidad y falta de voluntad para hacerlas frente, y de la brecha financiera, cada vez más amplia, que hay entre necesidades crecientes y recursos limitados.
Tenemos que hacer algo y Turquía está liderando el camino, no sólo en términos de dar ejemplo, sino también en el trabajo para impulsar a la comunidad internacional a actuar.
Hoy en día, al mismo tiempo que es uno de los principales donantes de ayuda humanitaria, Turquía también alberga a la mayor población de refugiados en el mundo– más de 3 millones -. Esto es en gran parte debido a la guerra en Siria. Proporcionar cobijo y servicios esenciales como atención médica gratuita, educación y formación profesional a estos refugiados es una importante carga financiera que Turquía ha tenido que asumir en gran medida por sí sola.
Pero nuestra diplomacia humanitaria no se limita a nuestra región circundante. Habiendo acogido a personas vulnerables desde finales del siglo XV, independientemente de su raza, religión o etnia, hoy en día Turquía responde a todo tipo de crisis humanitarias desde Haití hasta Nepal, desde Guinea hasta Somalia y desde el Sahel hasta Indonesia. Nuestros esfuerzos humanitarios persiguenno sólo aliviar síntomas sino también tratar la enfermedad. Este enfoque holístico incluye la asistencia humanitaria y ayuda al desarrollo, pero también trata de abordar las causas profundas y los factores impulsores de las crisis humanitarias. Este enfoque es impulsado por la demanda y se puede ver mejor en los países del Sahel o en Somalia, donde Turquía ha aplicado una política integrada llevada a cabo desde un enfoque basado en la participación de todas las partes interesadas. Ha combinado la ayuda oficial con la participación activa de la sociedad civil y sector empresarial, y ha logrado mejorar considerablemente incontables vidas.
Mientras que los esfuerzos individuales como los de Turquía son cruciales, el sistema humanitario internacional está siendo privado de los fondos disponibles y el tiempo corre para los afectados por las muchas crisis que estamos presenciando a nivel mundial. Hay simplemente demasiadas vidas en juego, y la inacción no es una opción.
En esta coyuntura crítica, Estambul acogerá la primera Cumbre Mundial Humanitaria de la ONU los días 23 y 24 de mayo de 2016. La elección de Turquía como país anfitrión fue difícilmente una coincidencia. Constituye un reconocimiento oportuno de la exitosa diplomacia humanitaria que hemos llevado a cabo.
La Cumbre Mundial Humanitaria proporcionará una plataforma vital para afrontar los retos que sobrecargan al sistema humanitario. Además de cuestiones tales como la respuesta que se debe dar a las crisis recurrentes/prolongadas y a las oleadas de desplazamientos, se examinarán otros problemas urgentes tales como la necesidad de garantizar una financiación humanitaria sostenible, fiable y predecible. En la cumbre se abordarán además otros asuntos, tales como qué métodos innovadores podrían utilizarse, o cómo promover respuestas humanitarias localizadas a través de enfoques más personalizados y fáciles de usar, así como la cuestión de la dignidad y la seguridad en la acción humanitaria.
La Cumbre Mundial Humanitaria será una ocasión para que todas las naciones del mundo y sus líderes tomen medidas mientras millones de personas se debaten entre la vida y la muerte. Del mismo modo que recuerdo el momento en que vi la imagen de Aylan, también recuerdo la abrumadora aflicción que me invadió al pensar en lo solo y desprotegido que estaba al ser un niño inocente. Me gustaría creer que hemos aprendido algo de esa imagen y que no necesitamos más imágenes como ésta que nos obliguen a actuar.
Todos somos responsables de lo que les sucede a las personas vulnerables que buscan nuestra ayuda. Estambul es una oportunidad para reforzar y asumir esa responsabilidad. Hacemos un llamamiento a todos los líderes del mundo a venir a Estambul para la Cumbre Mundial Humanitaria de la ONU y a trabajar con nosotros para encontrar soluciones para aquellos que necesitan desesperadamente ayuda humanitaria.