El Puente de El Marco./ Foto: CorreiaPM, Wikimedia commons
Eduardo González. 25/03/2016
El arroyuelo de Abrilongo baña en su orilla oriental las tierras de El Marco, una pequeña pedanía del municipio de La Codosera, en la provincia de Badajoz, y en la occidental, las de Várzea Grande, en el concejo portugués de Arronches. La misión de salvar el río y garantizar la comunicación le corresponde, nada más ni nada menos, que al puente internacional más pequeño del mundo.
El Puente de El Marco apenas tiene 3,20 metros de longitud y 1,45 de anchura, pero ya es un lujo por sí mismo. Antes de 2008, el paso se hacía a través de “un pontón improvisado” que habían construido los propios vecinos y que era arrastrado aguas abajo cuando llovía más de la cuenta, como recordaba el presidente de la Junta de la Feligresía de la Esperança, Diamantino Ribeiro, a la emisora Rádio Portalegre.
En los años noventa, se instalaron unas cuantas pletinas metálicas y un pasamanos en uno de sus lados para que el paso fuera un poco más seguro, y en 2008, la Cámara Municipal de Arronches decidió, con fondos de la Unión Europea, construir el actual puente, más moderno, sólido y (aunque oficialmente sea peatonal) con capacidad para soportar el paso de motocicletas. Más digno de un paso internacional, en definitiva.
En sus viejos tiempos, antes de la entrada de ambos paises en la UE, el paso de El Marco había sido escenario habitual de contrabando “al por menor”, mientras la Guardia Civil y la Guardia Fiscal (los guardinhas) hacían la vista gorda en sus respectivas jurisdicciones.
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El contrabando y las compras turísticas, toleradas por las autoridades, se vinieron abajo con Schengen y la UE
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Como recoge el estudioso Diego González en su blog Fronteras, en los dos lados de la raya (que en sus mejores tiempos llegaron a reunir a más de 250 habitantes) se habían instalado comerciantes de cafés o toallas, en la parte portuguesa, o de vajillas de Duralex, navajas o vino, en la española, cuyos clientes solían ser los turistas de uno u otro lado de la frontera que cruzaban el puente para comprar las gangas del país vecino.
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Mojones de España y Portugal./Foto: www.historiadelacodosera.es
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Aquellos recursos permitieron salir adelante a los habitantes de una comarca social y económicamente depauperada, pero el “chollo” empezó a venirse abajo en 1994 con la entrada en vigor del tratado de Schengen que abolía las aduanas interiores de la Unión Europea, y recibió la puntilla definitiva con la puesta en marcha del euro, en 2002.
Los que no han cambiado han sido los tradicionales vínculos entre ambos lados del Puente Internacional de El Marco, ubicado en una región rica en castaños, olivos, encinas y alcornoques y cuyos habitantes se entienden a la perfección con el portuñol.