Foto: MAEC
Enrique Viguera / Embajador-director de la Escuela Diplomática
Tamara Fariñas. 23/02/16
A punto de cumplir 75 años desde su apertura, la Escuela Diplomática española es una de las más antiguas del mundo. Enrique Viguera es ahora su embajador-director, cargo al que accedió en agosto de 2015, tras dejar la Embajada de Australia, y desde el que se ha reconocido gratamente sorprendido de la reputación que tiene la institución, tanto entre alumnos como entre profesores.
La Escuela Diplomática española cumple el próximo año 75 años.
Sí, es una de las más antiguas del mundo. La creación de la española fue algo premonitorio, ya que después con el paso del tiempo se han ido creando escuelas o institutos para la formación y perfeccionamiento de formación de los diplomáticos en todo el mundo. Además se ha demostrado que es una institución muy necesaria y conveniente. De hecho, en muchos países tienen un sistema muy parecido al nuestro, como en América Latina.
¿Cuál es ese sistema?
El nuestro, como el indio o el alemán, procura que los diplomáticos tengan una muy buena formación de base. No queremos tanto formar especialistas sino muy buenos generalistas. Eso sí, sin prejuicio de que cada uno desarrolle su propia especialidad. Pero básicamente, el objetivo de la Escuela española es tener diplomáticos con una formación de base muy rigurosa porque España es un país muy antiguo y sofisticado, con una cultura y una historia riquísima, y eso hay que conocerlo. No es lo mismo formar a diplomático de Georgia que uno español. España es una nación que ha pasado por mucho… y hay que conocer bien la realidad de tu país.
¿Tiene la escuela diplomática española influencia de otras instituciones del mundo?
Cada país tiene su propia institución y ésta evoluciona en función de la propia idiosincrasia nacional, de los objetivos de política exterior y del propio ministerio, pero desde hace unos 15 años, hay centros internacionales o asociaciones en donde nos juntamos e intercambiamos información. Tenemos un foro entre escuelas latinoamericanas, española y portuguesa donde se intercambian experiencia, programas… A nivel mundial también nos reunimos una vez al año, y vamos tomando nota de novedades en formación, elementos importantes para la formación de diplomáticos…
[hr style=»single»]
«El recuerdo de las nuevas promociones de diplomáticos de su paso por la Escuela es mejor que hace 30 años»
[hr style=»single»]
El acceso a la carrera diplomática ha variado a lo largo de la historia… ¿pero lo ha hecho también la formación desde dentro?
Me llama la atención que muchos de los que hemos pasado por la escuela no tenemos buen recuerdo de ella. Hace años, se incentivaba mucho la competencia entre nosotros, porque dependía mucho el número que sacabas en la escuela para ingresar en la carrera. Se estudiaba mucho y había mucha tensión. Esto ha acabado porque ahora sólo hay una oposición de acceso y el año que se estudia en la Escuela, los alumnos tienen una competencia pero más sana. Todos entran en la Carrera, porque la selección ya se ha hecho y sólo varía el escalafón al que accedes. Se busca además una enseñanza práctica, porque traen un bagaje teórico muy fuerte ya de la oposición. Esto crea un mejor ambiente, por eso el recuerdo de las nuevas promociones es mejor ahora que entre las de hace 30 años.
¿Y qué hay de la reputación a nivel internacional?
Me ha sorprendido, a la hora de interactuar con otras escuelas, la buena reputación que tiene la española, como centro con mucho rigor, de excelencia académica. Hay Carreras Diplomáticas que tienen fama de ser muy buenas, como la brasileña, que tiene un sistema muy similar a la nuestra. Pero la marca Escuela Diplomática es muy fuerte también en España. No era consciente de esa reputación y me ha sorprendido comprobar que es una marca muy potente, tanto entre estudiantes como profesores. Poner en el currículum que eres o has sido profesor de la Escuela Diplomática da mucho nivel.
Sin embargo, se ha criticado duramente que el acceso a la Carrera sea excesivamente endogámico…
Es inevitable reconocer que en la Carrera Diplomática hay hijos, sobrinos o parientes de diplomáticos, pero esto tiene que ver también con la propia vocación familiar, ocurre lo mismo con el hijo de médicos, de jueces o de catedráticos. No creo que en la diplomática pase más que en otras y tampoco es algo exclusivo de España. Pero además, la profesión diplomática no es muy conocida y se la mira con cierta sospecha, tema que tenemos pendiente. Mi promoción fue la de mayor proporción de diplomáticos hijos de diplomáticos de la historia de la Escuela: éramos 16 y había cuatro, pero algunos de ellos han sido muy buenos y con el paso del tiempo han dado muy buenos resultados, como Ramón Gil-Casares, que fue compañero de promoción y ahora es embajador en Washington.