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Pablo Recalde / Director del PMA para el Congo
Alberto Rubio. Madrid
Pablo Recalde, director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en el Congo, ha venido a España a buscar empresas que apoyen sus proyectos de desarrollo. Le animó el embajador español en el país africano, Javier Hergueta, de quien valora su profesionalidad: “Inmediatamente nos entendimos y empezamos a buscar formas de colaboración”.
¿Cómo han acogido las empresas sus propuestas?
Muy bien. Hay un gran interés por participar en esos proyectos de desarrollo. Me reuní con las asociaciones de exportadores, que representa el 60% del PIB de España. Son un centenar de empresas muy fuertes, desde las mas grandes a productores más pequeños, pero son todas las que están situando a España en los puestos más altos de la producción mundial.
¿Les convenció?
Aunque la Cooperación Española en este momento no es de las mayores del mundo, hay una voluntad del sector privado de entrar en este plan porque han visto que si ellos consiguen mejorar las condiciones de vida de un pueblo, ese pueblo se desarrollará como consumidor de sus productos. Por eso estoy aquí, para facilitar la entrada de las empresas y que ellas nos ayuden a cubrir nuestras necesidades.
¿Qué les puede ofrecer el Congo?
Es un país con un potencial y una riqueza natural impresionantes. Se ha calculado que la riqueza mineral , en coltán, diamantes, oro, petróleo puede ser mayor que el PIB mundial. Lógicamente, muchos países quieren un pedazo de esa tarta. Tenemos inversiones chinas y de otros países tradicionalmente ligados al Congo Belga.
Pero esos inversores buscan sólo materias primas.
Ciertamente. Para revertir esa ecuación se necesitan tres cosas: buen gobierno, energía y acceso. Con eso, los países africanos se desarrollarán solos. Tienen mercados y tienen capacidad de consumir lo suficiente para crear riqueza.
Supongo que la energía es fundamental, ¿no?
Lo son las tres cosas que le digo. Si tienes energía pero la agricultura no tiene accesos para comerciar, no es rentable. Nosotros tratamos de abrir esos caminos y de fomentar el comercio a través de ellos de forma puntual porque en Congo una tonelada de maíz cuesta 350 dólares mientras en Zambia o en Tanzania son 200. Así no se puede ser competitivo. Pero también es necesario un buen gobierno que piense en su gente, que respete los derechos humanos, la propiedad, las inversiones. Ese desarrollo, que va vinculado al contexto humanitario, no lo haremos nosotros solos, deben ser los propios congoleños.
¿Y ahí pueden entrar las empresas españolas?
El Congo es un gran olvidado, que tiene mucho que ofrecer. Con los exportadores hemos discutido cómo entrar de manera inteligente. Naciones Unidas puede ayudar a los inversores a tener una presencia positiva ante la población y no extractiva, como en el pasado colonial, al que no podemos regresar.
¿Cómo se vinculan desarrollo y ayuda humanitaria?
El 70% de los alimentos que consumen los mas pobres vienen ya de pequeños agricultores, que también son pobres. Por ello tratamos, junto a la FAO, de potenciar al pequeño agricultor. Le enseñamos a pensar como un inversionista para mejorar la calidad del producto, disminuir las perdidas por cosecha y abrir mercados más allá de lo que el PMA les compra.
Quizá sea pronto para hablar de resultados.
Bueno, tenemos algunos. España tiene un 80% de posibilidades de conseguir un contrato muy importante de la central hidroeléctrica de INDA. Hablo de 8 ó 10 millones de dólares en el sector de la energía pero también en desarrollos agrícolas en la zona. De eso ya hemos hablado de forma muy específica.
¿Cuáles son las cifras del PMA en el Congo?
En este momento, damos alimentos a 1.400.000 desplazados internos y a 200.000 refugiados. Damos soporte logístico con nuestros aviones a toda la comunidad humanitaria porque el Congo, con 2,5 millones de kilómetros cuadrados, es un continente en sí mismo pero con grandes problemas de acceso a muchas zonas.
¿Y qué cuesta ese trabajo?
Necesitamos 120 millones para desplazados internos; 30 para los refugiados, 28 para el servicio aéreo, 21 para desarrollar vías de acceso. En total, unos 200 millones de dólares anuales. Compramos 54.000 toneladas de alimentos al año y distribuimos 11 millones de dólares entre los necesitados, a través de teléfonos, tarjetas de crédito o dinero efectivo.
¿Ve posible lograr sus objetivos?
Es posible, pero tenemos que hacerlo juntos y el papel del sector privado es absolutamente esencial. Si no reducimos la pobreza, no podremos aumentar el consumo para que una economía de mercado se mantenga. Hay una responsabilidad pública, pero también la privada es hoy más importante que nunca en un contexto mundial muy complejo y difícil.