<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Entre el cierre de filas, el lleno de la plaza de toros de Valencia y la proclama de lealtad de Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado ha sacado adelante la convención del PP. En el orden interno sale reforzado, ante la opinión pública tendrán que dictaminar las encuestas de este otoño. Pero por la decepción de la prensa más gubernamental que le examina de centrismo a cada paso y el desprecio de la extrema derecha, en la dirección del partido consideran confirmado el éxito del acto como ofensiva de imagen.</strong></h4> La convención nacional, habitual fórmula de los populares para sacar la cabeza en horas bajas los años que no toca congreso nacional, fue ideada en esta ocasión después del desastre de las elecciones catalanas celebradas en febrero pasado. El centro derecha constitucionalista se había hundido en Cataluña víctima de su división agravada esta vez con la irrupción de Vox hasta dejar al PP en el penúltimo puesto. El equipo de Casado se tambaleaba y el desaliento cundía en todo el partido. En la sede de Génova decidieron convocar <strong>un acto del partido</strong> abierto a la sociedad para renovar ideas con el<strong> objetivo último de ganar tiempo y apuntalar a su presidente.</strong> Pero fue Pedro Sánchez quien hizo entonces reaccionar al principal partido de la oposición cuando intentó arrebatarle el poder autonómico por la vía de las mociones de censura en Murcia, Castilla y León y Madrid. El fracaso cambió de bando. <strong>Isabel Díaz Ayuso</strong> adelantó a mayo las elecciones, barrió a la izquierda en la Comunidad autónoma, absorbió a Ciudadanos, frenó a Vox y <strong>se convirtió en la nueva figura del PP.</strong> En la convención itinerante y con estrellas invitadas que metían la pata, como Mario Vargas Llosa, o en su peor momento, como Nicolás Sarkozy, <strong>Casado se apuntó el tanto para consumo interno de que Mariano Rajoy y José María Aznar le señalaran como futuro presidente del Gobierno.</strong> Pero ambos ex jefes del Ejecutivo son el pasado y Ayuso el presente de un nuevo PP triunfador. El interés de la convención se centraba en si la presidenta de la Comunidad de Madrid, de viaje anunciado a Estados Unidos, llegaba a tiempo al acto, o no, y si se sumaba, o no, al coro de alabanzas al jefe. <strong>La intervención de Ayuso</strong> junto, con el resto de los presidentes autonómicos y con el mismo guion de confianza en Casado, <strong>tuvo el añadido de asegurar que se queda en Madrid,</strong> desde donde ha propiciado la mayor derrota del sanchismo y el abandono de la vida política de Pablo Iglesias, aunque esta vez su responsable no quisiera recordarlo. <strong>Su discurso fue todo un alivio para la dirección del partido después de un verano de nervios y celos</strong> frente a la nueva “lideresa” que exige el control de la organización del PP de Madrid, igual que Alberto Núñez Feijóo tiene el de Galicia y el resto de los presidentes autonómicos del partido el de la región correspondiente. <strong>Ayuso proclamó su apoyo y lealtad a Casado cuando cualquier ambigüedad en la cuestión hubiera sonado a candidatura a la sucesión</strong> del presidente del partido a medio plazo. Ayuso y Casado se llevan en lo personal bastante mejor que sus respectivos equipos y los planes inmediatos de ambos se cruzan y retroalimentan de aquí a las próximas elecciones generales. <strong> El presidente nacional del PP tiene que convocar para el próximo veran</strong>o no una convención de relleno como la clausurada en Valencia el fin de semana, sino todo<strong> un congreso nacional con proyectos y directiva renovada con la que afrontar el final de la legislatura y la próxima cita ante las urnas</strong>. Será su tercera y última oportunidad para llegar al poder. Igual que ahora todo es cierre de filas y nadie en el PP cuestiona el liderazgo de Casado ni se plantea su relevo, también se admite que tiene ese plazo de caducidad: los próximos comicios. <strong>Isabel Díaz Ayuso tendrá antes su particular examen electoral fijo en mayo de 2023</strong>, en las elecciones previstas para el común de las autonomías. Si para entonces se reconfirma como “lideresa” del PP en Madrid con otra mayoría clara, contribuirá al desgaste del Gobierno de Sánchez en beneficio de las expectativas de Casado. De momento, Ayuso puede esperar.