<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>Marruecos anunció ayer más “respuestas”, tras lanzar nuevas acusaciones contra España, ahora por utilizar “como coartada” la cuestión migratoria -incluido el problema de los menores no acompañados- para evitar “las verdaderas causas de la crisis política” entre los dos países.</strong></h4> La advertencia ha llegado de nuevo del <strong>Ministerio de Asuntos Exteriores</strong> de Marruecos, en esta ocasión, aprovechando un comunicado en el que<strong> anuncia que el rey Mohamed VI ha dado instrucciones a ese departamento y al Ministerio del Interior para que solucionen “definitivamente” el problema de los menos no acompañados marroquíes que se encuentran en situación irregular en España y en otros países de la Unión Europea.</strong> El comunicado asegura que Mohamed VI "había subrayado en numerosas ocasiones, incluso ante jefes de Estado extranjero, el compromiso claro y firme del reino de Marruecos de aceptar el retorno de los menores no acompañados debidamente identificados". El Gobierno marroquí resalta, además, que hay "mecanismos de cooperación" con países como España o Francia, que han permitido "el retorno de varias decenas de menores" y se exime de cualquier culpabilidad en la <strong>lentitud constatada en el proceso, que vincula "esencialmente a los bloqueos en los procedimientos complejos en algunos países europeos"</strong>. También afirma que Marruecos es el primer país afectado por las actividades de "ciertos círculos de la sociedad civil, incluso redes criminales, que usan como pretexto las pretendidas condiciones precarias de los menores para instrumentalizarles". Así las cosas, el Ministerio de Exteriores marroquí asegura que el país "está dispuesto a colaborar, como siempre ha hecho, con los países europeos y la UE, para resolver esta cuestión" y confía en que estos "sepan superar las limitaciones procedimentales para facilitar esta operación". El comunicado no pierde la ocasión de lanzar<strong> nuevas críticas al Gobierno español</strong>, <strong>lamentando que "la cuestión migratoria, incluida la cuestión de los menores no acompañados, sea utilizada como coartada</strong> con el fin de evitar las verdaderas causas de la crisis política actual con España, cuyo origen y fundamentos son bien conocidos". "Las autoridades marroquíes se reservan <strong>el derecho de aportar, en el momento oportuno, las respuestas adecuadas</strong> a las acusaciones infundadas del Gobierno español", concluye el comunicado, amenazando una vez más con consecuencias como ya hiciera el pasado 8 de mayo antes de que se produjera la llegada masiva de migrantes a Ceuta el 17 y 18 de mayo tras relajar Marruecos los controles fronterizos. Mientras,<strong> el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali,</strong> que se encontraba hospitalizado en Logroño, <strong>abandonó anoche España</strong>, después de que, tras comparecer ayer por videoconferencia ante la Audiencia Nacional por las querellas presentadas contra él, el juez Santiago Pedraz decidiera no imponerle medias cautelares. Un avión de la Fuerza Aérea Argelina salió ayer de Argel hacia España, previsiblemente con la intención de recoger a Ghali. Sin embargo, el aparato tuvo que regresar a su base, porque no fue admitido por España al no tener un plan de vuelo adecuado para entrar en el espacio aéreo español ni para aterrizar en el aeropuerto de Logroño. Posteriormente, el Gobierno autorizó la llegada de un avión argelino al aeropuerto de Pamplona, al que se trasladó Ghali desde el hospital de Logroño, tras pedir el alta voluntaria. El avión salió de Pamplona con destino a Argelia y, al parecer, el Gobierno español informó de la salida a las autoridades de Marruecos. El juez Pedraz acordó, a petición de la Fiscalía, que el dirigente saharaui deje un teléfono y un domicilio en España donde pueda ser localizado, pero no le retiró el pasaporte ni ordenó su ingreso en prisión provisional como pedía una de las acusaciones particulares. La acogida al líder del Polisario por parte de España fue argumentada, en principio, por Marruecos para favorecer la entrada masiva de personas por la frontera de Ceuta, desatando así la crisis diplomática que aún se mantiene viva.