<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>La convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid para el próximo día 4 de mayo se ha convertido en un bálsamo para la vida interna del Partido Popular después del desastre en los comicios catalanes de febrero. </strong></h4> <span style="font-weight: 400;"><strong>La maniobra diseñada po</strong>r<strong> Pedro Sánchez</strong> para desalojar al PP de sus feudos de poder regional por la vía de las mociones de censura derivó en el previsible cierre de filas de los populares y en un <strong>aplazamiento del incipiente debate sobre el liderazgo de Pablo Casado</strong> al frente de la formación.</span> <span style="font-weight: 400;">La <strong>rápida reacción de Isabel Díaz Ayuso</strong> de convocar a las urnas en la Comunidad autónoma para evitar el golpe de los socialistas ha dado oxígeno al presidente de su partido. En Madrid han cesado las discusiones internas sobre la estrategia de Casado para encabezar la oposición. Hasta los perdedores del congreso de la sucesión de <strong>Mariano Rajoy</strong> suman ahora esfuerzos para lograr una victoria de la dirigente predilecta de su jefe de filas que saben que tendrá que ser abrumadora para retener el gobierno regional.</span> <span style="font-weight: 400;">Las elecciones catalanas y la intervención de su presidente en la campaña dejaron desmoralizado al PP. En los chats de los dirigentes más veteranos empezaron a acumularse los<strong> mensajes sobre los errores de Casado y las críticas a su equipo de confianza</strong> con el secretario general, <strong>Teodoro García Egea,</strong> en lugar destacado. El férreo control de la dirección nacional sobre las estructuras del partido impide cualquier alternativa de oposición interna organizada, pero las dudas internas eran constatables, fuera incluso de los círculos de antiguos ‘marianistas’.</span> <span style="font-weight: 400;">Si Sánchez quiso aprovechar el momento para dar el golpe de gracia al PP con las mociones de censura acordadas con Ciudadanos, la maniobra (primero frustrada en Murcia y ahora pendiente de las urnas en Madrid) revitaliza de momento a los populares y a su presidente nacional. </span> <span style="font-weight: 400;">Hasta marzo, la oposición interna se reducía a la resistencia del <strong>presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno</strong>, a que, desde la sede central, controlaran las organizaciones provinciales de su región. La pelea por la de Sevilla dejó claro el grado de división en la primera provincia andaluza. Galicia, con <strong>Alberto Núñez Feijóo</strong>, queda al margen de cualquier interferencia desde Génova, como siempre.</span> <span style="font-weight: 400;">Después de arrancar la precampaña electoral en Madrid, al estar en juego el gobierno de la Comunidad de más peso económico de España, <strong>todo foco de disidencia en el PP queda apagado</strong>. Moreno lo acaba de certificar con un acuerdo cerrado con la dirección nacional (con García Egea) sobre las futuras ejecutivas provinciales del resto de Andalucía, donde no darán el espectáculo de Sevilla.</span> <span style="font-weight: 400;">Aunque sea una apuesta por la supervivencia como es la de adelantar elecciones para no perder el poder en Madrid, <strong>en el equipo de Pablo Casado consideran que los comicios también son una oportunidad para reflotar la imagen de su jefe.</strong> Ayuso fue una apuesta personal del sucesor de Rajoy nada más hacerse con la presidencia del partido. Ahora quiere sacar réditos de esa inversión, aunque tenga que admitir la autonomía de su elegida en la campaña después de algunos roces por el capítulo de los fichajes como el de Toni Cantó.</span> <span style="font-weight: 400;"><strong>Casado se tiene que apuntar al éxito claro de Ayuso</strong> que anuncian las encuestas. Pero también asumir los riesgos de que al final el PP no cuadre la mayoría necesaria en Madrid para mantener el gobierno de la Comunidad. Y la ecuación se presenta más complicada para el presidente del partido que para la candidata. </span> <span style="font-weight: 400;">Ayuso necesitará sumar una mayoría absoluta con Vox. Pero Casado requiere además que sea con muy pocos escaños de Abascal para que la influencia de la extrema derecha en un futuro gobierno de Ayuso sea externa e irrelevante. Y para complicar el pronóstico, <strong>lo peor para el PP sería que su competencia por la derecha mejorara sus resultados</strong> de hace dos años hasta hacer posible la suma contraria: la del bloque de izquierdas.</span>