Pedro Zavala Yesan
Abogado y colaborador de la Fundación Alternativas
Pedro Castillo, el ahora expresidente del Perú, venía cometiendo una serie de errores políticos y sociales que han resultado en el rompimiento del orden Constitucional del país que lo ha llevado a su vacancia. Pero su salida no es inesperada, sino que se sentía desde algún tiempo que su Gobierno sería corto, teniendo una fuerte oposición del Congreso que venía allanando su partida y los errores políticos propios de un gobernante inexperto en la materia, por decir lo menos.
Con mucha celeridad, los diferentes actores políticos se manifestaron en contra del accionar del expresidente, ministros de Estado rechazaron el acto y renunciaron, el Tribunal Constitucional e instituciones del Estado se refirieron del mismo modo, terminando de cerrar este ciclo el comando conjunto de las Fuerzas Armadas y la policía nacional. Es llamativa la tardía reacción de Verónica Mendoza, quien desde la campaña de segunda vuelta e inicio del Gobierno aparecía apoyando a Castillo, pero desde los primeros meses de Gobierno hasta la vacancia desapareció del ámbito político.
El Congreso, según las últimas encuestas, goza de cifras récord de desaprobación por parte de la ciudadanía; sin embargo, la medida tomada viene siendo apoyada por la mayoría de población, siendo aislados sectores que aún secundan al expresidente. Este problema debe llamarnos a la reflexión a la nación peruana sobre cómo nos estamos involucrando y formando para la vida política, tomando una posición pasiva sobre lo que nos acontece, o, más bien, una activa sobre las propuestas de cambio que se deben hacer.
¿Pero, después de la vacancia presidencial hemos solucionado nuestros problemas políticos? Entre vítores y fotografías el Congreso celebraba la victoria sobre el ahora expresidente, reconociendo a la vicepresidenta Dina Boluarte como la primera presidenta del país. Sin embargo, en el fondo, la vacancia del expresidente Castillo no soluciona nada, pero sí pone de relieve por lo menos dos temas importantes.
Por un lado, tenemos lo cotidiano que en Perú se ha vuelto el recambio de presidentes, lo que supone un abuso de la figura constitucional de la vacancia presidencial tanto por la causa de ‘incapacidad moral’ como por la disolución del Congreso, las cuales debilitan aún más la frágil institucionalidad del país. Nos toca ahora pensar si esta actuación recurrente de la clase política es por la cualidad de las personas que lideran estas instituciones o por el mismo modelo semi presidencialista con un fuerte parlamentarismo que permite este tipo de anomalías.
Por otro lado, esto evidencia también la profunda crisis política en la que estamos. No contamos con un sistema fuerte de partidos, con políticos profesionales, tenemos una arraigada corrupción a todo nivel de gobierno que busca constantemente ostentar el poder, con una gran desigualdad en las clases sociales y con fuerzas políticas polarizadas que no generan cooperación sino enfrentamientos.
Vacancia o disolución sin pensar en profundas reformas al sistema político del país nos llevará a seguir cometiendo los mismos errores y mantener la inestabilidad política en la que estamos inmersos, frenando el desarrollo que tanto anhelamos en el país. La nueva presidenta, Dina Boluarte, tiene una labor difícil en este contexto, con un parlamento opositor que buscará sacarla, inestabilidad social y política, y sin un cuerpo técnico que la respalde. Un pacto político que busque el diálogo sincero estableciendo reformas al sistema pareciera una opción necesaria en este contexto.
Por lo pronto, la presidenta Boluarte tiene que evaluar si llama de manera anticipada a elecciones generales, o termina el mandato ya iniciado por Castillo. Ella ha mencionado que su gabinete buscará consensos y diálogo, lo cual será difícil con las radicales posiciones del escenario político. Con los antecedentes existentes hay posibilidad de la vacancia de la nueva presidenta y recaer en el caos político al que nos estamos acostumbrando.
Es también cierto que existe preocupación por parte de diferentes sectores de la sociedad, quienes plantean cambios de fondo al sistema político del país, pero muchos de ellos, empresariales, académicos o profesionales no tienen un espacio en la discusión política del país. Esperemos que esta crisis nos permita ampliar la discusión de la política de Perú, abriendo nuevos espacios de diálogo y soluciones creativas con los diferentes actores involucrados.
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