<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El alto representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Josep Borrell, defendió ayer en Madrid la puesta en marcha de una “verdadera diplomacia europea” que contribuya a “comunitarizar la política exterior” de los 27.</strong></h4> <strong>“Ciertamente no tenemos una verdadera diplomacia europea”, declaró Borrell durante la presentación del informe titulado, precisamente, <a href="https://www.politicaexterior.com/articulo/hacia-una-verdadera-diplomacia-europea/" target="_blank" rel="noopener noreferrer"><em>Hacia una verdadera diplomacia europea</em></a>, que tuvo lugar en la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid</strong>. El informe, <strong>encargado por el eurodiputado socialista español Ignacio Sánchez Amor y elaborado por los investigadores Paula Lamoso, Ignacio Molina y Pol Morillas</strong>, analiza la arquitectura de la diplomacia de la Unión y realiza una serie de recomendaciones para mejorarla, con especial atención a la creación de instrumentos europeos propios y autónomos en materia de política exterior y de seguridad. “Tenemos un Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), representaciones diplomáticas en más de 150 países y casi 5.000 personas trabajando en el SEAE, que no es poca cosa”, pero la política exterior sigue siendo “competencia de los Estados”, prosiguió. Por ello, advirtió, es necesario afrontar “objetivos más ambiciosos” para <strong>“comunitarizar la política exterior europea mediante una política exterior común, que no única”</strong>, afirmó. Con ese fin, explicó Borrell, es necesario <strong>“avanzar hacia una verdadera diplomacia europea”</strong> a partir de “dos bases”: <strong>el material humano y la creación de una “cultura estratégica europea”.</strong> Respecto a lo primero, el alto representante anunció que, “dentro de unos días”, él mismo inaugurará “el primer curso de la Escuela Diplomática Europea”, que, aunque “no es exactamente una Escuela Diplomática, es un embrión” para conseguir “diplomáticos a tiempo completo” y dejar de depender de los cuerpos diplomáticos de los Estados. Respecto al segundo objetivo, Borrell advirtió de que “Europa debe compartir una visión estratégica común del mundo, una cultura estratégica”, porque “sin esta visión estratégica del mundo es muy difícil tener una política exterior común”. Hasta la fecha, explicó Borrell, la UE ha ido avanzando a medida que las crisis le han obligado a ello. <strong>“La actual crisis (de Ucrania) tiene dos consecuencias positivas: romper el tabú de que la UE no puede movilizar recursos comunes para armar a un país en guerra, algo que se ha hecho, y liberarnos de la dependencia energética rusa, que era una gran restricción para nuestra política exterior”</strong>. “Estamos muy condicionados por la dependencia energética y podremos avanzar hacia la autonomía estratégica porque ya no tendremos esa dependencia”, concluyó. <h5><strong>Sánchez Amor: “Demasiados egos en la política exterior europea”</strong></h5> Por su parte, <strong>Ignacio Sánchez Amor</strong> explicó durante el acto que, para sacar adelante una verdadera política exterior, la UE se enfrenta a importantes obstáculos, entre ellos “un marco jurídico débil, vago y del que puede salir cualquier cosa”. <strong>“Hay demasiadas caras y demasiados egos en la política exterior europea, con un presidente del Consejo, una presidenta de la Comisión y un alto representante”</strong>, lamentó. “La competencia infantil entre el presidente de Consejo y la presidenta de Comisión sobre quién aparece saludando a quién o quién se sienta en el sillón más alto” confunde a “amigos y socios”, que no saben a cuál de los “tres teléfonos” deben llamar para abordar cuestiones de política exterior con la UE. Por ello, advirtió, <strong>“se debe dejar trabajar al alto representante, porque se le ha elegido para eso”</strong>. “No es un ministro de Asuntos Exteriores elegido por la presidenta de la Comisión, fue elegido en el verano de 2019 al mismo tiempo que los presidentes del Consejo y la Comisión, el alto representante venía con el paquete”, y, por ello, “la hiperactividad de los dos presidentes es perjudicial” para la acción exterior europea. En cuanto a los instrumentos necesarios para abordar una política exterior europea, incluidos en el informe, Sánchez Amor abogó por <strong>la creación de una “Inteligencia europea” porque “en las crisis exteriores no podemos ir por el mundo a ciegas o con informaciones que nos concedan graciosamente las Inteligencias nacionales”</strong>. Para ello se debe favorecer un mayor “flujo de información” porque “ante una crisis exterior”, como las recientes de Afganistán o Ucrania, “el SEAE debería saber tanto como el Estado miembro que más sabe”. Otro instrumento importante sería la creación de <strong>“una Escuela Diplomática Europea”</strong> que permita poner en marcha “una verdadera diplomacia europea de raíz, seleccionada y formada expresamente para eso”. Al respecto, el eurodiputado recordó que el Parlamento Europeo aprobó en 2021 un proyecto piloto dotado con dos millones de euros (un millón en 2022 y otro en 2023) para explorar, precisamente, la idea de una Escuela Diplomática. El tercer gran reto de la UE, concluyó el eurodiputado, <strong>es la inserción de la UE en el sistema multilateral</strong>. “La ONU está diseñada para Estados, pero han aparecido nuevos sujetos internacionales que también hacen política exterior sin ser Estados”, afirmó. “La ONU tiene un problema: no hay un asiento para la UE en el Consejo de Seguridad”, advirtió. Para superar ese problema, explicó, existen dos alternativas: reformar y ampliar el Consejo o “incrementar las responsabilidades compartidas a partir de la silla francesa (Francia es miembro permanente)”. Por ello, afirmó, <strong>sería interesante ver si, en un plazo de doce a catorce años, Francia accede a convertir su “silla francesa en silla europea”, lo cual, admitió con bastante ironía, “pondría a prueba la sinceridad del gran discurso europeísta y con grandes alharacas de Francia”. </strong>