Claudia Luna Palencia
Periodista
Desde junio pasado, en la reunión del G7 en Alemania, Joe Biden fue muy claro al advertir a los líderes presentes que China está convirtiéndose en un importante inversor no solo en Asia, fundamentalmente en África y en América Latina. Al ritmo que va el gigante asiático terminará desplazando los capitales europeos y norteamericanos del interés de los países en desarrollo.
En dicha cumbre, el mandatario estadounidense logró arrancar el compromiso de Francia, Reino Unido, Canadá, Japón, Alemania, Italia más la Unión Europea (UE) a favor de sumarse para crear un fondo de 600.000 millones de dólares para infraestructura sostenible en países en vías de desarrollo.
La intención es jugarle al tú por tú a China con su Nueva Ruta de la Seda que va metiendo inversiones, a diestra y a siniestra, construyendo obra imprescindible en países tradicionalmente castigados en la materia.
Desde 2013, el presidente de China, Xi Jinping, presentó el gran proyecto de su Gobierno, “One Road, One Belt”, con la intención de unir Asia con Europa vertebrando una serie de infraestructura por tierra y por mar y también construyendo aeropuertos para facilitar que sus mercancías lleguen a todas partes del mundo en un menor tiempo y a un menor costo. Crear una extensa red como si fuese un voraz kraken extendiendo sus tentáculos enormes.
Como parte de esa iniciativa propulsada por Biden, para no dejarse opacar por la avanzada china, la UE prepara la reconquista de América Latina: un proyecto del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) impulsa un plan de inversiones por 8.000 millones de euros para destinarlos a la región.
China ya les lleva bastante la delantera en materia de inversiones, pero también en el acercamiento diplomático, ninguno de los países de América Latina puede reprocharle un pasado histórico subyugante en momentos en que casi la mitad de los países de América Latina y el Caribe tienen Gobiernos de izquierdas; algunos tirando más hacia el socialismo y otros hacia un progresismo más moderado. Pero nadie puede esconder que hay un sentimiento antiespañol y antieuropeo alentado por los propios gobernantes, para alimentar un conflicto del pasado, pero cuyo agravio traído al presente sirve para distraer al pueblo.
En América Latina no se ve a China con ojos colonialistas. Ya desde hace unos meses el propio presidente de España, Pedro Sánchez, manifestó su interés de retomar una cumbre de la UE con América Latina que posiblemente podría darse aprovechando la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023.
Desde 2015 no se lleva a cabo ninguna cumbre regional UE-AL. Hay una desconexión de realidades: mientras los europeos se han enfocado en la recuperación económica, en América Latina los capitales chinos han ido fluyendo con perseverancia.
De alguna forma la pandemia del coronavirus ha consolidado los lazos con la región más transparente, como llamó el escritor Carlos Fuentes a AL, porque las vacunas chinas han llegado con prontitud desde México hacia América Central y América del Sur. La misma situación con la vacuna rusa Sputnik V que ha permitido a los rusos estrechar amistad con buena parte de los Gobiernos latinoamericanos.
A colación
En los últimos años en América Latina, aquellas licitaciones que tradicionalmente ganaban los estadounidenses, españoles, franceses, alemanes y otros países europeos están siendo ocupadas por capitales chinos. Esto es una realidad.
“Entre 2015 y 2020, empresas privadas y paraestatales chinas invirtieron alrededor de 74.850 millones de dólares en los países latinos. Y van aumentando las inversiones en Chile, Colombia y México”, de acuerdo con el monitor de flujos de salida de la Inversión Extranjera Directa de China.
Si de forma tradicional, por décadas, la canadiense Bombardier o la española Construcción y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) participaban de la construcción del Metro en México con una serie de suministros, entre estos los trenes, con el mandatario Andrés Manuel López Obrador son los chinos los que ganan los acuerdos en la materia: la renovación de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México estará en manos de la empresa CRRC Zhuzhou Locomotive con el pedido de 29 trenes.
Hay una afinidad y simpatía hacia China profesada también por diversos mandatarios que ven a Estados Unidos como un ogro imperialista y se han sentido menospreciados por España.
Los actuales vientos políticos en AL no favorecen del todo la intención de reconquista económica de la UE, que además se la juega dentro de un mosaico de países con una serie de problemas internos fuertes, desde la ausencia de liderazgos consolidados, hasta graves problemas de inseguridad.
Muchos de ellos no han querido siquiera apoyar a Ucrania contra la invasión de las tropas rusas, no concuerdan con la posición, ni de Washington, ni de Bruselas. En julio pasado, el Mercosur le negó al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, intervenir por streaming para hablar de la invasión y pedir su apoyo. Puede ser que la UE tenga en contra el ritmo de las manecillas del reloj.
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