La reunión celebrada ayer en Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida) entre el presidente estadounidense y el líder ucraniano ha sido seguida con atención en Bruselas y en varias capitales europeas, donde se mezclan la cautela estratégica, el respaldo político a Kiev y la exigencia de compromisos concretos en materia de seguridad y apoyo militar.
Las primeras reacciones institucionales llegaron desde la Comisión Europea, que evitó valorar el contenido concreto de la reunión bilateral entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en la residencia del presidente estadounidense, pero subrayó que cualquier iniciativa diplomática sobre Ucrania debe respetar “la soberanía, la integridad territorial y el marco internacional acordado”. Fuentes comunitarias insistieron en que la UE no puede ser un actor pasivo ante posibles cambios de enfoque en Washington y reclamaron coordinación transatlántica real, más allá de los gestos simbólicos.
Desde el ámbito político, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, reiteró en un breve mensaje que el apoyo europeo a Ucrania es “a largo plazo y no condicionado a ciclos electorales externos”. En la misma línea, varios comisarios recordaron que la ayuda financiera y militar europea ya supera, en términos agregados, la aportada por Estados Unidos en algunos tramos del conflicto, un dato que Bruselas quiere poner en valor ante cualquier replanteamiento estadounidense.
En las capitales europeas, el tono fue similar aunque con matices. París y Berlín coincidieron en calificar la reunión como “necesaria pero insuficiente”, mientras que países del este, como Polonia y los Estados bálticos, expresaron abiertamente su preocupación por la ambigüedad del mensaje de Trump sobre el futuro respaldo a Kiev. Para estos gobiernos, cualquier duda estratégica desde Washington obliga a Europa a acelerar su propia capacidad de disuasión y apoyo militar.
En el Parlamento Europeo, varios grupos políticos reclamaron una comparecencia urgente del alto representante para explicar cómo interpreta la UE el nuevo escenario. Socialdemócratas, liberales y verdes coincidieron en que la reunión Trump-Zelenski confirma que Europa debe prepararse para un contexto menos previsible y asumir mayores responsabilidades estratégicas. El mensaje que se repite en Bruselas es claro: la fotografía cuenta, pero lo decisivo serán las decisiones que vengan después.

