<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Después de año y medio de fracasos electorales, Pedro Sánchez despeja responsabilidades con cambios y nombramientos al frente del partido y del grupo parlamentario socialista de dirigentes ya conocidos como la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, o amortizados hace años como el expresidente del gobierno autonómico vasco Patxi López.</strong></h4> <strong>Nuevo giro del presidente del Gobierno</strong>, que esta vez afecta a los equipos que formó el verano pasado y obedece a la <strong>urgencia de levantar cabeza, primero en los sondeos y luego en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023.</strong> Confirmado en el pasado debate sobre el estado de la nación su apuesta por el populismo en política económica como respuesta a la escalada inflación y la inminencia de la crisis, el jefe del Ejecutivo prueba a recolocar piezas en el partido. En el Gobierno remodelado a fondo hace justo un año siguen convencidos de que su labor es buena, aunque en la opinión pública no lo perciba así. <strong>Lejos de asumir errores de gestión,</strong> reconocer los problemas de cohesión en el mismo o las consecuencias de tener contentos a todos los partidos separatistas incluido el heredero del brazo político de ETA,<strong> Sánchez señala a los responsables de la organización y la comunicación de su partido.</strong> <strong>Hasta el oficial Centro de Investigaciones Sociológicas</strong> que controla el fiel sanchista Félix Tezanos apunta en su último sondeo que <strong>el Partido Popular, con Alberto Núñez Feijóo al frente, ya va primero en intención de voto</strong> y le saca casi dos puntos al PSOE. Después de la victoria por mayoría absoluta del PP en los comicios regionales de Andalucía (la comunidad más poblada de España), las encuestas privadas multiplican por dos y hasta por tres esa diferencia en las últimas semanas. El secretario general de los socialistas cambia ahora a los dirigentes elegidos por él mismo el pasado verano para llevar el partido (Adriana Lastra, 13 meses en el cargo) y el grupo parlamentario en el Congreso: Héctor Gómez, 10 meses en el puesto. Ambos no tenían más peso y recorrido previos en la organización que los derivados de la designación de Sánchez. Pero a<strong>l presidente del Gobierno le duran muy poco sus hombres y mujeres de confianza</strong> y lo más novedoso en estos últimos cambios es la compatibilidad de algunos de los elegidos. <strong>María Jesús Montero, como ministra de Hacienda</strong>, era la miembro del Gobierno con más tarea por delante a partir de septiembre: elaborar, presentar y buscar los apoyos para el <strong>proyecto de Presupuestos Generales del Estado</strong> que el Ejecutivo necesita para hacer frente a la crisis económica y terminar la legislatura. Desde el pasado sábado<strong> tiene</strong> <strong>además que dirigir el PSOE como vicesecretaria general</strong> y preparar el ciclo electoral que abrirán los comicios de mayo. <strong>El caso de Patxi López como portavoz del grupo parlamentario es el del ascenso imprevisto</strong> en un dirigente político con cuatro décadas de carrera a sus espaldas, pero ya de retirada. Presidente del gobierno autonómico vasco en 2009, aunque de rebote (quedó segundo en los comicios frente al PNV) y gracias a la abstención del PP, se pasó casi cuatro años en el cargo sin tocar los entramados de poder de los nacionalistas hasta que en los siguientes comicios se impusieron otra vez los peneuvistas. Luego, en la política nacional, se enfrentó y perdió en las elecciones primarias para secretario general que ganó Sánchez. López fue después el presidente del Congreso más efímero de la democracia: los seis meses que duró la legislatura fallida de 2016. Sánchez había pactado con Ciudadanos para ser presidente del Gobierno y desplazar al PP, pero no obtuvo entonces el apoyo de la mayoría de la Cámara y hubo que repetir las elecciones, comicios que ganó de nuevo Mariano Rajoy. Desde 2017 López seguía de diputado en el Congreso y en los últimos días se había destacado dentro del PSOE como defensor de los pactos de su partido con Bildu, formación heredera del brazo político de la banda terrorista ETA. Los cambios de portavoces se completan con el <strong>nombramiento de la ministra de Educación, Pilar Alegría, como responsable de la comunicación del partido.</strong> Otra muestra más de que el jefe del Ejecutivo concibe el antiguo PSOE, el que dejó sin corrientes ideológicas ni vieja guardia en activo cuando se hizo con la secretaría general en 2017, como una extensión de su gabinete.