Dentro de su ciclo Grandes Intérpretes, la Fundación Scherzo presenta una de las veladas más esperadas de la temporada: el pianista Kirill Gerstein (en la foto), acompañado por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León bajo la dirección de Thierry Fischer, interpretará el monumental Concierto para piano n.º 3 en re menor, op. 30, de Serguéi Rachmaninov.
El programa se completa con el Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy, y la suite sinfónica sobre El oro del Rin, de Richard Wagner, en el arreglo de Henk de Vlieger.
Tres visiones del arte sonoro se sucederán en esta cita: el simbolismo impresionista de Debussy, la mitología wagneriana y, tras la pausa, la emoción pura de Rachmaninov, donde la música se basta a sí misma. Será en esa última obra donde la noche alcance su clímax: un diálogo entre el piano y la orquesta que condensa la nostalgia del exilio, la desmesura del virtuosismo y la hondura de un alma romántica que se resiste a desaparecer.
Estrenado por el propio Rachmaninov en 1909 en Nueva York bajo la dirección de Gustav Mahler, el Tercer Concierto es una de las cimas del repertorio pianístico. Su fama legendaria se debe tanto a su extrema dificultad técnica como a su fuerza emocional, capaz de transitar del recogimiento a la catarsis con una lógica casi orgánica. Pocas obras simbolizan tan bien el final de una era: en sus compases aún resuenan los ecos del siglo XIX, pero ya se percibe la melancolía de un mundo que se desvanece.
Kirill Gerstein, uno de los pianistas más singulares de nuestro tiempo, abordará esta partitura con la profundidad y el rigor que caracterizan su trayectoria. Su formación -que conjuga la tradición rusa, la libertad del jazz y la búsqueda intelectual de la música contemporánea- convierte su interpretación en una experiencia imprevisible y viva. Gerstein no toca Rachmaninov: lo interroga, lo habita, lo renueva. A su lado, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por Thierry Fischer, ofrecerá el contrapunto orquestal con la transparencia, el equilibrio y la intensidad que han definido su actual etapa artística.
El Concierto n.º 3 no se impone por el despliegue técnico, sino por su arquitectura emocional. Su célebre inicio -una melodía sencilla, casi litúrgica, confiada al piano solo- preludia un viaje hacia la exaltación. El segundo movimiento, un Intermezzo de lirismo contenido, cede paso a un Finale desbordante de energía y contraste, en el que el piano y la orquesta se entrelazan en una danza que alterna vértigo y luz. En palabras del propio compositor, “la música debe nacer del corazón y dirigirse al corazón”.Las entradas se pueden adquirir en este link.