<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>La Santa Sede ha anunciado este lunes el nombramiento del arzobispo italiano Piero Pioppo como nuevo nuncio apostólico en España y el Principado de Andorra.</strong></h4> Piero Pioppo, nacido en Savona en 1960, ordenado sacerdote en 1985, arzobispo de Torcello y actual nuncio de la Santa Sede en Indonesia y en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), sucede en la Nunciatura al filipino Bernardito Auza, cuyo relevo se pospuso a causa del fallecimiento del Papa Francisco (el pasado 21 de abril) y del posterior cónclave en el que fue elegido el actual Pontífice el estadounidense Robert Francis Prevost (León XIV), un proceso que paralizó las principales decisiones de la Santa Sede. Pioppo, que habla cuatro idiomas (italiano, inglés, francés y español), fue un estrecho colaborador del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de la Santa Sede entre 1991 y 2006 y prelado del IOR (Instituto para las Obras de Religión), el conocido Banco del Vaticano. En el plano doctrinal, Pioppo es considerado un hombre de perfil conservador. El pasado mes de julio, el portal InfoVaticana informó, citando fuentes vaticanas “bien informadas”, de que el arzobispo italiano Piero Pioppo sería el nuevo nuncio apostólico en España. No obstante, <em>Silere non possum</em>, un portal italiano de información dedicado a las actividades del Papa, la Santa Sede y la Iglesia Católica, adelantó a finales de ese mismo mes en exclusiva que, “después de semanas de espera y negociaciones confidenciales”, el nombre del arzobispo de Savona había desaparecido del radar”. Asimismo, fuentes del Vaticano informaron por las mismas fechas a <em>The Diplomat</em> de que la propuesta de Piero Pioppo había sido presentada por la Secretaría de Estado de la Santa Sede poco después del traslado de Bernardito Auza, a la representación ante la Unión Europea (que tuvo lugar el pasado mes de marzo), pero el Ejecutivo español “bloqueó el proceso de forma discreta, sin ofrecer explicaciones públicas”. Finalmente, fuentes diplomáticas aseguraron a <em>The Diplomat</em> que estas informaciones eran “falsas”.