1) Una década de extremos
La estadística europea muestra una intensificación del riesgo de incendios en la última década. Tres de las campañas más devastadoras se han concentrado en los últimos años: 2017, 2022 y 2023, con superficies quemadas que oscilaron entre medio millón y casi un millón de hectáreas. La temporada se ha alargado: ya no se limita a julio-septiembre, sino que se extiende desde la primavera hasta bien entrado el otoño. Este cambio refleja la mayor frecuencia de olas de calor y la persistencia de sequías asociadas al cambio climático.
2) Los países más afectados
El núcleo mediterráneo sigue siendo el epicentro de los grandes incendios forestales: España, Portugal, Grecia, Italia y Francia concentran la mayoría de los episodios más graves.
-
España encabezó la superficie quemada en 2022 y vuelve a afrontar campañas muy severas.
-
Grecia registró en 2023 el mayor incendio documentado en suelo europeo, en la región de Evros.
-
Portugal sufrió en 2017 una temporada excepcionalmente letal y destructiva.
-
Francia se situó entre los países más afectados en 2022.
A este núcleo se suman episodios en países de Europa central y del norte, como Suecia en 2018, confirmando que el riesgo ya no es solo mediterráneo.
3) Prevención: de apagar a gestionar el riesgo
La UE ha virado en los últimos años hacia un enfoque más estructural de prevención. Los ejes principales son la gestión de combustibles, la creación de paisajes en mosaico que interrumpan la continuidad del fuego, el pastoreo dirigido, las quemas prescritas y una ordenación urbanística adaptada a la interfaz urbano-forestal.
El gran reto sigue siendo presupuestario: la prevención sigue recibiendo menos recursos que la extinción, pese a que la evidencia demuestra su mayor coste-eficacia a largo plazo.
4) La respuesta común: el Mecanismo de Protección Civil y rescEU
La respuesta europea se ha reforzado con la creación de una capacidad aérea común (rescEU) y el despliegue de brigadas multinacionales preposicionadas en los países más expuestos durante la temporada alta. La flota cuenta ya con aviones y helicópteros financiados directamente por la UE, además de cientos de bomberos enviados en rotación a los Estados más afectados. La frecuencia de activaciones del Mecanismo se ha duplicado en los últimos años, lo que demuestra tanto la gravedad de las campañas como la creciente confianza de los gobiernos nacionales en esta herramienta común.
5) Cómo se financia la prevención
La lucha contra los incendios forestales no se financia con un único fondo, sino a través de una combinación de instrumentos europeos:
-
Fondo de Cohesión y FEDER, que respaldan proyectos de gestión forestal, restauración de áreas quemadas y modernización de equipos.
-
PAC, que mediante los programas de desarrollo rural incentiva prácticas de prevención en el medio agrario y forestal.
-
Programa LIFE, que impulsa proyectos piloto y replicables en prevención y recuperación de ecosistemas.
-
Horizonte Europa, que financia investigación en nuevas tecnologías de detección y gestión de incendios.
-
rescEU y Mecanismo de Protección Civil, que aportan la capacidad operativa común, aunque cada vez más se busca destinar parte de sus recursos a la preparación previa.
6) Conclusión
La última década confirma que los incendios en Europa son más frecuentes, más extensos y más imprevisibles. El riesgo se expande hacia territorios antes poco expuestos y la presión sobre los sistemas de extinción es creciente. Frente a ello, la UE avanza en una doble estrategia: consolidar un músculo común de respuesta y reforzar la prevención como política estructural. La clave estará en alinear las políticas agrarias, climáticas y de cohesión con la gestión forestal y territorial, de modo que la prevención deje de ser la hermana menor y se convierta en el verdadero eje de la resiliencia europea frente al fuego.