<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llegado a un acuerdo con la OTAN para flexibilizar el gasto en defensa y, por tanto, para que no se exija a España alcanzar el cinco por ciento del PIB, reclamado tanto por Estados Unidos como por el secretario general de la Alianza, Mark Rutte.</strong></h4> Así lo anunció este domingo el propio Sánchez en una declaración ante los medios desde Moncloa. “El acuerdo que hemos alcanzado hoy es bueno para España y para el conjunto de la OTAN” porque “nos va a permitir cumplir con nuestros compromisos con la alianza atlántica sin tener que elevar nuestro gasto en defensa hasta el 5% del PIB“, afirmó. En la declaración, Sánchez reiteró que el cinco por ciento propuesto por Rutte y el presidente de EEUU, Donald Trump, “sería desproporcionado e innecesario” porque “existen diferencias económicas” entre los distintos miembros de la OTAN a la hora de cumplir con la parte “proporcional” en materia de defensa. “El método de trabajo de la OTAN siempre se ha centrado en la aportación de las capacidades y no en el porcentaje del PIB”, recordó. “La clave no es gastar más sino mejor y juntos”, añadió. El acuerdo, alcanzado después de varias de negociaciones, permitirá modificar la declaración de la Cumbre, que tendrá lugar esta semana en La Haya. En este contexto, Mark Rutte ha respondido a la carta remitida el pasado jueves por Sánchez en la que le pedía que la declaración de la Cumbre de La Haya incluyera “una fórmula más flexible” que permita “excluir a España” de esa obligación. En la carta de Rutte, el secretario general afirma que “España está convencida de que puede cumplir los nuevos objetivos de capacidad acordados con una trayectoria de gasto inferior al 5% (3,5 % en defensa básica y 1,5% en gastos relacionados con la seguridad) del PIB”. “A la luz de su carta, le confirmo por la presente que el acuerdo de la próxima Cumbre de la OTAN otorgará a España la flexibilidad necesaria para determinar su propia vía soberana para alcanzar el objetivo de capacidad y los recursos anuales necesarios como porcentaje del PIB, así como para presentar sus propios planes anuales”, escribe Rutte. “Además, la trayectoria y el equilibrio del gasto en virtud de este plan se revisarán en 2029, a la luz del entorno estratégico y de los objetivos de capacidad actualizados de la OTAN”, añade. “A la luz de su carta, y en aras de la unidad aliada, puedo confirmar por la presente que España aceptará el borrador de declaración distribuido el 22 de junio para la próxima Cumbre de la OTAN, en el entendimiento de que el compromiso de España se refiere al cumplimiento del objetivo de capacidad en el plazo y en su totalidad, independientemente de la proporción del PIB que ello suponga, y a presentar nuestros propios planes anuales en consecuencia”, prosigue. Por ello, la declaración evitará la expresión “cada uno de los aliados se compromete al 5%” y opta por un genérico “aliados”, sin citar a los 32 Estados miembros. En estas circunstancias, España podrá compatibilizar el 2% del PIB con el cumplimiento de los compromisos de la OTAN, mientras que la obligación del 5% se reservará para el resto de aliados. No obstante, el texto advertirá de que, en el futuro, ese dos por ciento podría fluctuar en función de los compromisos y objetivos pactados por los miembros de la OTAN y de cómo evolucione el PIB de España. Pedro Sánchez aseguró en su carta a Rutte que a España le basta con el 2,1 por ciento para cumplir los objetivos de capacidades militares de la OTAN. <h5><strong>La Cumbre</strong></h5> La Cumbre de La Haya, que marcará un nuevo momento de definición estratégica para la Alianza Atlántica en un contexto internacional de alta inestabilidad y competencia sistémica, abordará la adopción de acuerdos orientados a fortalecer los flancos Este y Norte de la Alianza, mejorar la interoperabilidad industrial en materia de defensa —un punto de interés común para Bruselas y Washington— y afinar el mecanismo de apoyo multianual a Ucrania, en medio de incertidumbres geopolítica creada por Trump en su segundo mandato. También se discutirá, previsiblemente, el rol de actores como Japón, Corea del Sur o Australia, observadores cada vez más relevantes en las discusiones aliadas. A este escenario se suma un dato clave: la creciente presión interna dentro de la OTAN para que los aliados cumplan —y superen— los compromisos de inversión en defensa. Si el 2% del PIB se ha convertido ya en el mínimo exigido, en algunos círculos —especialmente en Washington y dentro del mando militar de la Alianza— se empieza a hablar de un “5% estratégico” como hipótesis para los países más comprometidos. Concretamente, Mark Rutte ha presentado un plan ante la Cumbre de La Haya, alumbrado por el presidente de EEUU, Donald Trump, en el que se recomienda alcanzar ese porcentaje del 5% en 2032 con un aumento sostenido anual que los países deben declarar y cumplir. Como única concesión, probablemente “autorizada” por el mandatario norteamericano, el porcentaje se distribuiría en un 3,5% en un gasto militar puro y un 1,5% en inversiones en infraestructuras relacionadas con la seguridad. En este contexto, el Gobierno español mantiene su hoja de ruta para alcanzar el 2% del PIB en 2029, una meta exigente pero asumida políticamente, y cualquier presión aliada para acelerar ese calendario o elevar el listón pondría al Ejecutivo ante decisiones complejas, tanto presupuestarias como de comunicación pública. En un país sin cultura de defensa arraigada y con demandas sociales persistentes, y en medio de la fuerte polémica a que se enfrenta Sánchez por los casos de corrupción en el PSOE, cuadrar el círculo no será fácil. <strong>L</strong>a ministra de Defensa, Margarita Robles, ya confirmó el pasado mes de mayo en Bruselas ante sus homólogos de la OTAN que España no irá más allá del 2% del PIB en Defensa. La ministra de Defensa aseguró que España no vetará el comunicado conjunto, pero advirtió de que sería un “error” elevar al cinco por ciento el gasto en Defensa sin analizar “claramente” cuáles son las necesidades de la Alianza y “la capacidad de la industria de defensa europea de asumir esa cantidad de dinero”. Según Robles, “España es un aliado fiable, responsable y serio” que se ha “comprometido a llegar al dos por ciento del PIB este año” con el Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa, anunciado el pasado 22 de abril por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y cuyo objetivo es alcanzar en 2025 el dos por ciento comprometido ante la OTAN y en el marco del plan de rearme de la UE. La posición española no es la única, pero sí una de las más significativas de entre los grandes países de Europa occidental de la OTAN. Siempre a remolque de las decisiones en materia presupuestaria de la Alianza, no fue hasta 2022 cuando España anunció su intención de alcanzar el 2% del PIB que la cumbre de Gales (2014) había fijado para diez años después. Ocurrió a la finalización de la cumbre de la OTAN en Madrid, en la que el presidente Sánchez “sacaba pecho” anunciando que cumpliría su compromiso a lo largo de ese año, adelantándose a la fecha prevista. Sin embargo, en 2024, cumplidos los diez años de Gales, España seguía sin alcanzar su compromiso, lo cual situaba a España en la cola de los países OTAN en cuanto a la contribución porcentual del PIB para defensa, con el 1,28 %, según datos de la propia Alianza. Tras la presentación del Libro Blanco de la Defensa por parte del Consejo Europeo, que incluye compras conjuntas y una reserva estratégica de municiones y misiles, y de las primeras propuestas del plan de la Comisión para rearmar Europa, Pedro Sánchez se comprometió en Bruselas a adelantar el compromiso de alcanzar el dos por ciento del PIB para gasto de Defensa, anteriormente anunciado para 2029. En este contexto, el presidente del Gobierno presentó el 22 de abril, durante una comparecencia urgente en el Palacio de la Moncloa tras el Consejo de Ministros, el Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa, cuyo objetivo es alcanzar en 2025 ese dos por ciento comprometido ante la OTAN y en el marco del plan de rearme de la UE. Como era de esperar, esta decisión abrió nuevas brechas entre el PSOE y Sumar, los dos partidos del Gobierno de coalición.