José Manuel Corrales
Profesor Doctor de Economía y Empresa de la Universidad Europea
¿Están China y Rusia en guerra comercial contra Europa?. No se trata de alarmar pero si resulta evidente que ademas de las tensiones bélicas en Ucrania asistimos a una situación muy delicada en las relaciones económicas y comerciales a nivel internacional. En este sentido es muy importante ver como evoluciona China como potencia económica mundial, en un contexto complejo en el que Europa está en el ojo del huracán.
En las últimas semanas decenas de ciudades chinas sufren severos confinamientos parciales o totales, después de un nuevo auge de nuevos casos de coronavirus que ponen en tela de juicio la controvertida estrategia de «covid cero» del gobierno chino.
Shanghái, con una población de 25 millones de habitantes, tiene un peso estratégico fundamental en el gigante asiático y ejerce como centro financiero global. En Shanghai está el principal puerto comercial del mundo que representa el 17% del tráfico de contenedores y el 27% de las exportaciones de China.
El confinamiento al que está sometida la ciudad china dificulta la llegada de los camiones que tienen que llevarse las mercancías por carretera o distribuirlas a las fábricas cercanas. Importantes multinacionales y empresas como la Volkswagen o Tesla tuvieron que parar sus actividades ante el colapso del puerto.
Por culta de estas restricciones los barcos se acumulan frente de la costa, esperando el permiso para entrar en el puerto colapsado. Esto provoca que miles de contenedores se apilen en el puerto poniendo de nuevo en jaque la cadena de suministros global justo cuando se confiaba en su recuperación tras la pandemia.
Las consecuencias en la esfera económica internacional son unas cadenas de distribución colapsadas, las cadenas de suministro tensas, un flujo de importaciones mucho más lento y el incremento vertiginoso de la inflación.
A esta situación de parálisis económica en el gigante asiático se une la guerra en Ucrania y el tensionamiento de las relaciones internacionales. Rusia está imponiendo su ritmo en el conflicto bélico en Ucrania y está provocando golpes de efecto en su guerra hibrida contra la Unión Europea. Además de intensificar su invasión en el sur y el este de Ucrania, el cierre del grifo del gas a Polonia, Bulgaria y Finlandia, son pasos rotundo en la escalada bélica y en su guerra económica y propagandística.
El conflicto en Ucrania amenaza con extenderse más allá del territorio ucraniano y ya ha afectado de forma significativa a la economía europea, con dinámicas inflacionistas en los mercados, incrementos de los precios de la energía, y una afecciones en la cadena de distribución. El anuncio de corte de suministro ya ha provocado que el precio del gas escale en toda Europa ante el temor de que se aplique a otros países europeos.
Este corte del gas forma parte de la escalada bélica y es una respuesta agresiva a las sanciones impuestas, subiendo los precios y lanzando una amenaza disuasoria a toda la UE. Tal y como afirma el gobierno polaco el corte de suministro por parte de Gazprom es una violación de los contratos, una suerte de chantaje de Rusia que intenta imponer un plan extracontractual de pago en rublos a través de terceras personas sin garantizar los suministros.
En el comercio exterior la alianza que se puede constatar entre Rusia-China puede desplazar la centralidad en las relaciones de intercambio comercial de la UE a otras áreas geográficas. El problema de esta vertiginosa escalada en el conflicto de Ucrania no es tanto que la UE pierda a Rusia como cliente, sino como proveedor energético. Ahora mismo Rusia es el suministrador más importante de la UE de algunas importaciones cruciales, que no pueden ser sustituidas rápidamente. Rusia aporta alrededor del 45% de las importaciones totales de gas natural de la UE, y las instalaciones de almacenamiento de gas natural de la UE actualmente están solo a un tercio de su capacidad.
La gasolina, la electricidad y otras materias primas ya han alcanzado máximos históricos en estos dos meses de guerra, con oleadas de alzas de precios, lo que supone un incremento en el coste de la vida. Esta situación va a suponer un lastre en la recuperación económica y las previsiones de crecimiento del PIB de Europa pueden verse muy comprometidas, teniendo una clara tendencia a la baja. La economía internacional sufre una suerte de guerra hibrida cuyo desenlace no está definido.
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