Claudia Luna Palencia
Periodista
Las guerras del siglo XXI ya no serán lo que eran antes. La tecnología cualificada sumada al desarrollo digital está haciendo que la invasión de Rusia a Ucrania sea una lucha de estrategias cada vez más minuciosa y especializada.
En la actualidad, un dron fabricado en Turquía como el Bayraktar, que tiene un costo promedio de entre 1 a 2 millones de dólares, dependiendo del modelo elegido puede colapsar una larga columna de tanques rusos destruyendo de forma silenciosa a varios vehículos y dejando caer cargas explosivas en vagones de tren con suministros para los enemigos.
Me atrevo a decir que todos los órganos de defensa a nivel mundial están tomando nota de esta guerra que prácticamente estamos viviendo en directo y analizan los fallos de la ofensiva rusa y los aciertos de la defensiva ucrania.
Esta es la lucha titánica entre un país con armas nucleares que presume de potencia militar, contra otro que carece de éstas y con un menor arsenal militar, pero que no se ha amedrentado en ningún momento.
La guerra de Putin sigue sumando días y con su paso un desgaste anímico y psicológico que empieza a hacer mella sobre todo en el invasor urgido por volver a su casa, abrazar a su familia y seguir con su vida. No se descarta la imposición de la Ley Marcial en Rusia.
La victoria del dictador ruso no es posible –hasta el momento– porque todos sus cálculos, los de sus futuribles, han quedado hecho añicos gracias a que el mandatario ucranio, Volodímir Zelenski, no salió corriendo en el momento de la invasión. Eso ha roto todos los esquemas.
Zelenski es un gobernante con sus propios pecados eso no lo podemos negar, de hecho, su nombre figuró en la lista de los Panamá Papers y Ucrania permanecía (y permanece) señalada por sus elevados niveles de corrupción y por la desigual falta de oportunidades entre su población. Pero no se le puede reprochar a este empresario de la comunicación y actor, la posición asumida por él, ante la asonada bélica.
Si Zelenski hubiese huido quizá en estos momentos no atravesaríamos el día 77 de la ocupación que sigue sumando destrucción de edificios, de ciudades, asesinatos de miles de civiles y que deja numerosas bajas tanto en el Ejército ucranio como en el ruso.
Al cómico, al que tanto se le denostó por carecer de una larga experiencia política, ahora es alabado por su posición rocosa, envalentonada, temeraria y echada para adelante; demostrando además una gran capacidad de liderazgo, de mantener la calma a pesar de saberse él y su familia objetivos del Kremlin.
Eso ha cambiado el juego. Se ha quedado para defender a su país, a pesar del riesgo de morir él y los suyos. Esa postura ha insuflado de una moral elevadísima a los ucranios que tienen un objetivo claro: repeler a los rusos, ganarles, matarlos y recuperar su territorio.
Esa moral alta contrasta con la desmoralización de las tropas rusas que no saben por qué razón han dejado su vida, del día a día, para ir a morir a un país extranjero que no les ha atacado y al que ellos están invadiendo porque al dictador del Kremlin le encaja en sus planes supremacistas.
A colación
Y Zelenski le ha dado un propósito a la OTAN al no huir. Le ha abierto la puerta a la enorme oportunidad de mostrar cierta cohesión entre sus países miembros; sobre todo ha sacado a la Alianza del coma y también ha inyectado vitaminas y vida a la Unión Europea (UE).
A su vez, Estados Unidos tiene la coyuntura de borrar la calamitosa salida de Afganistán, fueron días de una pésima imagen de debilidad y además estuvo enfrentado con otros aliados que sacaron sus tropas de forma bochornosa porque Washington no los tomó en cuenta para llevar a cabo una estrategia digna de retirada conjunta de Afganistán.
Putin creyó que esa ventana de debilidad también le brindaba a él una oportunidad para invadir Ucrania y que no pasaría nada más allá de las sanciones porque Zelenski huiría y entonces Kiev caería en menos de dos días y el Kremlin reinstalaría a Víktor Yanukóvich en el poder.
Nada de esto ha sucedido, porque la valentía del líder ucranio ha dado también valentía a la OTAN y a la UE, como si fuese un efecto de contagio. Zelenski resiste y Occidente le da armas y arropa a Ucrania con dinero, con sanciones históricas contra Rusia, recibiendo a los refugiados y aceptando in extremis la adhesión del país a las filas del club europeo. De consumarse, la UE tendría en parte que pagar la reconstrucción ucrania, costearla con el dinero de sus contribuyentes. ¿Puede Ucrania ganar la guerra? Si Putin no aprieta el botón nuclear…. puede ganarla. Si el Grupo Wagner no mata a Zelenski… puede ganarla.
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