<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Pese a las peleas internas en el gabinete socialcomunista y las facturas de sus socios independentistas, Pedro Sánchez presume de estabilidad en el poder frente a una oposición que necesita tiempo para articular su alternativa.</strong></h4> <strong>El presidente del Gobierno</strong> entrega la cabeza de la jefa de los servicios de inteligencia a los separatistas catalanes y quema la figura de la ministra de Defensa, Margarita Robles, pero al mismo tiempo<strong> se beneficia de que el PP, como partido de Estado, necesita recalcar esa condición</strong> y buscar acuerdos institucionales. <strong>Alberto Núñez Feijóo</strong> se estrena como jefe de la oposición más confiado en <strong>procurar un desgaste lento del socialista que temeroso de un adelanto de elecciones</strong> por falta de apoyos parlamentarios del Gobierno.<strong> La generosidad de Sánchez</strong> con el conglomerado de partidos nacionalistas, a costa incluso de instituciones como el Centro Nacional de Inteligencia como se confirmó la pasada semana, e<strong>s una garantía de continuidad de la legislatura.</strong> <strong>El nuevo presidente del PP</strong>, elegido en abril, ha tenido tiempo para dejar la presidencia de la Xunta de Galicia y acometer una transición ordenada para dejar en el cargo a su vicepresidente, Alfonso Rueda, a la vez que tomaba las riendas el aparato nacional del partido. Y todavía <strong>le queda la tarea de recomponer los equipos parlamentarios y nombrar a sus portavoces en el Congreso y en el Senado</strong>. En ambas Cámaras continúan los elegidos en su día por Pablo Casado: Concepción Gamarra y Javier Maroto. <strong>Feijóo ocupará ahora un escaño en la Cámara Alta</strong> como senador de designación autonómica por Galicia como paso previo para encabezar en primera línea los grupos parlamentarios del PP. <strong>Podrá así medirse con Pedro Sánchez cuando este tenga a bien acudir al Senado a someterse a los plenos de control, una vez al mes en el mejor de los casos.</strong> <strong>En la sede del PP preparan la reformulación de su alternativa de gobierno con una calma que choca con las urgencias de Sánchez.</strong> Feijóo se mostró desde el principio a favor de pactar la <strong>renovación pendiente del Consejo General del Poder Judicial,</strong> pero sin quedarse en un mero reparto de cuotas como pretende el Gobierno para controlar el órgano de gobierno de los jueces desde la mayoría que compone con sus socios comunistas e independentistas. <strong>El PP aspira a incluir en el acuerdo reformas legislativas para garantizar una mayor independencia del CGPJ,</strong> un cambio que espanta a Sánchez sobre el que trabajan los populares como si fuera posible la negociación. Y si en el Palacio de la Moncloa exigían el pacto para los primeros días de junio en el principal partido de la oposición descartan que pueda darse antes de los comicios autonómicos andaluces convocados para el día 19 de ese mes. Y luego vendrán las conversaciones para formar el ejecutivo, otro momento que complicará cualquier conversación. Para articular su alternativa de gobierno<strong>, en el PP insisten en que su obligación es reafirmarse como partido de Estado frente al actual gabinete socialcomunista.</strong> El objetivo del equipo de Feijóo es ofrecer pactos en asuntos de interés nacional, gestión económica o reformas de calado que tanto incomodan a Sánchez y, al tiempo, hacer una oposición contundente frente a las cesiones a los separatistas y la parálisis en la gestión económica. Lo ocurrido la semana pasada en el Congreso con la tramitación de la ley de seguridad nacional ilustra el complicado equilibrio que pretende hacer la dirección del PP. El Ejecutivo no puede contar con sus aliados habituales para aprobar el proyecto y, de entrada, lo vetan en la Cámara para que no pueda ser debatido. <strong>Los populares, que no pueden sumarse a la maniobra de los independentistas, salvan a Sánchez de esa derrota parlamentaria segura</strong> y podrán a partir de ahora presentar enmiendas al texto y tutelar su redacción final. Si Sánchez rechaza esa colaboración que irritaría sobremanera a los nacionalistas, a Feijóo siempre le quedará la opción de tumbar después el proyecto de ley con sus votos. Los populares<strong> creen que tienen tiempo para foguearse en la tarea de desgastar al Ejecutivo en beneficio propio.</strong> El deterioro de la situación económica que desborda la apuesta por el gasto y el déficit, el espectáculo de un gabinete siempre peleado entre sus dos sectores, el sanchista y el podemita, y la escalada de exigencias de sus aliados separatistas son factores que abonan la teoría del PP. De momento, son las mismas circunstancias en las que Sánchez presume de moverse sin mayores problemas para su estabilidad. Ni se rompe la coalición, ni los separatistas pueden prescindir de sus favores, sólo piden más. El principal cambio en perspectiva será el que traiga, ya en verano, el final del crédito europeo gratis, las subidas de tipos, los mensajes a favor de la disciplina fiscal y la amenaza de los recortes.