Serhii Pohoreltsev
Embajador de Ucrania en España
El pasado fin de semana la comunidad internacional se despertó aterrorizada al presenciar qué es una guerra en Europa al estilo ruso.
Una vez reconquistadas las pequeñas ciudades de Bucha e Irpin, en las afueras de Kyiv, las tropas ucranianas encontraron una zona desolada que mostró la verdadera cara de los “libertadores” rusos que dejaron precipitadamente lo que anteriormente era una comarca de recreación. Los invasores rusos una vez más recurrieron a la escalofriante táctica de la tierra quemada, solamente comparable con otras operaciones de limpieza étnica.
Ejecuciones sumarias en los sótanos de personas maniatadas, incluidos niños y abuelos, violaciones en masa, incluidas niñas menores de 10 años, cuerpos desnudos arrojados en las aceras, fosas comunes, las casas desvalijadas, los perros muertos a tiros en las calles y en las jaulas de los refugios de animales …
Es un cuadro desgarrador de la condición humana que dejaron detrás de sí los «emisarios de la gran cultura rusa».
¿Seguiremos hablando del ballet ruso, de la grandeza de la poesía y prosa rusas, de la música, del cine y el teatro rusos como si no ocurriesen masacres como la de Bucha? ¿Vamos a hacer una vez más caso omiso?
No es solo Putin quien es culpable. Aquellos que apretaban el gatillo ejecutando a centenares en Bucha deben ser procesados y rendir cuentas. Junto con aquellos que saqueaban las casas en Irpin, violaban a las mujeres y menores en las ciudades de Bucha, Irpin, Gostomel, Brovary. Aquellos que mataron, cocinaron y… se comieron al perro pastor de Asia Central en el pueblo de Yasnogorodka. ¿No es un testimonio de la decadencia moral colectiva en Rusia?
¿Son “seres sintientes” los militares rusos que cometieron estas atrocidades en Ucrania? ¿Qué es lo que sienten las madres de estos militares rusos (si sienten algo)?
Las conversaciones celebradas recientemente en Estambul demostraron que aún queda un largo camino por recorrer antes de que se puedan alcanzar resultado en todos los temas clave, un alto el fuego permanente y la desocupación del territorio de mi país.
Las consultas deben seguir su rumbo. Ucrania seguirá planteando las cuestiones que permitirán imponer un alto el fuego y exigirá la retirada de las tropas rusas a la línea del 23 de febrero. Estamos dispuestos a hablar, en principio, de las garantías de seguridad a Ucrania por parte de los países líderes que pueden hacerlo. A corto plazo, sin aplazar más, hay que desbloquear las cuestiones de la apertura y las garantías necesarias para el funcionamiento seguro de corredores humanitarios de forma permanente, evacuación de los heridos e intercambio de los restos mortales, la liberación de prisioneros de guerra y civiles forzosamente internados al territorio de Rusia.
Sin embargo, durante estas consultas nuestra delegación dejó claro a los representantes del Kremlin que la soberanía y la integridad territorial de Ucrania son innegociables. Rusia tendrá que pagar compensaciones por todo lo arruinado en Ucrania, así como devolver por completo los territorios temporalmente ocupados.
Rusia lleva a cabo un genocidio en Ucrania. Vinieron exactamente con un plan y un objetivo muy claro: limpiar el territorio de la población «desleal», aquella que resiste a la idea de resucitar un imperio ruso.
Espero que el mundo civilizado se dé finalmente cuenta de que el monstruo de la Federación de Rusia se convirtió en una amenaza existencial y no tiene derecho a seguir formando parte de él.
En Ucrania el bárbaro ruso puede ser detenido y forzado a volver a su cueva primitiva. De otra forma, otros países de Europa serán los siguientes.
Al ver los horrores de Bucha, la Europa comunitaria, junto con los Estados Unidos y otras democracias, tienen que mostrar toda su determinación para defender los valores y principios que declaran.
Europa tiene todo un arsenal de herramientas que hará a Rusia pagar un alto precio por su agresión y las atrocidades cometidas en Ucrania.
Es una obligación moral, no una opción, de imponer sanciones devastadoras para la economía rusa, así como investigar los crímenes de guerra y castigar a sus responsables.
La cooperación comercial con Rusia es inmoral. Detrás de esta cooperación se esconden los rostros de los empresarios extranjeros que invirtieron en la economía de Rusia y ahora esperan que la guerra termine pronto sin que ellos pierdan los beneficios y preferencias ofrecidos por el Kremlin. Hay empresas totalmente conscientes de la inmoralidad de sus acciones, que tratan de jugar un perfil bajo tapando sus negocios con Rusia, aunque sus exportaciones o importaciones no son críticas, como es el caso de las compras del gas natural por Naturgy. ¿Ha informado Naturgy a sus consumidores de que ellos financian la maquinaria bélica de Putin?
Si las compañías no sienten la presión moral de romper estos lazos, entonces los gobiernos democráticos deben intervenir introduciendo el embargo total de las importaciones del petróleo y gas rusos, prohibiendo cualquier negocio con Rusia, en primer lugar, las transferencias de tecnologías de extracción de hidrocarburos y de uso militar.
Los gobiernos democráticos y los sistemas judiciales también pueden investigar y congelar los activos que pertenecen o están relacionados con el régimen de Putin. Hay que elaborar los mecanismos que permitirán expropiar estos fondos y destinarlos a la recuperación de Ucrania y de las economías que sufrieron daños a consecuencia de esta agresión.
Para que estas medidas tengan mayor efecto, deben ser inmediatamente complementadas por el suministro masivo del armamento a Ucrania ya que en el campo de batalla ahora se decide el futuro del continente europeo y cómo de prolongada será esta guerra. Ante todo, Ucrania necesita medios para cerrar su cielo contra ataques aéreos y armamentos pesados, como carros de combate, para llevar a cabo la ofensiva y recuperar los territorios ocupados por los invasores rusos. Europa tiene estos armamentos y puede seguir el ejemplo de otros países que aprobaron el envío de este tipo de armas.
La comunidad internacional debe mostrar su madurez y plantear la opción de expulsar Rusia de los organismos internacionales. Un estado que se comporta como un terrorista -cuyas tropas capturan las centrales nucleares y chantajean a todo el mundo con una amenaza de contaminación radioactiva, llevan a cabo actos de limpieza étnica y cometen crímenes de guerra- no puede sentarse en la mesa de los foros internacionales más importantes que definen las normas de convivencia civilizadas.
El pasado 8 de marzo el Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de Turismo apoyó la iniciativa de poner en marcha el proceso de suspensión de Rusia del organismo. Espero que la Asamblea General de la OMT apruebe esta decisión en su sesión a finales de abril.
Aprovechando esta oportunidad llamo a todos los embajadores que representan a sus gobiernos ante la Organización Mundial de Turismo a dar su voz a favor de la expulsión de la Federación de Rusia de este organismo internacional.
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