<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se reunió este jueves en Madrid con la ministra de Asuntos Europeos de Dinamarca, Marie Bjerre, con quien abordó los retos de la próxima Presidencia danesa del Consejo de la UE, incluida la oficialización del uso del catalán, el euskera y el gallego en las instituciones europeas.</strong></h4> “Hemos abordado la importancia de reforzar la competitividad europea, la ampliación de la UE y las relaciones UE-CELAC”, declaró Albares a través de las redes sociales tras el encuentro bilateral, que tuvo lugar en la sede ministerial del Palacio de Viana. Durante la reunión, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores en una nota de prensa, Albares destacó que la Presidencia danesa, que comenzará el próximo 1 de julio, será “crucial para” avanzar en expedientes como el Marco Financiero Plurianual, la Ampliación, la competitividad o las relaciones entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Asimismo, advirtió de la necesidad de mejorar la competitividad europea sobre la base de la triple transición verde, digital y social, “preservando al mismo tiempo las libertades fundamentales y la igualdad de condiciones”. Albares puso también de relieve el “excelente” estado de las relaciones bilaterales, con una “indudable complementariedad en gran número de temas”: cambio climático y transición energética, cuestiones sociales, igualdad de género, Estado de derecho, política industrial, competitividad europea y defensa del multilateralismo. El ministro recordó también la Declaración sobre energía verde, firmada en 2023 por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y abogó por enfoque común hacia la agenda verde que permita explorar sinergias en hidrógeno renovable o parques eólicos, incluida la cooperación en investigación y desarrollo para fomentar nuevas tecnologías. <h5><strong>A vueltas con las lenguas cooficiales</strong></h5> Por otra parte, Albares destacó el apoyo de la actual Presidencia polaca para avanzar en la diversidad lingüística europea y aprovechó su encuentro con Marie Bjerre para solicitar un enfoque constructivo a Dinamarca, así como el apoyo durante la Presidencia danesa para consolidar el catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales de la Unión Europea. José Manuel Albares aseguró el pasado 29 de enero en Varsovia que su homólogo polaco, Radoslaw Sikorski, se había comprometido a que la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en las instituciones europeas figure en la “agenda” de la actual Presidencia del Consejo, que ejerce Polonia desde el 1 de enero. La modificación del régimen lingüístico de la UE requiere del apoyo unánime de los 27 Estados miembros. Algunos países han mostrado sus dudas, e incluso su abierta oposición, por motivos prácticos (su coste económico y los problemas para encontrar personal suficiente) y por su impacto posible en otros Estados miembros con lenguas minoritarias. Para convencer a los socios más reticentes, España se ha amparado en la “excepcionalidad” y la “especificidad del caso español”, no extrapolable a otros casos, y se ha comprometido a asumir los costes. La oficialización del catalán, el euskera y el gallego en el seno de la Unión Europea fue uno los compromisos entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los independentistas catalanes de Junts para conseguir su apoyo en la votación de investidura. Por ello, el Gobierno aprovechó la última Presidencia española del Consejo de la UE (segundo semestre de 2023) para introducir el tema en cuatro reuniones consecutivas del Consejo de Asuntos Generales (19 de septiembre, 24 de octubre, 15 de noviembre y 12 de diciembre de 2023), en dos de las cuales compareció incluso Albares, algo inusual en este tipo de encuentros. Pese a esa insistencia, las cuatro reuniones concluyeron sin ninguna decisión concreta, salvo el compromiso de la inminente Presidencia belga de “hacer avanzar los trabajos sobre la solicitud de España durante su mandato”. No obstante, la cuestión de los idiomas brilló por su ausencia en la agenda de todos los Consejos de Asuntos Generales del semestre belga. El tema tampoco figuró ni una sola vez en la agenda del Consejo durante la subsiguiente Presidencia húngara.