<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>La guerra de Ucrania también deja evidencia, esta vez en política exterior, de las disfunciones del “Gobierno Frankenstein” que preside Pedro Sánchez por el conglomerado de partidos y grupos que lo componen o apoyan. </strong></h4> El Ejecutivo se divide entre <strong>socialistas que</strong>, aunque a remolque, <strong>apoyan la causa occidental ucraniana,</strong> <strong>populistas de extrema izquierda que guardan silencio,</strong> y <strong>comunistas</strong> que directamente hacen campaña contra el envío de armas a Zelenski. Sánchez empezó por rechazar la entrega de material militar español a Ucrania y a las 36 horas aprobó lo contrario sin explicación alguna más allá del dato obvio de que llevaba días rezagado con respecto a los demás gobernantes europeos. A la mayoría de sus 22 vicepresidentas y ministros les pareció bien, pero a los <strong>cinco miembros del gabinete comunistas o de partidos populistas y de extrema izquierda</strong> se les planteó el problema de la coherencia con sus <strong>convicciones pacifistas y anti-OTAN.</strong> La posición prooccidental y europea de España en el conflicto queda salvaguardada en el Parlamento por el principal partido de la oposición, el PP, que contrarresta con sus diputados las debilidades del Ejecutivo socialcomunista. Incluso la extrema derecha de Vox ha aparcado esta vez su euroescepticismo ante la agresión de Putin. El partido de Santiago Abascal apoya el envío de armas, pero, en vez de animar al Gobierno a cumplir con sus obligaciones, exige su dimisión. Frente a la clara mayoría de las Cortes españolas a favor de la solidaridad de Europa con la defensa de Ucrania se levanta una minoría que resulta ser clave en la composición del Gobierno. En un Congreso con 350 miembros, Podemos con sus diversas marcas aporta 35 diputados al soporte base parlamentario de Sánchez (los 120 del PSOE) mientras que los independentistas catalanes y vascos colaboran con sus 18 diputados fundamentales para que el Ejecutivo apruebe sus leyes. En cualquier caso y por si el desarrollo de la guerra en Ucrania hiciera necesaria una mayor implicación de las Fuerzas Armadas españolas en el este de Europa, Sánchez tiene garantizada una mayoría mínima de dos tercios en el Congreso para aprobarla gracias al respaldo del centro derecha (100 diputados) pese al previsible desmarque de sus aliados comunistas y separatistas de extrema izquierda: ERC y Bildu. Otra cosa es <strong>la estabilidad interna del Gabinete, su imagen exterior y el deterioro de la confianza de los aliados</strong> ante un presidente del Gobierno que despacha en su Consejo de Ministros con defensores de la equidistancia entre occidente y Putin. Sánchez aspiraba a que la próxima cumbre la OTAN que España acogerá en junio le sirviera para ganar posiciones en la Alianza y mejorar su imagen personal en política exterior pese a la citada rémora de contar con ministros comunistas. <strong>La invasión de Ucrania le deja ahora poco margen para los equilibrios con sus socios.</strong> Hasta ahora, en España el pacifismo oficial lo ha manejado directamente el PSOE. Después de la masiva campaña del “no a la guerra” que unió a toda la izquierda contra el Gobierno del PP en 2003 por la guerra de Irak, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones y metió después a España en la guerra de Afganistán sin más oposición en las calles que la casi anecdótica de los comunistas de Izquierda Unida. Ahora han sido dos ministras de Sánchez, <strong>Irene Montero y Ione Belarra, sucesoras de Pablo Iglesias en la dirección de Podemos, quienes se oponen desde el Ejecutivo a la entrega de armas a Ucrania.</strong> Consideran que se trata de un “error” del presidente del Gobierno además de una medida “ineficaz” para parar la guerra. Además del “no a la guerra” que quieren cultivar son nostálgicos de la época en que los comunistas españoles, entre la Alianza Atlántica y la URSS, se decantaban por los países “no alienados”. <strong>El secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago</strong>, quien también forma parte del Ejecutivo de Sánchez como secretario de Estado, va más lejos y se muestra equidistante o comprensivo con la invasión porque se trata de un “asunto estratégico”. También <strong>opina que armar a los ucranianos “no sirve de nada”.</strong> Para mayor división,<strong> la vicepresidenta Yolanda Díaz, aspirante a encabezar un “frente amplio” de izquierdas</strong> en las próximas elecciones que compita con el PSOE, <strong>se desmarca de la oposición oficial de Podemos</strong>. Procede de la órbita del PCE, pero quiere ser un referente más general que Podemos para todo el espectro “progresista”. En su carrera personal,<strong> no le conviene todavía ir contra Sánchez ni quedarse atrás en las decisiones de la UE contra Putin.</strong> De momento, sigue el espectáculo en el Gobierno y mientras dos ministras de Podemos hacen campaña contra la entrega de armas a Ucrania, la titular de Defensa, Margarita Robles, presume de hacer los envíos y detalla el suministro de lanzagranadas anticarro y munición para salvar la cara de España en la OTAN y la UE.