Pablo Rubio Apiolaza,
doctor en Historia Contemporánea, investigador de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile y colaborador de la Fundación Alternativas
Este domingo 14 de diciembre se realizó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile. Los resultados dieron un gran triunfo al candidato de derecha, José Antonio Kast, quien obtuvo el 58% de la votación (7.254.850 votos), derrotando a Jeannette Jara, exministra, candidata del gobierno de Gabriel Boric y militante del Partido Comunista, quien obtuvo un 41% (5.218.444 votos). La participación en el proceso electoral fue alta, alcanzando más de un 85% del padrón, con presencia de voto obligatorio desde 2012. Este último factor demuestra la fortaleza de la democracia electoral en Chile, puesta en tela de juicio en varias sociedades occidentales.
Las elecciones chilenas tienen un gran significado político e histórico. En primer lugar, representa la mayor victoria electoral de la derecha en la historia política de Chile, particularmente desde 1932, momento en el cual el sistema de partidos políticos se estructura de una forma estable en el país. El triunfo de Kast -quien representa al Partido Republicano de Chile, pero que incorporó hábilmente a su alianza a otras fuerzas de derecha e incluso de centro-derecha- superó con amplitud los triunfos recientes del presidente Sebastián Piñera en sus dos elecciones presidenciales (2010 y 2017). Kast ganó con holgura en todas las regiones del país, en 310 de las 346 comunas chilenas. Representa por tanto un triunfo indiscutible que le otorga un poder hegemónico a su figura, reforzado por la victoria en las elecciones parlamentarias recientes que le ha dado una gran representación en el Congreso Nacional.
En segundo término, el triunfo de la derecha de Kast implica un claro castigo para el gobierno de izquierda de Gabriel Boric, en el poder desde 2022. Aunque también hay que señalar que, desde hace casi dos décadas, en Chile se da una alternancia en el poder entre gobiernos, triunfando la oposición en todas las elecciones. Con todo, el presidente Boric ha tenido resultados muy mezquinos y una popularidad muy baja, con una crisis migratoria en alza, de seguridad ciudadana y también de crecimiento económico. El desempeño de la administración de Boric ha alcanzado en promedio de cuatro años un 1,77 % de crecimiento económico, el más bajo en los últimos treinta años, generando una disminución de la inversión y de las posibilidades de empleo.
La victoria de las derechas es una derrota importante de la izquierda chilena -y la centro-izquierda-, que con el 41% de la candidata Jara alcanza su actuación más débil desde 1990, lo que se reafirmó desde el primer proceso constitucional de 2022, cuando la izquierda obtuvo el 38%. Esto refuerza la idea del castigo al gobierno y a las estrategias de la izquierda (Partido Socialista, Partido Comunista, Frente Amplio), que deben reformularse y repensarse en este nuevo ciclo político de hegemonía de las derechas, así como en tantos países del mundo.
¿Cuál es la propuesta de Kast para el país en cuanto a sus contenidos? Las razones de su victoria se explican por un descontento ciudadano del gobierno de Boric, pero también por lo impecable de su estrategia electoral y política, articulada bajo el concepto del “gobierno de emergencia”, centrada en torno a tres temas del debate nacional que recoge sentidas demandas del pueblo chileno: lo primero, reforzamiento y “mano dura” en la seguridad ciudadana, un control estricto de la inmigración irregular y de la acción del crimen organizado, y la recuperación del crecimiento económico y de la capacidad de dinamismo de la economía chilena. Además, Kast y sus movimientos afines plantean una idea crítica de un rol activo del Estado en la economía y en la sociedad, en línea con una postura ultraliberal. El “gobierno de emergencia”, de esta manera, se transformó en la principal estrategia de Kast, conectando ampliamente con las necesidades del electorado.
En definitiva, la aplastante victoria de José Antonio Kast -quien asume el mando el 11 de marzo de 2026- representa un hito histórico y político que conlleva un cambio en la correlación de fuerzas del país, y que está en línea con la hegemonía de las derechas conservadoras a nivel occidental. Sus vinculaciones con el presidente Donald Trump, con el gobierno de Javier Milei de Argentina, Nayib Bukele de El Salvador, con Vox en España y su cercanía con la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, entre otros actores, refuerza una nueva alianza ideológica, en parte inédita para la cultura política de Chile. En definitiva, la impresionante victoria electoral de Kast ha recogido sentidas demandas de la ciudadanía, transformándose al mismo tiempo y hacia el futuro próximo en una prueba relevante de la fortaleza de la democracia en Chile.


