Roberto Veiga González
Abogado y politólogo / Colaborador de la Fundación Alternativas
Hay momentos en que una sociedad entera debe mirarse al espejo y decidir si seguirá existiendo como comunidad política o si se resignará a ser apenas una población sin destino compartido. Cuba vive uno de esos momentos. Y de ahí la relevancia de la comunicación De la ciudadanía nace la República, emitida por la Concertación Democrática Cubana D Frente, que no es un simple documento programático, sino una declaración de sentido: la afirmación de que solo la ciudadanía —no el poder, no las instituciones deslegitimadas, no la inercia del Estado— puede ser el origen de una nueva República.
Este planteamiento encierra un cambio profundo de paradigma. En un país donde la vida pública ha estado secuestrada durante décadas por una lógica de verticalidad y tutela, declarar que el poder debe volver a la ciudadanía es un gesto fundacional. Implica concebir la soberanía no como una herencia, sino como una conquista ética y cívica. En esa dirección, la propuesta de una Ley Electoral Provisional, concebida como instrumento transitorio para abrir paso a un proceso electoral plural, apunta hacia la raíz misma de la reconstrucción nacional: la restitución del derecho de los cubanos a representarse a sí mismos.
En el texto se percibe un tono de serenidad y responsabilidad política que evita el triunfalismo o la retórica rupturista. No se convoca a una demolición, sino a una reconstrucción. Esa elección del lenguaje es, en sí misma, una lección política. La transición democrática no puede construirse sobre el deseo de revancha, sino sobre el propósito de reconciliación y refundación institucional. Y en ese sentido, la comunicación plantea una hoja de ruta que combina lo ético y lo práctico: liberar presos políticos, instaurar derechos fundamentales, abrir un proceso constituyente, garantizar la justicia social y aprobar una legislación moderna que encamine la economía hacia el desarrollo sostenible.
Lo esencial no es la enumeración de medidas, sino la idea que las sostiene: la República como resultado de la virtud cívica. “De la ciudadanía nace la República” no es solo un título; es una afirmación filosófica y política. Significa que la institucionalidad no precede al ciudadano, sino que se construye a partir de él. Y ese principio —que podría parecer obvio en Europa— resulta revolucionario en el contexto cubano, donde el Estado ha ocupado durante más de medio siglo el lugar que corresponde a la sociedad.
La comunicación de D Frente reconoce, implícitamente, que la reconstrucción democrática de Cuba no podrá nacer de las instituciones existentes ni de una oposición aún fragmentada, sino del despertar ciudadano. Por eso, su llamado se dirige tanto a la Isla como a la emigración, entendiendo que la nación cubana excede las fronteras geográficas. Esa visión —inclusiva, plural, abierta— rompe con los viejos paradigmas del exilio y del oficialismo, que por décadas se definieron mutuamente en oposición.
La ciudadanía es aquí un sujeto político en construcción. Su desafío es inmenso: reaprender la práctica de la libertad, reconstruir la confianza, asumir la responsabilidad del destino común. Pero es precisamente ese proceso —lento, incierto, necesariamente conflictivo— el que define la posibilidad de una verdadera república. Ninguna reforma económica, ninguna apertura diplomática, ningún proyecto internacional podrá sustituir ese acto fundacional de soberanía cívica.
Europa ha aprendido, a través de su propia historia, que la democracia no se decreta: se cultiva. Los procesos de reconstrucción europea del siglo XX, y más tarde los de Europa Central y del Este, mostraron que las transiciones exitosas fueron aquellas donde la ciudadanía se convirtió en el centro moral de la política. Desde esa experiencia, el público europeo puede reconocer en el texto una resonancia profunda: la idea de que toda república auténtica nace del pacto entre iguales, no de la obediencia a un poder.
Pero el contexto cubano presenta una particularidad que exige comprensión: la ausencia de un marco institucional que garantice la evolución ordenada de esa voluntad ciudadana. La propuesta de una Ley Electoral Provisional, “quizá para un solo uso histórico”, como la define el documento, busca precisamente ofrecer ese puente. No se trata de una ley más, sino de una arquitectura temporal destinada a hacer posible lo que aún no existe: una elección libre que abra el camino hacia un proceso constituyente y, finalmente, hacia un Estado de Derecho.
Comprender esa lógica es esencial para Europa, si desea desempeñar un papel positivo. No se trata de intervenir, sino de reconocer un proceso que está emergiendo desde la base, y que necesita interlocución, no tutela. La política exterior europea hacia Cuba —si quiere ser coherente con su propia tradición de derechos humanos y democracia— debería leer esta comunicación como una oportunidad: la posibilidad de acompañar, con respeto y lucidez, un proceso de reconstrucción que nace desde dentro, desde la ciudadanía y no desde las élites.
El texto de D Frente no ignora los riesgos ni las limitaciones. De hecho, parte de una constatación realista: Cuba no dispone aún de reglas democráticas, ni de instituciones legítimas para canalizar la pluralidad. Pero precisamente por eso propone un ejercicio de imaginación política: construir, desde la precariedad, una legalidad provisional capaz de abrir paso a lo posible. Esa es la esencia de toda transición. Europa lo sabe bien: la democracia no surge de la abundancia, sino de la decisión de comenzar aun cuando faltan las condiciones.
Hay en esta propuesta una lección que trasciende el caso cubano. En tiempos de crisis global de las democracias, cuando la desafección política y la polarización amenazan a las sociedades occidentales, Cuba ofrece un espejo invertido: allí donde no existen instituciones libres, se comprende el valor de tenerlas. Y allí donde la ciudadanía ha sido negada, se reconoce que sin ella no hay república posible.
“Devolver la gestión del país al ejercicio libre y plural de la ciudadanía”: así comienza el documento. Esa frase, aparentemente sencilla, condensa la esencia de la política democrática. Devolver, no conquistar; plural, no uniforme; ejercer, no delegar. La Concertación Democrática Cubana D Frente no plantea una revolución en el sentido clásico, sino una restitución: la devolución del poder a su fuente legítima. Eso implica también un acto de fe en la madurez del pueblo cubano, en su capacidad de deliberar, de elegir, de construir instituciones que lo representen y lo limiten a la vez.
Esa confianza en la ciudadanía no es ingenua: es la única apuesta sensata. La alternativa sería perpetuar el círculo de tutela y exclusión que ha definido la historia reciente de Cuba. Pero si de la ciudadanía nace la república, también de la exclusión nace la decadencia. El texto lo expresa con serenidad, sin retórica inflamatoria, pero con una fuerza moral que atraviesa cada línea: el tiempo de la república comienza cuando la sociedad decide asumir su destino.
“Cuba puede volver a ser de todos”, concluye la comunicación. Esa frase, que podría leerse como un eslogan, es en realidad una definición de república. Ser “de todos” significa que el poder pertenece al conjunto y no a una parte. Que la diferencia política no es traición, sino condición de libertad. Que la soberanía es un espacio compartido de deberes y derechos, no un instrumento de dominio.
Esa es la visión que hoy se abre paso en el pensamiento político cubano más lúcido y sereno. Una visión que no reniega de la historia, pero que la trasciende; que no busca venganza, sino reconstrucción; que no teme al pluralismo, sino que lo asume como fuente de legitimidad.
De la ciudadanía nace la república: esa es, quizá, la frase más importante que se ha pronunciado en Cuba en mucho tiempo. Y si Europa sabe escucharla, podrá reconocer en ella una voz familiar: la de una nación que, desde la adversidad, intenta volver al punto de partida donde también nació Europa misma —la convicción de que la libertad, la justicia y la democracia solo existen cuando nacen del ciudadano.


